Pertenece a ese reducido grupo de elegidos que forman parte de la Historia de España del siglo XX. Su mérito no se entiende en términos individuales sino más bien colectivos, pues se trata de uno de los siete componentes del equipo político que alumbró la Constitución hace ya 30 años.

Todavía en la estela de ese aniversario, que se conmemoró el pasado 6 de diciembre, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, hoy académico número 1 de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, subrayó la "vigencia" de la Carta Magna en territorio nacional y, especialmente, en terreno internacional, prisma desde el que examinó su legado político en la conferencia que pronunció ayer en la sede de la UGT de Sevilla.

En este contexto, el ex miembro de las extintas UCD y AP, y también diputado con el PP, defendió un pacto de Estado en política exterior porque, según manifestó, "las relaciones internacionales no pueden ideologizarse desde el punto de vista político, ni manipularse, sino que tienen que ser relaciones de Estado". Coincidía así con la propuesta lanzada en las últimas generales por el PP, que luego compartiría también en campaña el PSOE, de pactar la bilateralidad. En las antípodas de ese entendimiento, que conecta con su concepto "conciliador" de la política, situó la etapa de Gobierno de José María Aznar, con el que llegó a coincidir en el Congreso de los Diputados.

En ese tiempo, según relató, las relaciones con países como Cuba o Marruecos fueron "dramáticas, como tantas otras relaciones de la época". "Sólo en el aznarato esa continuidad se rompió, y se quebró porque todo se quebraba", dijo. El ex dirigente del PP ironizó con su condición de liberal, no hasta el extremo de que "el mercado sea sustituido por un rastro sin control ni norma", y minimizó su papel y el de sus compañeros en la Transición; "los constituyentes fuimos una especie de parteros de un embarazo que era parte toda la sociedad".