La lectura de Ternura, de Gabriela Mistral, le inspiró hace décadas. Tras estudiar los vacíos interiores, las soledades y otros males actuales, ahora, como ya hicieron los poetas, firma su Elogio a la ternura (Almuzara). Una palabra que se usa desde el siglo XIII y que el desamor se ha encargado de borrar.
-¿La ternura está en peligro?
-Todavía está muy ausente en las personas, sobre todo, en la edad adulta, pero va a mejor, va creciendo y cada vez hay más hombres, sobre todo, que se interesan por recuperarla en sus vidas.
-¿Es más cosa de mujeres?
-La mujer entiende mejor la ternura. Es discutible, pero yo creo que hay una predisposición temperamental, cerebral, a que sea más tierna, igual que siente su instinto maternal. Lo peor es la estupidez del varón de creerse que ser tierno es rechazable porque es femenino.
-La palabra tiene un matiz de fragilidad: la mujer tierna es débil y el hombre, ambiguo .
-La ternura no es debilidad, aunque en el diccionario tiene ese significado también. Pero es una lástima que las personas no sepan entender que se puede y se debe ser tierno. La gente está deseando que se le mire con afecto y acercamiento. Todos necesitan dar y recibir ternura y hay que perder la vergüenza.
-Siempre se relaciona con un niño, ¿tiene la ternura edad?
-No. A los dos meses de vida hay un diálogo precioso: la madre coge al niño, lo mira, toca, achucha y le dice ¡ay mi niño!. Eso es ternura: una sonrisa, una mirada, una caricia, una palabra. Son caminos que se van perdiendo en la adolescencia, cuando tanta falta hace, por vergüenza, y en la edad adulta se mantiene en la pareja, al principio, y luego desaparece.
-¿A qué da paso?
-Al desamor, es antiternura porque sigue los mismos caminos, pero al revés. Es frialdad, rechazo, alejamiento, silencio, desconfianza...
-A veces suena a poesía.
-A cursi, pero no lo es. Aunque los poetas son los que mejor entienden la ternura. Bécquer ya lo decía: Por una mirada, un mundo/por una sonrisa, un cielo/ por un beso... No hay que estar en éxtasis, ternura es darle un fuerte abrazo a un amigo o un beso.
-Hay obstáculos culturales.
-En algunas culturas se puede entender como incitación al sexo, en el sur de Europa el contacto es más cercano.
-¿Hay personas más capacitadas para expresar ternura?
-Sí, al igual que las hay más bellas o más simpáticas. Eso se nota a la legua. Y hay quien no puede expresar ternura. El nombre técnico es alexitimia, dificultad para la lectura de los sentimientos.
-¿Y no sienten?
-Hay parejas que se atraen sólo por el sexo. Su convivencia no puede ser buena sin comunicación afectiva. El desamor lleva a la infidelidad, que es falta de fe.
-¿Es algo religioso?
-La ternura está en la caridad cristiana y también en la compasión y simpatía de la espiritualidad oriental.
-El desamor va en aumento.
-Y los divorcios.. Yo hablo de la pareja Ikea, que aplica a su relación este esquema: cambio, barato y libertad. En el plano comercial ha tenido mucho éxito, pero no hablamos de muebles sino de personas. La gente dice que tiene libertad para cambiar de pareja cuando quiera y por poco coste. Pero las heridas del desamor no salen baratas. Hoy se dice muy pronto que se han enamorado, pero eso no es querer.
-¿Qué es querer?
-Querer viene de quaero, como curar, que significa atender atentamente a quien tiene una enfermedad, quitarle conflictos. En los pueblos aún se dice esos dos se quieren. Es menos confuso.
-Hay mucha confusión social.
-Mucha gente dislocada, fuera de su sitio. La gente no se comunica ni expresa y eso deriva en depresión. La OMS dice que es el gran problema del siglo XXI. Nunca ha habido tanta tristeza severa.
-¿La ternura la curaría?
-No es una medicina que lo cura todo, pero muchos problemas se aminorarían. Suena a sermón, pero hablamos de cosas que afectan a todos.
-También a los niños, ¿no?
-Crecen en el desamor y todo eso deriva en odio, que lleva al extremo de la violencia de género.
-¿Y se puede enseñar a expresar y sentir ternura?
-Claro. Están proliferando, también en España, asociaciones tipo Cuddle Party que fomentan reuniones para expresar y transmitir ternura. No son fiestas para ligar, es algo que va más allá del sexo.
-¿Hay formación para ello?
-No, pero sí mucho interés. Ahora hacen falta auténticos pedagogos que enseñen a dar y recibir ternura, no es fácil. Habría que empezar por la familia y la escuela.
-¿Seríamos más felices?
-Sin duda. Pruébenlo.
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