España

La AVT y lo que no puede ser

Ante un proceso electoral, las organizaciones que conforman la sociedad civil pueden optar libremente por apoyar a un partido o mantener la neutralidad. Las dos posiciones son legítimas y respetables.

Ante las elecciones del próximo 9 de marzo, muchos cantautores, actores y escritores, que conforman el variopinto y disperso mundo cultural español -destacan Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Pedro Almodóvar, Ana Belén, Víctor Manuel, Concha Velasco, Miguel Bosé, José Saramago y Günter Grass- han apoyado a Zapatero a través de un plataforma. Y ésta ha editado un vídeo el que todos aparecen diciendo "presidente Zapatero" en el lenguaje de los sordomudos: una C con los dedos índice y pulgar sobre la ceja y la parte inferior de la órbita del ojo. El equipo de campaña del PP anduvo rápido de reflejos, y relacionó la C con canon digital. Rajoy hizo el resto: "Los que apoyan a Zapatero apoyan el canon digital, y yo lo voy a quitar". Todo eso es lícito, y, además, los populares estaban en su derecho de replicar porque los artistas les tacharon de "turba de mentirosos".

En el otro lado de la sociedad civil, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) apoya claramente al PP, que ha sido el único partido del arco parlamentario español que rechazó abiertamente la negociación con ETA durante la fallida tregua. Hasta aquí todo perfecto. Pero lo que no parece de recibo es el espectáculo que está dando la AVT en los últimos días en un intento de notoriedad política lamentable. Ayer mismo planteó dos recusaciones contra el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón para apartarle de los procesos que sigue contra Askatasuna y el aparato de extorsión de ETA.

Las manifestaciones de Carlos Ábalos, miembro de la Junta Directiva de esta organización y sustituto de su presidente, Francisco José Alcaraz, en la comparecencia judicial, no tienen ni pies ni cabeza. Que la AVT critique la política antiterrorista del Gobierno durante la tregua, pasa. Es humanamente comprensible que una organización compuesta por familiares de víctimas de esta banda criminal, rechace cualquier tipo de negociación con ella. Pero que, cuando policías y guardias civiles están deteniendo a presuntos miembros de ETA, jugándose la vida en la mayoría de los casos, portavoces acreditados de esta organización digan que son "actos electoralistas", está fuera de lugar. Y que intente recusar al juez que sólo busca la condena de estos malhechores porque "desde el proceso de negociación está a favor del Gobierno socialista", también.

Bien harían los dirigentes populares en explicarle a la AVT que el terrorismo volverá a ser una cuestión de Estado, y que habrá que tratarlo con máxima discreción y mucha seriedad. Cuanto antes lo hagan, antes evitaremos que una asociación cimentada sobre la sagrada memoria de las víctimas de la barbarie, se convierta en un grupo de exaltados que no sabe quién es el verdugo.

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