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El difícil año de Messi

  • La gran estrella, ante el curso más complicado de su carrera tanto con el Barcelona como con la selección argentina

Messi durante la Supercopa

Messi durante la Supercopa / EFE

La temporada que comienza será una de las más trascendentes en la carrera de Lionel Messi tanto en el Barcelona como en la selección, dos barcos en crisis a los que deberá conducir a buen puerto. Sin embargo, el inicio de campaña está siendo de momento un gran dolor de cabeza para el crack argentino.

Hoy arranca la Liga española -el Barcelona debuta el domingo ante el Betis-, pero la ilusión que genera todo nuevo comienzo se extinguió por completo. El conjunto azulgrana es en estos momentos un volcán en erupción que se está carcomiendo al propio Messi.

La presión con la que carga el argentino esta temporada es máxima. Tras la explosiva salida de Neymar y la disolución de la MSN, Messi deberá asumir la responsabilidad de reflotar a un equipo desorientado y golpeado por la paliza que le ha dado el Madrid en la Supercopa. La suculenta renovación de contrato que acordó -medios españoles estiman que cobrará 40 millones de euros anuales- no hará sino aumentar las exigencias.

Los hinchas y directivos azulgranas se aferran a Messi para poner un freno a la hegemonía que está construyendo el Real Madrid. Las dos Ligas de Campeones consecutivas del conjunto blanco exigen una respuesta. Pero el Barcelona no hace más que profundizar su caída y las dudas tanto a nivel futbolístico como de dirigentes. La llegada de Ernesto Valverde -el séptimo entrenador que tiene Messi en el club- no parece suficiente de momento.

El delantero también afronta una nueva etapa en Argentina bajo el mando de Jorge Sampaoli. Y la situación de la albiceleste es tan delicada como la del Barcelona.

A falta de cuatro jornadas, Argentina marcha en zona de repesca en las eliminatorias al Mundial de Rusia y no tiene margen para equivocarse. El primer paso será el 31 de agosto ante Uruguay en Montevideo y el último, anhela Messi, el 15 de julio en el Estadio Luzhniki de Moscú.

Rusia 2018 podría ser el último Mundial que Messi, de 30 años, afronte en plenitud. Sin embargo, las necesidades del Barcelona difícilmente puedan permitirle dosificar energías de cara a la cita mundialista. De ambas actuaciones dependerá además si puede conquistar su sexto Balón de Oro y desempatar con Cristiano Ronaldo, quien presumiblemente lo igualará cuando se entregue el premio de este año.

Las señales no invitan a la ilusión. El crack argentino fue una sombra el miércoles en el Santiago Bernabéu, ese estadio donde en abril había ofrecido una actuación magistral y un festejo icónico exhibiendo su camiseta a la grada blanca. Sólo la provocación de Sergio Ramos consiguió generar una reacción en el argentino, que esta vez se retiró del templo madridista en silencio y cabizbajo.

A su favor, Messi cuenta este año con la ventaja de haber podido descansar y realizar por primera vez en mucho tiempo una pretemporada completa tras su participación en el Mundial 2014 y las Copas América de 2015 y 2016. En el medio tuvo la boda con Antonela Roccuzzo y la Luna de miel junto a sus dos hijos. La armonía familiar y la madurez en su vida personal parecen ser de momento el principal resguardo que tiene 10 de cara a una temporada que promete ser muy ajetreada en todos los frentes.

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