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Cuando lo bonito se hace bueno

  • Marcelino da con la tecla en un Villarreal capaz de pasar su peor momento de la Liga sin perder Con un once tipo en 4-4-2, quizá haya llegado el momento de mover el banquillo

Cuarto detrás de los tres grandes, haciendo gala de una excelente media inglesa (44 puntos en 22 partidos) y con 8 puntos de ventaja sobre el Sevilla. Así afronta el Villarreal de Marcelino García Toral un mes de febrero que puede ser decisivo en sus aspiraciones de disputar la próxima temporada la Liga de Campeones.

La eliminatoria de la Liga Europa frente al Napoli viene a complicarle esta singladura al equipo del entrenador asturiano, a no ser que éste decida, igual que hiciese en su duelo copero frente al Athletic el mes pasado, atiborrar su once de suplentes. Está claro que la prioridad del equipo, difícil de discernir si porque se lo ha marcado así la competición, es la Liga, pero una debacle ante el conjunto italiano podría hacer mella en una plantilla que no pasa por su mejor momento.

Es quizá lo mejor de este Villarreal. Ha pasado de ser un equipo bonito, elogiado en todos los ámbitos, a ser un buen bloque sin perder sus señas de identidad ni esa idiosincrasia que le han dado sus dirigentes y en la que Marcelino ha encajado como ninguno.

En sus tres últimos partidos ha evidenciado un bajón importante en su juego. Lo tuteó el Betis en El Madrigal (1-1), salió vivo de Cornellà con un gol en el minuto 88 a balón parado (2-2) y le ganó al Granada el sábado gracias a un penalti dudoso (1-0). Y en ninguno de los tres partidos superó por fútbol, como acostumbra, a rivales inferiores en todos los sentidos.

Pero eso no hace sino hablar bien del equipo, que, aun en sus horas bajas, es capaz de ampliar su racha como invicto en Liga a 9 partidos (siete victorias y dos empates). Empero, da la impresión de que en febrero, amén de por el Napoli, va a precisar de hombres de refresco. Aunque en casa recibirá a Málaga y Levante, este fin de semana viaja a San Mamés y dos más tarde al Manzanares.

Se recita de memoria

Areola; Mario, Musacchio, Víctor Ruiz, Jaume Costa; Jonathan dos Santos, Bruno, Trigueros, Denis Suárez; Soldado y Bakambu. Marcelino ha dado con su once base y, salvo imponderables o cambio de competición, no lo mueve. Las rotaciones apenas existen en este Villarreal construido de la manera más clásica, con un 4-4-2 con un medio defensivo y otro ofensivo y dos interiores situados como extremos para cederle el paso a dos laterales profundos y capaces de elegir su momento para no descuidar las tareas defensivas.

Vitoreado por su buen fútbol, al que esta temporada ha añadido la necesaria dosis de veneno, el Villarreal es, sin embargo, el tercer equipo menos goleado (18 tantos encajados) tras Atlético (10) y Barça (17). Sus cimientos, Areola, Musacchio y Bruno, son muy sólidos. La otra pieza de su columna vertebral, Soldado, se ha revestido de humildad para alejarse del gol (3 tantos) y sacrificarse en pos de Bakambu (8) y del equipo, con una presión que va en beneficio del equipo. Y, sin perder la filosofía de salir jugando desde atrás, cuando se ve obligado a jugar en largo, dispone de lanzadores precisos para no regalar el pelotazo.

Hora de cambiar

Aunque el equipo ha perdido gas y Marcelino haría bien en cambiar ya con vistas al partido frente al Athletic, aunque a nadie extrañaría que aguardase al 16 de febrero en la ida con el Napoli.

En esa eliminatoria puede hallarse la llave de la Champions. Si el Villarreal cae eliminado verá despejado su camino en la Liga y su once tipo, seguramente, le aguantaría. El Sevilla (36 puntos), su principal rival, debería eliminar al débil Molde. Además, el equipo de Emery y el Celta (34 puntos) libran ahora una dura eliminatoria copera. El Athletic (34 puntos), el cuarto en liza, tiene un duelo al 50% en Europa ante el Marsella. Si pasan los de Valverde será difícil que le recorten diez puntos a los castellonenses.

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