Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

la consulta del especialista

La vida o la muerte a metro y medio

  • Otro accidente. Ahora el agraviado es Michele Scarponi, un ganador del Giro de Italia, no un anónimo corredor ¿Hasta cuando? No hay respeto al deportista que circula en bicicleta

Otro más. Otro ciclista que muere en la carretera. En esta ocasión no es un popular que disfruta el fin de semana en una ruleta rusa del asfalto como hacemos muchos cuando el fin de semana despunta, ahora el agraviado es Michele Scarponi, un ganador del Giro de Italia, no es un anónimo como ocurre en la mayoría de las ocasiones, es un jornalero del asfalto de 37 años que se ganaba la vida dando pedales. El pelotón internacional, su equipo el Astana y todos los aficionados estamos consternados y dolidos.

¿Hasta cuándo van a seguir muriendo ciclistas atropellados en las carreteras? Es una pregunta difícil de contestar. Lo que sí tengo realmente claro es que NO se respeta al que va sobre una bici. Los conductores de turismos nos ven como un estorbo que les ralentiza en su camino. Para algunos moteros que ven en las subidas a los puertos un circuito improvisado de competición, el ciclista es un muñeco de feria y la competición consiste en ver quién lo adelanta más pegado, y esto último lo digo con conocimiento de causa. Demasiadas muertes, demasiados sustos. Van a obligar a que instalemos una cámara en los cascos y manillares como prueba del delito y poder denunciar a aquellos que se saltan ese 1.5 metros de distancia que hay que dejar entre los dos vehículos al adelantar. Esos 150 cm pueden suponer la vida o la muerte. Volver a casa o al hospital.

El riesgo de accidente o caída durante la práctica del ciclismo, puede llegar al 10%, lo que supone un mayor riesgo que deportes como el fútbol o baloncesto. Sin embargo, la mayoría de las lesiones asociadas a las caídas no son graves, ya que el deportista retoma la actividad deportiva en menos de 10 días. La localización más frecuente es en miembros superiores (30%) siendo el codo, la muñeca la clavícula las articulaciones más frecuentemente dañadas. Las piernas se lesionan en el 35% de las caídas, siendo la rodilla la que más daño se provoca.

Las lesiones se pueden dividir en función de la edad del ciclista:

-Aquellos mayores de 40 años se fracturan algún hueso en una de cada 3 caídas siendo la clavícula y las costillas las más frecuentes.

-Ciclistas menores de 40 años se suelen lesionar las rodillas con mahor frecuencia.

Los traumatismos craneoencefálicos con o sin pérdida de conocimiento asociada, son los accidentes que revisten mayor gravedad tras una caída, seguidos de los traumatismos torácicos y abdominales. Pueden llegar a suponer el 2% de las muertes que se producen cada año en la carretera. La incidencia de lesiones a nivel de la cabeza se han reducido últimamente debido a la obligatoriedad de usar casco.

La mountain bike presenta muchas coincidencias con el ciclismo de carretera. La rodilla es la localización más frecuente de lesionarse. Hay escasa incidencia de traumatismos craneoencefálicos, menor que en el ciclismo de carretera.

Energía cinética en un accidente

Tendemos a pensar que yendo a 100 kilómetros por hora, un impacto será el doble de violento que a 50. Pero en realidad será cuatro veces más violento. Esto se debe a que la energía cinética del vehículo no depende linealmente de la velocidad, sino al cuadrado, en base a la fórmula: E = 0,5·m·v².

Por otro lado, la energía no se crea ni se destruye. La energía cinética es la que posee el vehículo por el simple hecho de estar en movimiento. Si ese movimiento se detiene bruscamente (por ejemplo, por un impacto), esa energía se tiene que convertir en 'algo'. Gran parte de esa energía se 'gasta' en convertir el coche en un amasijo de hierros y en provocar lesiones por aceleración/desaceleración en las personas que se encuentren dentro del vehículo.

Por el hecho de ir dentro del vehículo, los pasajeros también tienen energía cinética. Evidentemente, cuanto mayor sea la energía a disipar, más violentas serán las consecuencias. Al doble de velocidad le corresponden cuatro veces más de energía. Al triple, nueve veces más, y así sucesivamente.

Esto también tiene su influencia en la distancia de seguridad. Al frenar el coche, estamos disipando la energía cinética (fundamentalmente, a través del rozamiento con los discos de freno). Lógicamente, cuanta más energía cinética posea el vehículo, más cuesta disiparla y más distancia necesitamos para detener el vehículo. Todo esto se multiplica cuando la energía no se disipa deformando la chapa o el chasis del coche, y el accidentado es un piloto de moto. Eso explica los "vuelos" que realizan algunos pilotos tras un accidente, saliendo despedidos varios cientos de metros, y sufriendo lesiones que normalmente son más graves que cuando es un coche el implicado.

De todas las lesiones, las más temidas son los traumatismos craneoencefálicos.

¿Cómo se produce un trauma cranoencefálico?

Los traumas se deben a heridas penetrantes en el cráneo o a la aceleración o desaceleración rápida del cerebro, que lesiona los tejidos en el punto de impacto, en el polo opuesto (contragolpe) y, también, difusamente en el interior de los lóbulos frontales y temporales. El tejido nervioso, los vasos sanguíneos y las meninges se desgarran y rompen, lo cual ocasiona la aparición de isquemia o hemorragia intracerebral y extracerebral y edema cerebral.

Las fracturas craneales pueden dañar las arterias meníngeas o senos venosos grandes, produciendo un hematoma epidural o subdural. Las fracturas, sobre todo las localizadas en la base del cráneo, pueden asimismo producir una laceración en las meninges, originando la salida de líquido cefalorraquídeo (es el líquido en el que "flota" el cerebro y la médula dentro del cráneo y la columna) por la nariz (rinorrea) o el oído (otorrea), o bien la entrada de bacterias o aire en el interior de la cavidad craneal, así como la presencia de salida de sangre por dichos orificios.

A veces, los traumatismos craneoencefálicos asocian lesiones faciales. Como traumatismo facial agudo se entiende aquella entidad clínica, habitualmente de urgencia, que involucra lesiones traumáticas, y sus eventuales secuelas, que se asientan en la cara. Requiere un acercamiento clínico multidisciplinario en un paciente con una gravedad cosmética, funcional y vital variables.

En función de la localización de la lesión en la cara, se pueden dividir en tres regiones:

-El tercio superior o confluente cráneofacial, que incluye los hemisferios orbitarios superiores y sus contenidos, la unión de los huesos propios de la nariz con la cara, los arcos orbitarios del hueso frontal y la fosa anterior del cráneo. Su compromiso en un traumatismo puede involucrar estructuras del sistema nervioso central, los globos oculares, el sentido del olfato, hueso y partes blandas de esta región.

-El tercio medio o región maxilar, que incluye los huesos maxilares, palatinos, malares, lagrimales y arcos cigomáticos y estructuras como los senos maxilares y etmoidales, la arcada dentaria superior, las fosas nasales, hemisferios inferiores de las órbitas y su contenido, el paladar duro y blando.

-El tercio inferior o mandibular, que incluye fundamentalmente a la mandíbula, su aparato dentario, el contenido oral y orofaríngeo y las partes blandas perimandibulares.

El tratamiento de estas lesiones se lleva a cabo por el cirujano máxilofacial quien puede considerar necesaria la intervención quirúrgica para reconstruir el hueso fracturado mediante el uso de placas y tornillos.

Ojalá muchos conductores lean este artículo y conozcan que hay que respetar a los ciclistas. Nosotros también circulamos y somos frágiles, nuestra carrocería son nuestros huesos y el taller, el hospital.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios