Tribuna Económica

gumersindo ruiz

Sin inversión pública no hay turismo

Hubo una época, en las tinieblas de la crisis, en que se criticaba continuamente al AVE como ejemplo de inversión que no nos podíamos permitir, los asientos vacíos eran la prueba palpable de ese derroche, y se daban cifras sobre los costes de construcción y mantenimiento que nunca serían compensados pese a que las líneas tuvieran rentabilidad operativa. Hoy esa inversión se ve de otra manera, y aunque el viaje en AVE, con vagones atestados de gente ruidosa, ya no es la experiencia confortable de antes, no hacen falta muchos estudios para ver que las masas turísticas se absorben en España gracias a las inversiones públicas en carreteras, puertos, aeropuertos, tren, sanidad, seguridad, y otros servicios de salud, saneamiento, y agua.

Acabo de descargar el Informe de 387 páginas del World Economic Forum sobre competitividad en turismo y viajes, que sigue su línea de: "Adecuar el camino para un futuro más sostenible e inclusivo". En el índice de competitividad, España, por segundo año, es el número uno, seguido de Francia, Alemania, Japón -que sube- Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia, Italia, Canadá, y Suiza -que baja, porque viven muy bien, tienen una divisa apreciada, y no les interesa cualquier turismo-.

El índice se basa en cuatro grandes grupos de variables, que son, primero la facilidad de montar negocios en el sector (por ejemplo hoteles); seguridad, en el doble sentido de normativa protectora (edificios, consumo, jurídica), y activa o policial; salud e higiene; disponibilidad de recursos humanos; y tecnologías de la comunicación e Internet. Un segundo grupo son las facilidades de acceso al país (visados y fronteras), apertura internacional, competitividad en precios, y estado del medio ambiente. El tercero son las infraestructuras de transportes y servicios al turismo; y el cuarto, recursos naturales y culturales.

No cabe duda que en el crecimiento del turismo la iniciativa empresarial -local, pero sobre todo de fuera- tiene un papel destacado, organizando los recursos de capital y humano. Los responsables públicos del sector también incentivan mediante campañas la captación de turistas, pero esto tiene cada vez menos utilidad en un mundo en contacto permanente a través de plataformas de información, comunicación y contratación de todo tipo de servicios. Es obvio que el turismo no podría venir si no tuviera la infraestructura de acceso que lo permite, y en España se invirtió fuertemente, incluso en los primeros años de la crisis y hasta 2011, de una manera muy decidida. Ante este panorama, ¿hay alguna duda de la necesidad de buscar y presentar en Europa, a nosotros mismos, fórmulas inteligentes para meter en los presupuestos inversiones productivas?

Quizás los constructores de la Alhambra o de los Dólmenes, por ejemplo, se plantearon -o quizás no- en su día el coste de lo que estaban haciendo, que seguramente fue más a costa de unos que de otros; y sin embargo, si descontamos financieramente el flujo de ingresos generados por esas "inversiones", serían de las más rentables que han podido hacerse. Pero, como diría Michael Ende, esto es otra historia que habrá que tratar en otro momento.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios