Tribuna Económica

La comunión de los santos

Qué mejor lectura en estos días de encuentro colectivo en las calles de Andalucía que el breve texto de María Zambrano, Para una historia de la Piedad, que editó en su día Salvador López Becerra. Para nuestra magistral filósofa, la piedad no es amor, ni compasión, ni caridad, sentimientos que tienen un filtro histórico cultural y religioso, y dan lugar a la filantropía, la cooperación o la justicia. Estas manifestaciones individuales, sociales y políticas se quedan cortas para definir y comprender la piedad, que es un sentimiento prehistórico, en la raíz del ser humano, por el que éste comprende a los demás, semejantes y diferentes, y a un mundo natural que no es humano y le resulta extraño.

Una vez que María Zambrano, en unas pocas páginas, nos hace pensar sobre lo que es tratar con lo diferente, lo que es radicalmente otro que nosotros, como forma de sentir la realidad heterogénea, penetramos fácilmente en el laberinto de reflexiones actuales sobre el profundo malestar de nuestra sociedad, que se manifiesta en la forma airada en que se vota a propuestas populistas cerradas en sí mismas -no buscando soluciones sino como una revancha-. El filósofo social conservador Roger Scruton, en un libro reciente, Naturaleza Humana, ha descubierto, sin citarla, a María Zambrano y su Piedad, y frente a las propuestas políticas de los conservadores liberales, elabora el programa de un conservadurismo diferente al actual. Ve una limitación en la identificación liberal de progreso económico y humano con la tecnología porque ésta explica la parte física y mental de la persona humana, pero no el espíritu por el cual cada uno, para bien o para mal, reconoce a los demás; ya lo decía poéticamente María Zambrano: "La luz que irradia el conocimiento exclusivamente racional, parece haber arrojado su sombra sobre la Piedad". La sociedad liberal se basa en la competencia y la individualidad, pero eso es una ficción, porque hay vínculos económicos, instituciones que imponen compromisos y obligaciones, además de derechos. Y, por último, la elección basada en los precios de mercado es útil, pero, como vemos con la educación o la sanidad, no todo lo que importa es negociable o se puede comerciar con ello.

La "comunión de los santos" es una cualidad espiritual, un sentimiento de los creyentes desde épocas inmemoriales, cuando comparten aspiraciones y experiencias a través de los tiempos. Las comunidades antiguas siempre han rezado por la paz y la defensa frente al miedo que inspira el enemigo, pidiendo, en suma, por la libertad. Estos días, creyentes y no creyentes, comparten sin duda experiencias en las calles de nuestras ciudades y pueblos, pero hay males profundos en nuestra sociedad en relación a las aspiraciones y expectativas frustradas de muchos sobre su progreso personal, que nos dividen y separan de una forma que resulta peligrosa para la cohesión social. Estas diferencias son las que se abordan con la piedad como práctica para sentir lo diferente, mucho más rica que el análisis económico y las cifras, sesgadas e incoherentes, que nos sumergen en una realidad que no sabemos bien interpretar sólo con la razón, y nos confunde.

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