Reportaje

El bolsillo es el que manda

  • Las casetas con precios populares triunfan frente a las muchas que aplican subidas Los primeros se frotan las manos y los segundos se lamentan

Algunos caseteros se han anticipado, otros han sabido rectificar a tiempo y la mayoría se lamenta después de dos días en blanco sin hacer nada. La Feria se mueve, en cuestión de precios, por encima de la media de los establecimientos hosteleros de la ciudad, aunque hay casetas para todos los gustos y bolsillos.

En líneas generales, los caseteros han optado este año por aplicar subidas sobre unos precios que para la mayoría de los jerezanos son desorbitados. La cerveza y los refrescos se cotizan a 1,50 euros, la media botella a siete euros, la jarra de rebujito oscila entre los nueve y los diez euros... y las raciones van desde los 12 a los 15 euros.

Pero mientras muchos caseteros se lamentan de la falta de clientela en los primeros días de Feria, los que han sabido adaptarse a las dificultades económicas del momento doblan y triplican mesas en las horas punta de la comida, en las que registran llenos totales con ofertas y unos precios un 20% por debajo del promedio en el González Hontoria.

El boca a boca funciona, y se nota en la caja de las casetas que tienen la bebida mínima en 1,20 euros, en seis euros la media botella de vino y en ocho euros la jarra de rebujito. Y las raciones, pues en Feria no se estila la tapa, se mueven entre los siete y los diez euros.

Hay casetas incluso más baratas, en este caso enfocadas al público más joven y en las que la comida brilla por su ausencia. En la zona de movida, por ejemplo, los caseteros compiten por la mejor oferta en macetas, con precios que van desde los 2,50 euros para el rebujito y las marcas blancas de bebidas espirituosas -whisky, vodka, ron, ginebra...- a los seis euros el litro de primeras marcas. También son habituales los carteles de ofertas especiales de 2x1, que abaratan aún más los precios de las bebidas en las casetas juveniles, muchas de ellas cerradas hasta bien entrada la tarde.

También hay casetas que seleccionan a su clientela con precios inalcanzables, como ocho euros el gazpacho y 60 el cuarto de langostinos de Sanlúcar, por supuesto cogidos a mano uno a uno. También hay quien ironiza sobre los caracoles, "ibéricos" y "rellenos a mano" según reza en algún cartel.

La diferencia entre unos y otros se aprecia a simple vista. En las casetas con precios populares es difícil coger mesa desde primeras horas de la tarde, mientras que en las que justifican los altos precios con el coste que tiene el montaje, el género y el personal, los camareros están de brazos cruzados sin saber muy bien que hacer a la espera de que entre el primer cliente.

Algún casetero, de la segunda tanda, confiesa a este periódico que de mantenerse en las próximas horas la escasez de público tendrán que prescindir de algún camarero. Igual en los que se han anticipado para adaptarse a la crisis necesitan personal extra para hacer frente a los días grandes.

Hay excepciones, en este caso de los caseteros que se las ven venir y han reaccionado sobre la marcha para bajar los precios. "El beneficio no está tanto en el margen sino como en la afluencia", indica uno de estos caseteros, que cambió ayer de estrategia tras día y medio de paseos aburrido por la Feria viendo lo que se cuece en el Real.

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