Día idóneo para disfrutar del espectáculo de la velocidad en las alturas. Este domingo 12 de septiembre amaneció luminoso, despejado y con menos viento que en jornadas precedentes, un marco ideal para la celebración del III Festival Aéreo de Cádiz. En torno a 190.000 personas, 70.000 menos que el pasado año, disfrutaron del espectáculo desde la arena de la playa de la Victoria.

La playa, a rebosar. /Julio González

Gaditanos y visitantes miraron al cielo buscando aviones, helicópteros y paracaidistas. Todos tuvieron su momento de gloria en un espectáculo que comenzó de la mano del imponente helicóptero SAR del Ejército del Aire y que terminó con dos de las novedades de la presente edición, el acróbata Ramón Alonso, todo un campeón del mundo, y la patrulla Aspa de helicópteros.

Puntualmente, desde las doce del mediodía, los pilotos han ido dibujando trazos en el cielo con el rebufo de sus aeronaves, algunos ya vistos en años anteriores y otros recién imaginados para la ocasión. Aunque ahí en las alturas estén solos, también saben trabajar en equipo y buena muestra de ello fue ver en acción a la patrulla Jacob, cinco naves que se mueven como una y que, como novedad, contó con la colaboración de Ramón Alonso, que siguió su estela demostrando sus habilidades como acróbata.

Pasadas las 12:30, el impresionante Harrier, el rey de esta selva en las alturas, dominó todo el cielo con su estruendo llevando a cabo maniobras impensables para una nave de tal envergadura. Tras un pequeño descanso, las naves volvieron a surcar el cielo gaditano para el disfrute de los presentes con giros, pasadas y rasantes imposibles. Y ya a modo de conclusión, la debutante patrulla Aspa realizó su singular coreografía sobre las aguas de la Victoria.

Al filo de las 14:30 la playa recuperó el silencio, más allá del bullicio del público allí concentrado, y los aviones se despidieron del cielo gaditano, al menos hasta el próximo año.