La historia del baloncesto actual comenzó, al menos en España, el 17 de enero de 1999, en el pabellón Quinto Centenario de Cáceres. Los locales doblegaron con facilidad (92-78) al Barça de Djordjevic y Dueñas, y, a falta de 29 segundos para la conclusión del partido, y con Rentzias y Alston eliminados, Aíto decidió hacer debutar a un prometedor júnior de 2,13 de altura: Pau Gasol. Diez años después, un sinfín de reconocimientos y más de 10.000 puntos en la mejor liga del mundo le contemplan. A sus 28 años, Pau es protagonista de la memoria baloncestística de una generación, y suma méritos para ser un mito más allá de su propia trayectoria.

Gasol ha militado en el FC Barcelona, Memphis Grizzlies, Los Ángeles Lakers y la selección española. Su palmarés es envidiable: campeón de ACB, Copa del Rey y Mundial de selecciones, plata olímpica y doble plata europea, All Star, finalista de la NBA, novato del año y MVP de la liga española y del Mundial de Japón. Hoy está en condiciones de luchar por el anillo, el mayor reto de cualquier jugador de baloncesto. Y aún le queda llevarse el oro en un Eurobásket. Todo ello en apenas una década en la que el baloncesto español ha vivido –está viviendo– su edad de oro de la mano del gigante de Sant Boi. Su nombre ya está entre los grandes jugadores europeos de la historia. Hoy, en el cénit de su carrera, milita en un equipo que aspira a ser campeón de la NBA, la rúbrica que le falta para confirmar su entrada en el olimpo de los más grandes de la historia.

Porque en el curso 2008-09, los Lakers, con Gasol compartiendo galones con Kobe Bryant, son serios candidatos al título. "Pienso en el anillo, pero cuento con que mi equipo necesitará lo mejor de mi aportación para estar arriba. Me gusta exigirme siempre el 100%, y el equipo necesita el máximo de todos", afirma al respecto. Su historia –en cierta media, nuestra historia– continúa.