El reportaje

México, también baila por bulerías

  • Un grupo de diez niñas mexicanas de entre 10 y 16 años disfruta en la ciudad de los cursos organizados por el Teatro Villamarta en el marco del Festival gracias a la empresa alicantina de viajes Class Spain

 El Festival de Jerez ha cumplido su mayoría de edad en esta, su XVIII edición. Entre volantes, mantones, zapateados y quejíos que pellizcan el alma (unos más que otros), el flamenco se ha vuelto a vestir de largo en Jerez. Y otro año más, como es tradición, la fiesta se ha extendido más allá de espectáculos y tablaos, la organización se ha volcado para ofrecer un amplio programa de cursos a todo aquel que quisiera aprender de este arte en un marco inmejorable.

De esta forma, es el segundo año que la empresa alicantina Class Spain se interesa por el Festival de Jerez. La entidad es una agencia de viajes especializada en la organización de cursos de idiomas y programas de formación en el extranjero. Su objetivo es la de proporcionar al máximo el conocimiento del idioma y de la cultura de los países. De esta forma, la empresa se puso en contacto con la Academia Triana, de México D.F., para proponer viajes a distintos países centrados en idioma y cultura de la danza. De esta forma, el flamenco no podía estar centrado en otra ciudad que Jerez y en mejor momento que el Festival flamenco.

De este modo, es el segundo año que la directora de la Academia Triana, María del Carmen Valdés, visita con sus alumnas el Festival de Jerez. Así, Class Spain es la única agencia de este tipo que ha ofertado este tipo de cursos a estudiantes tan jóvenes. Concretamente, el grupo que ha pasado esta pasada semana en Jerez está compuesto por diez niñas con edades comprendidas entre 10 y 16 años.

Valdés recordaba la primera vez que las organizadoras de esta agencia llamaron a la puerta de su centro. “Me ofrecieron viajes centrados en hip hop y directamente les dije que lo que me interesaba era el Festival Internacional de Jerez. Ellas no lo conocían, comenzaron a investigar y formamos un grupo piloto que llegamos hace dos años a Jerez. No sabíamos ni a lo que veníamos ni qué éramos”, recordaba divertida al contar cómo fue la primera clase a la que acudieron sus alumnas. “Nos miraban rarísimo y nos decían que por qué había niñas. Cuando comenzaron a bailar y vieron el nivel y que podían seguir las clases, Jerez nos acogió, nos quiso y fue una experiencia inolvidable. Por eso hemos vuelto ahora con mucho más conocimiento de causa”.

Además de ser la directora, María del Carmen lleva más de 25 años como profesora de flamenco y ya había visitado Jerez anteriormente. “Mi mamá en vez de mandarme a Estados Unidos a aprender inglés, me mandaba a España a bailar”, bromeaba.

Tras ese ‘conocimiento de causa’, Valdés aseguraba que “este año están yendo las cosas mucho mejor, entendemos la metodología de las clases, la estructura... porque aunque todos hablamos en castellano, utilizamos palabras diferentes que no entendíamos. Hoy llevamos el mismo código de comunicación”.

Respecto a la comparación entre sus clases en Méjico y a las que han asistido en Jerez, la docente expresaba que “¡menudo paquete me han dejado! En Jerez, las clases son bien fuertes. Ahora mis alumnas quieren tener el mismo nivel en Méjico y me han pedido profesores de altura. Se quieren llevar profesores, cantaores, palmeros...”. Valdés reconocía que en el país Latinoamericano “estamos ávidos de flamenco. La gente se presenta cantando en cualquier sitio y nos presentamos a escucharlo, sea bueno o malo, ¡lloramos de la emoción al ver flamenco por cualquier esquina de Jerez! Nos invitaron el otro día a la Guarida del Ángel y las niñas bailaron rumba en el escenario. Vieron nuestro amor por el flamenco y no podían creer que hubiéramos cruzado el charco para venir solo una semana”.

Aunque no solo de flamenco han vivido estas niñas. Durante su estancia en Jerez han hecho varias visitas por la ciudad y alrededores. De esta forma han visitado González Byass, la Pinacoteca, la Real Escuela Ecuestre, la Catedral, el Alcázar e incluso han pasado un día en Cádiz. Como posible objetivo, Valdés se planteaba “traer a los padres de estas niñas a la Feria del Caballo en mayo para que vean el porqué de nuestro amor por el flamenco”.

Las tres más pequeñas del grupo, Isabel, Jovanna y María José recibieron clases en la academia de baile de A. Peña y P. Ogalla, en la calle Salas. Tras salir del curso, con nada menos que el maestro de maestros Juan Parra, las tres se mostraban encantadas con su visita a Jerez.

Isabel, con 11 años, explicaba que su amor por el baile flamenco viene “porque me gustan los movimientos de los brazos y el zapateo que hacen. Me encanta que cada quien puede bailarlo e interpretarlo como él quiera y se sienta. Si estás enojado lo puedes hacer enojado y si estás feliz lo puedes hacer feliz”. Jackie, su madre, explicaba que para ella “era muy importante que bailaran, por lo que estaba apuntada a ballet en la Academia Triana. Un día escuchó un zapateado de una clase de flamenco y tras abrir las puertas de la clase me dijo: ‘Mamá, yo quiero eso’. Y siete años después, aquí estamos”.

Jackie expresaba su fascinación con el programa de Class Spain porque “me gusta mucho que combine el aprendizaje de bailar con el conocimiento de otra cultura y cruzándolo con el interés de las niñas, el baile”. “En Méjico, el flamenco se considera algo  español y lo vemos muy, muy bonito y diferente a lo nuestro”, mencionaba Jackie.

Isabel mencionaba que aunque en Méjico había bastante cultura respecto al flamenco, “en Jerez se pueden ver cosas que allí no y viceversa”. En el caso de su compañera de curso, Jovanna, el choque cultural es aún mayor, ya que además de ser de nacionalidad mejicana, su madre es cubana. Con tan solo diez años explicaba que “mi hermana baila flamenco y me daba mucho gusto como se movía, por lo que decidí aprender”. Sandra, su madre, decía que “la mayor se metía en clase de flamenco en el colegio, por lo que una amiga me sugirió meterla en una escuela de flamenco y empezó en Triana. En el 2012 también estuvimos en el Festival. Nos encanta Jerez, la ciudad es linda, hay una gran energía”.

Sandra explicaba que en la otra ocasión “fuimos a Sevilla, aunque ahora está siendo más enriquecedor porque estamos yendo a los tablaos y los espectáculos del Festival en el Teatro Villamarta”. La tercera de las pequeñas que completa el cartel es María José, también con once años. Aunque es de nacionalidad mejicana, tiene sangre española en las venas. Explicaba su primer contacto con el flamenco fue porque “en primer lugar, tengo raíces españolas. Mi abuelo es español y también, en parte, mi papá siempre quiso que bailáramos flamenco. Mi hermana grande y yo un día probamos y nos encantó, por eso seguimos después de siete años”. Sin embargo, no es la primera vez que visita España. “Hemos estado en Madrid, Barcelona, Sevilla, Santander... Me gusta bastante el país, las ciudades están padrísimas y cada una tiene algo diferente”.

Sobre los espectáculos en el Teatro Villamarta, María José comentaba que lo que más le ha gustado es “que te muestran como todo lo puedes hacer sin límites”. Eso sí, “cuanto más zapateado mejor”, se decantaba. 

Juan Parra, el profesor de las pequeñas, comentaba que “tras cuarenta años enseñando a gente de todas las nacionalidades, ya no me sorprende ver a gente de todo el mundo entre mis alumnos”. El jerezano recordaba que su academia es la más antigua de Jerez, que decidió montar después de trabajar por todo el mundo. 

En todos estos años, Parra ha visto un cambio desde que se asentó el Festival de Jerez. “Antes, siempre íbamos a dar muchos cursos a otros países. Sin embargo, desde que empezaron los festivales, la gente se ha integrado más por la ciudad en sí y ahora son ellos los que vienen”. Antes, las clases estaban más envejecidas porque “los medios de viaje eran más difíciles. Hoy está todo muy acondicionado para todo el mundo. Hay personas que son muy buenos, y más ahora la juventud que tiene todas las facilidades. Antes aprendíamos de lo que veíamos y poquitas clases que podíamos dar”. El docente explicaba alegre que “hay quien se lleva todo el año ahorrando para venir al Festival. Vienen, aprenden una coreografía y están todo el año enseñando esa coreografía en su país, comiendo de estos días que pasan en Jerez”.

Aunque lleva la humildad por bandera, Juan Parra, explicaba que la mayoría de todos los profesores que dan clase ahora mismo “han sido alumnos míos, directa o indirectamente, porque si alguien a quien le he dado yo clase monta una academia, ¡al final está enseñando también algo mío!”, bromeaba.

El grupo de niñas y la profesora bromeaban con una anécdota que les ocurrió durante su estancia. “Después de cenar, sobre las dos de la mañana decidimos ir a la plaza de las Angustias, que nos pillaba junto al hotel, a bailar sevillanas formando un escándalo horroroso. Pusimos las bocinas y bailamos rumba. Claro, los vecinos se quejaron y no entiendo por qué, ¡si era lunes!”, explicaba divertida, aunque intentaba mostrar seriedad al contar que “llegó la Policía y cuando vio el grupo de niñas pequeñas y las mamás no sabían qué hacer. Nos dijeron: ‘Perdón que las moleste, pero es que hay mucho ruido y se han quejado’. Yo les dije que no pasaba nada, que nos íbamos. Se debía pensar que éramos un grupo de adultas, pero cuando nos vio, le debimos despertar miedo”, comentaba entre risas.

De esta forma, Class Spain cierra otra edición habiendo promocionado el Festival y la ciudad por otros lados del mundo. Desde la empresa, anunciaban que ya están barajando grupos para el año que viene, con gente de Toronto y Venezuela. Visto el éxito, incluso están buscando locales para asentarse en la ciudad.

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