balcón de notables | enrique sanjuán y muñoz. juez

"No se puede condenar a la muerte civil a una persona porque fracase"

  • El magistrado que promovió la puntilla al sistema armado para proteger a la banca del impacto de las cláusulas suelo advierte del poder de los 'lobbies' para frenar la acción protectora del Estado

Enrique Sanjuán, en esta imagen en la calle Larios, reconoce que después de 17 años Málaga es su ciudad.

Enrique Sanjuán, en esta imagen en la calle Larios, reconoce que después de 17 años Málaga es su ciudad. / javier albiñana

El 21 de diciembre de 2016, después de ocho años de crisis, desahucios y desempleo, las familias españolas recibieron de Europa una noticia formidable. Los bancos estaban obligados a devolver íntegros los importes cobrados por las cláusulas suelo que habían aplicado para no bajar los intereses de las hipotecas. Aquella decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que cerró el círculo tres años después de que el Tribunal Supremo declarara nulas estas disposiciones pero acotara la restitución del dinero ingresado a mayo de 2013, conmocionó a los consumidores e hizo temblar a la banca. Enrique Sanjuán (Loja, Granada, 1967) fue el responsable del terremoto. Este magistrado, afincado en Málaga desde hace 17 años, experto en derecho mercantil elevó al Tribunal de Justicia de la Unión Europea una consulta que dio al traste con la delicada componenda que se había armado en España para minimizar el daño por la devolución de las cláusulas suelo. Hizo la consulta porque dudaba de que fuese justo un arreglo que perjudicaba a los consumidores, igual que ahora duda de que se condene a la muerte civil a los autónomos y particulares que quiebran y defiende la dación en pago.

-En 2004 gana la plaza de juez de lo mercantil de Málaga. Un puesto disputadísimo, porque se presumía tan cómodo como distinguido, hasta que, claro, llegó la crisis..

-Y se colapsó. Bueno, en realidad se colapsó antes. Yo me fui en 2009 y la saturación era bestial.

-Ocho años después...

-Ahora mismo para que se pudieran salvar las empresas y el empleo Málaga necesitaría, como mínimo, duplicar el número de juzgados de lo mercantil y triplicar el número de plazas en la Audiencia.

-¿Cuánto se tarda en resolver un concurso de acreedores?

-La media teórica, según el Consejo General del Poder Judicial, son 1,7 años.

-¿Y la realidad?

-Tres, cuatro, cinco años.

-Así no hay empresa que se salve.

-Es difícil. Si se salvan es porque se dan tres factores: disponibilidad del juez, del deudor, y de los acreedores y administradores concursales. Cuando coinciden salvamos el 7% de las empresas, aunque no digo que ir a liquidación no sea también una solución. Salvar una empresa viable de un empresario honesto es importante, pero muchas veces si vamos a liquidación ayudamos a los trabajadores para que no se vean durante años en un proceso concursal, sin trabajo y sin poder cobrar. En este país tenemos dos problemas: nos falta cultura de insolvencia y la normativa, aunque ha evolucionado gracias a la Unión Europea, ha ido muy lenta. Un ejemplo es la segunda oportunidad de la persona natural.

-¿Qué es?

-La posibilidad de descargar de las deudas que no pueda pagar a quien caiga en insolvencia para que pueda comenzar de nuevo y no dejarle en la muerte civil.

-Es el caso del autónomo que fracasado el negocio pierde la casa, el coche y queda en la lista roja de los bancos.

-Y tiene que trabajar en la economía sumergida. Desde 2015 tenemos una norma para estos casos que no termina de ser tan buena como la que propone la UE. En la segunda mitad de este año se aprobará una directiva para que a esa persona se le facilite un nuevo comienzo. Pague las deudas que pueda y se le quiten el resto incluso cuando haya actuado de mala fe. ¿Por qué dejarle en la muerte civil? ¡Todo el mundo necesita una segunda oportunidad!, aunque en caso de mala fe haya habrá que controlarlo.

-Esa resistencia a la segunda oportunidad, ¿es comparable a lo que sucedió con las cláusulas suelo?

-Es que los lobbies aquí son muy fuertes, mientras que la Unión Europea es un sistema más social y protector del débil. No obstante, hemos empezado a cambiar de mentalidad. Hemos descubierto que cedimos competencias a la UE en 1985. Esto es lo que sucedió con las cláusulas suelo. La directiva que se aplicó la teníamos desde 1993, pero no nos habíamos dado cuenta. En 2013 mi compañero José María Seijo planteó el famoso caso Aziz que motivó un cambio radical en la normativa hipotecaria española que todavía se está discutiendo. Entonces la UE nos dijo que nuestro sistema hipotecario era muy malo y debíamos cambiarlo. Se modificó la ley para introducir estas referencias, pero en 2015 todavía discutíamos en los juzgados y tribunales si la cláusula suelo era o no retroactiva absoluta cuando se declaraba nula.

-¿Sintió vértigo cuando se produjo la sentencia y se empezó a valorar el golpe que suponía para el sistema financiero español?

-La cuestión prejudicial la planteé en marzo de 2015... En fin, es mi trabajo, es algo que no comentas, que saben las partes... La gente se dio cuenta en 2016. En septiembre el Tribunal Supremo suspendió todo lo que tenía pendiente, todos los agentes jurídicos estaban en ese momentos atentos, pero el abogado general [Paolo] Mengozzi emitió un informe raro y aquello creo que motivó algo muy grave porque las entidades financieras dejaron de negociar las cláusulas suelo creyendo que el resultado les sería favorable, hasta que se conoció la sentencia. Yo lo supe como a las nueve de la mañana de aquel día porque me llamaron de una radio... Era final de año y para el 31 de diciembre las entidades financieras debían proveer el quebranto. Aquello fue peligroso porque la fecha era mala, se dieron cuenta de que debían proveer muchísimo dinero, pero habían tenido dos años para ir solventando los problemas.

-¡Incluso podían no haber aplicado las cláusulas suelo!

-Las cláusulas suelo en sí son válidas. Es como si yo voy a un banco, me vende un producto pero me explica que me va a robar y yo lo entiendo... El problema es que la mayoría de los ciudadanos no tiene cultura financiera. Cuando uno contrata una tarjeta de crédito o banca por internet, por ejemplo, firma cosas con una letra muy pequeña... No conozco a nadie que se haya leído esa letra pequeña, pero ahí cuelan cláusulas como que te puedan clausurar la cuenta o que te cobren por notificarte por internet... Si te lees esa letra pequeña verás un montón de cosas que nadie te ha explicado. Es más, aunque la leas no serás capaz de comprenderlas. Entonces, ¿es válido lo que ha puesto el banco ahí? Sí, lo que no es válido es que no lo explique o que no lo explique para que se comprenda.

El magistrado Enrique Sanjuán durante la entrevista. El magistrado Enrique Sanjuán durante la entrevista.

El magistrado Enrique Sanjuán durante la entrevista. / javier albiñana

-O sea, que no aprendimos nada con las cláusulas suelo porque se siguen haciendo las mismas prácticas.

-Tenemos ejemplos en materia de telefonía, luz, préstamos rápidos, internet... En todos los ámbitos. Esto obliga al Estado a estar ahí para proteger al consumidor.

-Queda otro fleco. El Supremo ha dicho que los consumidores que reclamaron antes de diciembre de 2016, en virtud del principio de cosa juzgada, no pueden ahora volver a reclamar el importe que entonces no se devolvió.

-Con todos mis respetos yo no estoy de acuerdo en lo que dice el Tribunal Supremo. Creo que depende de cada caso y de cómo se plantee la demanda. El problema es que el legislador debió atajar este asunto y decir que la nulidad de las cláusulas significa devolver las cantidades en vez de aprobar el Real Decreto 1/2017 que no ha servido más que para entorpecer al consumidor.

-¿Falta valor y sobra miedo?

-¿En el gubernativo? Claro, estoy convencido que es por la presión de los lobbies. Ese decreto ha servido para marear al consumidor y a lo mejor para dispersar el quebranto bancario durante mucho más tiempo, y permitir a los bancos que se vayan recuperando poco a poco.

-Además, las demandas por cláusulas suelo que llevaban los juzgados mercantiles las verán a partir de ahora un juzgado único en cada provincia.

-Es una barbaridad.

-Solo en Málaga en junio se han presentado 1.000. Cuesta creer que derivar todos los casos a un único juzgado sea fruto de la ingenuidad.

-Bueno, la primera solución fue más graciosa porque se pretendía que fuesen los jueces de menores los que se hicieran cargo. Pero, fíjate el paso. De ser un asunto que conocían jueces especializados en mercantil, pasó a primera instancia y de ahí al juez único. O sea se ha vuelto al punto de partida, pero quitando al juez especializado en mercantil.

-¿Por qué?

-Porque estamos colapsados y se ha buscado esa solución en vez de crear más unidades [juzgados]. En Málaga parece que en septiembre saldrá un nuevo juzgado de lo mercantil. ¡Uno! Ahora mismo hay dos duplicados, pero solo se crea uno, en vez de crear como mínimo dos que ya se sabe que hacen falta. Además, todos los recursos suben luego a la misma sección de la Audiencia que está infradotada. Es la única con cuatro magistrados, aunque cuenta con dos jueces en comisión de servicios. Si hacen falta dos plazas, ¡créalas!, ¡mete un especialista!, resuelve con especialistas, no con parches para ahorrar dinero a costa de errores. El consumidor no se merece eso.

-¿Qué sucede entonces con el consumidor que reclamó las cláusulas suelo y solo le devolvieron desde mayo de 2013?

-Quien sabiendo la doctrina del Supremo reclamó hasta el 9 de mayo de 2013, podrá reclamar ahora lo anterior, pero el que lo reclamó todo y solo le devolvieron hasta esa fecha tiene un problema. Quizás habrá que preguntarle a Luxemburgo otra vez, ¿no? Alguno de mis compañeros lo hará. Se han planteado cantidad de cuestiones judiciales en los últimos dos años. Hasta el Tribunal Supremo ha elevado dos. Además, el Tribunal de Justicia de la UE ha dicho en la última sentencia que si un contrato se revisó por una sola cláusula, hay otras muchas que se pueden revisar ahora.

-Usted sacó al genio de la lámpara y ya no hay quien lo meta.

-Antes solo se podían oponer cuatro cosas por cláusulas abusivas, pero ahora te obligan a analizar todo el contrato.

-¿Se imaginaba el impacto emocional que causaría?

-No, eso lo descubrí después, cuando recibía cartas, llamadas y mensajes hasta a través del Facebook y el Linkedin de mis hermanas de personas dándome las gracias, algunas a pesar de que en su momento no les había dado la razón. Entonces, uno lo analiza y ve que se ha hecho justicia social, porque a veces hay normas que son legales pero no son justas.

-La dación en pago [entregar la casa para saldar el préstamo hipotecario] es una demanda que parece haberse diluido en el tiempo, ¿ llegará?

-Sin duda.

-¿Sí?

-Podrán negarse todo lo que quieran, decir que será traumático para el sistema hipotecario, pero lo cierto es que no es injusto. Tarde o temprano se establecerá un sistema por el que la garantía cubra la deuda. Si compro una casa, mi casa es la garantía. Vale, en vez de darme el 80% del valor, dame el 70%. ¿Acaso es injusto? ¿Qué es eso de tener que responder el resto de mi vida de una deuda después de entregar la casa? También se resistían a devolver las cláusulas suelo porque parecía que nos íbamos a hundir, pero las entidades financieras siguen ganando dinero, quizás no tanto, pero acompasemos el crecimiento que también los salarios han bajado.

-¿Por qué se hizo juez?

-Primero por la justicia social. Ves cosas que son injustas y te dices que quieres estar ahí... Era muy joven, tenía 13 o 14 años. Al principio piensas en la justicia penal, en castigar a los malos, pero luego ya te vas decantando. En realidad cuando empiezas en primero de Derecho se te quitan las ganas, pero en tercero empiezas a ver la luz y te das cuenta de que puedes ayudar, aunque desde luego si quieres ganar dinero, no te hagas juez.

-Pero en 2009 cuando, según dice, hasta la sala dedicada a asuntos urgentes estaba colapsada pidió una excedencia para ejercer la abogacía. ¿Tan quemado estaba?

-Sí. Había rechazado varias ofertas y empecé a pensar que lo estaba haciendo mal para mis hijas porque algunas eran muy interesantes y pensé que podía ayudar a que tuvieran mejores estudios. Entonces llegó una oferta del despacho Martínez Echevarría que no me obligaba a mover la residencia familiar de Málaga. Decidí probar con un contrato cerrado a dos años. Fue un pacto familiar.

-¿Valió la pena?

-Mucho. Gané aprendizaje y conocí a muy buenos profesionales.

-¿También valió la pena volver a la judicatura?

-Sí. Fue durillo. En la judicatura cuando vuelves te castigan bajándote en el escalafón según los años que hayas estado fuera. Primero estuve en el juzgado de lo social de Motril, después en el mercantil de Granada y desde hace dos años y medio en la Audiencia de Almería. Ahora estoy esperando a que se cree en Málaga la plaza especializada en segunda instancia.

-¿No sintió la tentación de quedarse en la tierra?

-En Granada lo pasé fenomenal trabajando pero mis hijas dicen que soy de Málaga y lo que dicen mis hijas es lo que vale. Yo ya soy de Málaga. Llevo aquí 17 años. Recuerdo que de pequeñito, cuando venía en verano con la familia, la ciudad era muy fea, pero ahora está muy bonita. Es la ciudad con más potencial económico de Andalucía, tiene una oferta museística importante, una Semana Santa bonita y diferente...

-Empieza a haber quejas por masificación del centro, como sucede en Barcelona.

-Viví en Barcelona un tiempo y siempre la he comparado con Málaga porque son ciudades cosmopolitas. Sí es cierto que en el centro hay mucha gente, pero tampoco es tan grave. Es bueno para una ciudad que vive del turismo, es una alegría... A lo mejor molesta un día de Navidad que vienes a ver las luces y no puedes, pero no he notado que haya un exceso de turismo.

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