Fútbol l Liga BBVA

Venganza de De la Peña

  • El Barcelona se desquicia con la lesión de Abidal y la expulsión de Keita en la primera mitad, pudiéndole el ambiente 'caliente' del derbi con un Espanyol colista

Dos goles de un ex barcelonista, Iván de la Peña, desquiciaron al Barcelona en un derbi de alto voltaje que permitió al Espanyol apuntarse una victoria histórica frente a un líder aturdido, que bajó los brazos por primera vez desde la primera jornada de Liga.

Atascado y falto de ritmo, el Barcelona recibió la primera señal negativa antes de la media hora de juego. Abidal se lesionó de cierta gravedad, ya que podría estar dos meses de baja al sufrir una rotura en el tercio medio del aductor de la pierna derecha. Le sustituyó Puyol, pero su equipo siguió sin encontrar la tecla, chocando una y otra vez contra el muro del Espanyol.

El equipo de Guardiola se quedó con un jugador menos antes del descanso en una acción muy protestada de Keita a Moisés Hurtado. La expulsión cambió el guión y encendió el partido.

El Barcelona quedó aturdido, sin ancla en el centro del campo, roto por la mitad y a merced de un colista crecido, que ganó terreno y comenzó a gobernar el partido.

Ni siquiera el descanso alivió al Barça, circunstancia que refleja el equilibrio de fuerzas entre el líder y el colista. Guardiola rediseñó su dibujo sacrificando a Henry para nutrir el centro del campo con Sergio Busquets. El retoque fue en vano porque el Barça fue incapaz de manejar la carga ambiental del derbi.

Un ex barcelonista, De la Peña, acabó por desquiciar definitivamente al equipo azulgrana. En cinco minutos, firmó dos goles. Desde 1996 no marcaba dos tantos en un partido. Escogió un escenario inmejorable. Primero remató de cabeza, en la misma línea de gol, un buen servicio de Nené, que bailó con Piqué y Márquez en la línea de fondo.

Después, el regalo fue de Valdés. El portero del Barça recibió una sencilla cesión de Piqué, pero se complicó la vida de mala manera entregándole el balón a De la Peña. Desde la frontal del área, el españolista picó suavemente la pelota y la envió a la red.

Pero al Barcelona no se le discute su persistencia. Con dos goles de desventaja y un jugador menos, se olvidó de la pizarra. Jugó la última media hora sin esquema ni dibujo, entregado al coraje como único argumento futbolístico. Busquets ejerció de delantero centro, pero fue Touré quien recortó distancias al aprovechar un rechace de Kameni.

El gol animó al Barça, pero no destempló al Espanyol. Ordenado y convencido de sus posibilidades, el conjunto de Pochettino mantuvo la calma frente al vendaval del Barça, un equipo caótico y desordenado en una noche para olvidar.

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