Análisis

Fin de una década perdida

  • El crecimiento del 0,8% del PIB en el primer trimestre de 2017 eleva el anual hasta el 3%, pero lo más importante es que la economía española se desarrolla de forma sana y equilibrada

Stand de España en una feria económica

Stand de España en una feria económica

La economía española está cerca del final del túnel oscuro de una década perdida. El crecimiento de España sigue sorprendiendo, inmune a los crecientes riesgos de inestabilidad política. Según la Contabilidad Nacional, en el último trimestre, España habría superado el PIB que perdimos en el inicio de la crisis (1.124.347 millones de euros). El dinamismo del crecimiento desconcierta a los analistas, cuyas proyecciones se quedan cortas frente a la realidad. El crecimiento del 0,8% del último trimestre sitúa el crecimiento del año en el 3%, duplicando la media de la Eurozona. Pero lo más importante es que es un crecimiento sano, equilibrado e impulsado, no solamente por el consumo privado, sino también por las exportaciones y por la inversión empresarial. Del crecimiento anual del 3%, un 2,2% es debido a la demanda nacional y un 0,8% a las exportaciones. La inversión en bienes de equipo se dispara hasta una tasa anual del 5%, la inversión en intangibles crece al 4,2% y la construcción despega con una tasa anual del 3,8%.

Con todos los motores encendidos

España sale de la crisis con todos los motores encendidos, internos y externos .Nunca había sucedido. En otras salidas de la crisis, a medida que crecíamos impulsados por la demanda interna, la balanza comercial se deterioraba, con un mayor crecimiento de las importaciones que de las exportaciones. En esta ocasión no está siendo así. La leve desaceleración del consumo de las familias está siendo compensada por un mayor dinamismo de las exportaciones y la inversión empresarial. Las exportaciones han pasado de ser el 23% del PIB antes de la crisis, al 34% a día de hoy. Éste es el auténtico cambio de modelo que se está produciendo en nuestra economía: la internacionalización de nuestras empresas, gracias a las ganancias de productividad generadas durante la crisis y a la estrategia de diversificación internacional de nuestros empresarios.

Quizás esté pasando desapercibido el profundo cambio que se está produciendo en nuestro sistema económico, tanto desde el lado de la demanda, como de la oferta productiva. Desde el lado de la demanda, si comparamos el peso relativo de sus motores, antes y después de la crisis, nos encontramos con que la inversión en construcción (residencial y no residencial) es 90.000 millones de euros inferior que antes de la crisis. Reducción que viene compensada por el aumento durante la crisis de 75.000 millones de exportaciones de bienes y servicios. Y lo más importante, las importaciones han crecido 30.000 millones de euros menos que las exportaciones. Lo cual indica que hemos iniciado un proceso de sustitución de importaciones. Las preferencias se inclinan cada vez más por los bienes nacionales, gracias a su mayor competitividad en precio y calidad.

Si lo vemos desde el lado de la producción el cambio también es significativo. La construcción contribuye hoy al valor añadido con 57.000 millones de euros menos que antes de la crisis. También las actividades financieras y de seguros han perdido durante la crisis 16.000 millones de euros de contribución. Por el contrario los servicios profesionales, tecnológicos, comerciales logísticos y de transporte, de sanidad y educación, públicos y privados, contribuyen con 64.000 millones adicionales. Y la industria, que perdió gran parte de su peso en el inicio de la crisis, está recuperando lo perdido .De tal manera que ha alcanzado ya los niveles pre-crisis. Sin duda alguna gracias a las exportaciones y a la creciente internacionalización de la industria y los servicios.

Es muy probable que, en los dos próximos trimestres, se acelere el crecimiento de la economía española. Veo posible que se pueda alcanzar un crecimiento en el entorno del 3,4%. Por encima de las previsiones actuales tanto del Gobierno como de los organismos internacionales. Los motores impulsores seguirán siendo las exportaciones y la inversión empresarial. Todo dependerá de que el Gobierno y la oposición sean capaces de mantener la confianza de los empresarios y de los ciudadanos. Mantener esta confianza sólo será posible si se logra preservar la precaria estabilidad política del actual Gobierno y si la amenaza del independentismo de Cataluña no acaba destrozando la unidad de España. Tampoco nos debemos de engañar pensando que, con la recuperación del PIB de antes de la crisis, está todo solucionado.

Haciendo camino al andar

Queda mucho camino por recorrer. Probablemente hasta el año 2020 no habremos recuperado el nivel de empleo precrisis. Este año se van a crear 450.000 puestos de trabajo a tiempo completo. Todavía nos quedarán pendientes otros dos millones y medio. Si no se acometen eficientes políticas activas de empleo y se alcanzan acuerdos a través del diálogo social, la lacra que perdurará tras la crisis será el desempleo de larga duración y el paro juvenil. Es el problema más acuciante de nuestro país. Además durante la crisis el proceso de convergencia con Europa ha retrocedido. En el inicio de la crisis nuestra renta media per cápita era el 98,3% de la UE, hoy es el 93,6%. Por otra parte las amenazas externas persisten: los potenciales efectos negativos del Brexit, la inminente subida de los tipos de interés en Estados Unidos y la posible convulsión en los mercados financieros, el proteccionismo de Trump, las dudas sobre la economía China, la desestabilización política y económica de Brasil, las próximas elecciones europeas, el terrorismo internacional y los crecientes conflictos geopolíticos.

Uno de los aciertos de España en la salida de la crisis es la reducción del elevado endeudamiento externo, causa fundamental el estallido de la crisis. Empresas y ciudadanos estamos creciendo con menores necesidades de financiación. Producimos más con menos deuda. La dependencia de la financiación externa, que sigue siendo muy alta, se está reduciendo gracias a los superávits en la balanza en cuenta corriente. La productividad del dinero está aumentado. No podemos decir lo mismo del sector público, que todavía tiene que persistir en la reducción de su déficit estructural y de la deuda pública. En el último trimestre ha rebasado el límite psicológico del 100% del PIB. Para superar definitivamente la crisis se debe de conseguir la reducción y estabilización del endeudamiento público, seguir creando empleo y mejorar la productividad del sector público y del sector privado. Esto sólo se puede conseguir continuando con la reformas. Reformas pendientes que son el soporte del incremento de la productividad: reformando la educación y adaptándola a los retos tecnológicos y digitales del siglo XXl, liberalizando definitivamente los servicios, reduciendo la burocracia y garantizando la unidad de mercado en el territorio nacional, reduciendo y haciendo más eficiente la Administración Publica, ejecutando políticas activas de empleo para luchar contra el paro estructural e impulsando el tamaño y la internacionalización de la empresa. Un gran desafío que sólo se puede superar con un Gobierno estable y una oposición responsable, que piense más en España y sus ciudadanos que en sus propios intereses.

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