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El árbitro evitó lo que debió ser un triunfo local

El Algeciras está condenado a revivir la desgracia una semana tras otra pero cada vez de una forma más cruel. Ayer, después de quince jornadas sin ganar, los albirrojos merecieron la victoria más que nunca. Fueron superiores a su rival en todo. Pero nadie contaba con el hombre de amarillo y negro.

El colegiado Pardo Martínez se tragó tres penaltis a favor de los locales, perdonó la expulsión al portero visitante y estiró la agonía del tiempo añadido hasta el minuto 97. Segundos antes empató el Talavera de forma muy poco ortodoxa.

El miedo escénico a ganar se apoderó del Algeciras desde el minuto 90 al 97. Los de José Luis Montes se achicaron por inercia, con el depósito de gasolina en reserva, y los talaveranos se la jugaron a una carta en una prolongación que no debió durar tanto.

La afición se marchó indignada con el árbitro, agradecida por el esfuerzo de los jugadores, pero consciente de que los milagros casi nunca existen. Simbólicamente, el Nuevo Mirador, en el que se dieron cita casi dos mil personas, presenció la capitulación de dos equipos que no están a la altura de la categoría.

Ángel, Pedro y Migue, tres futbolistas canteranos, capitanearon una primera parte del Algeciras sensacional, aunque acabó con un corto 2-0.

La euforia del primer tiempo dio paso a una segunda mitad gris, más lluviosa y trabada. El Talavera se fue acomodando y al final se llevó el empate.

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