Feria de Los Barrios

La juventud abarrota el ferial

  • La jornada del viernes apunta maneras de cara al fin de semana con casetas llenas y baile hasta altas horas de la madrugada. El buen ambiente marca el ecuador de la fiesta

Viernes. Paso del ecuador ferial superado y con nota. Una multitud llenó ayer desde primera hora de la tarde el recinto ferial de Los Barrios. Jóvenes, mayores, familias, solteros, divorciados... el nexo era el interés por disfrutar hasta que los pies no dieran más de sí de la primera tarde del fin de semana.

Al igual que el jueves, un grupo de jinetes aprovechó las primeras horas de la mañana para lucir sus caballos aunque lo limitado del horario, por motivos de seguridad, desluce el esfuerzo de quien prepara y mantiene durante todo el año al equino y que gustaría de tener más horas para pasear por el recinto con su corcel.

El ambiente comenzó a caldearse en torno a las dos, cuando familias al completo comenzaron a llenar las casetas para compartir el almuerzo. Grupos de amigos y compañeros de trabajo hacían lo propio mientras que el frenesí se desataba en las cocinas. Tortillas, pinchitos, frituras de pescado y mucha bebida son básicos para comenzar una larga tarde de rumbas, sevillanas y canciones de moda. La feria barreña, gracias a la bonanza climatológica -sin excesivo calor- se está orientando en los últimos años al ambiente del mañaneo y de tarde. Grupos que llegan para almorzar o justo después y que se recogen en las primeras horas de la madrugada. Pero siempre hay quien tiene cuerda para rato y se encarga de cerrar las casetas bailando hasta la madrugada.

Baile, mucho baile. Coordinado o no, la cuestión es mover el cuerpo al son de la música. Y mientras el público bailaba en las casetas, dos bailarines se contorneaban al ritmo de la música de Rihanna en la de Los Churrascas. Un tórrido striptease que pilló desprevenida a una joven, cuya falda fue subida varios centímetros por el bailarín mientras que la "asaltada" no podía ocultar su sorpresa ni el rubor. Entre el público, un jaleoso grupo de mujeres animaba el cotarro, con anciana de más de 90 años incluida. La feria y el sexo no entienden de edades, cualquier momento es bueno.

En la zona de atracciones, los más pequeños ya sin clases hasta el martes comenzaban a gastar las fichas para desesperación del bolsillo de sus progenitores. Tiovivos, coches de choque y el barco pirata resultaban de lo más demandado.

Y, como siempre, la feria agudiza el ingenio. Una de las novedades de este año en cuanto a negocios se encuentra en la heladería situada en el Paseo de Caballos. El comercio ha puesto a la venta durante esta semana una granizada de rebujito, aún más refrescante, si cabe, que la fórmula original de mezclar vino fino con refresco de lima limón.

La feria, así mismo, ha ganado este año en unidad de conjunto e imagen con el cambio de ubicación de los carromatos de los feriantes. Este año se ubican a una manzana de distancia, en una zona parcelada, con acerado, luz y desagües, pero donde aún no se han construido viviendas, lo que contribuye a eliminar imágenes como una lavadora en la puerta del instituto Carlos Cano que el año pasado recibía al visitante que se dirigía a la plaza de toros La Montera. Los cambios, en esta ocasión, son a mejor.

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