La crítica

Nuevas alas para la danza

  • El espectáculo programado anoche ofreció de manera sintética un recorrido ágil y dinámico por dos siglos de escuela bolera

El recuperado interés por revitalizar la escuela bolera empieza a dar sus frutos tras años de abandono y olvido generalizado. Al margen de los nombres clásicos habituales en estas lides que acuden al Festival de Jerez con regularidad, como puedan ser Aída Gómez y Antonio Márquez, cada vez son más los intentos por desterrar definitivamente tópicos y ventilar esta rama de la danza española más allá del costumbrismo y lo kitsch. Bajo este contexto, muDANZAs BOLERAs 1812-2012, el espectáculo programado anoche en el principal escenario de la muestra jerezana de baile flamenco y, ojo, danza española, ofreció de manera sintética un recorrido ágil y dinámico por dos siglos de escuela bolera aunque con un enfoque más actualizado y renovador del género, lo que siempre entraña sus riesgos. El sevillano Francisco Velasco, al que disfrutamos hace unos años en La Compañía junto a Lola Greco en Deóperaflamenco, y la barcelonesa Penélope Sánchez son quienes marcan el ritmo de una producción coral de limpia escenografía en la que se suceden vertiginosas las entradas y salidas, las transiciones, y donde el elenco de fibrosos y atléticos bailarines son exigidos al máximo en un alarde de técnica y refinamiento.

Con una composición musical en off difícilmente equiparable a algunas de las piezas originales, esta revisión también está muy marcada por un afán teatralizador que sólo funciona en contadas ocasiones. Hay cierto punto de partida argumental algo pretencioso que rápidamente se evapora y casi todo transcurre en un espacio que bien pueda ser academia o camerino en el que los componentes de una troupe de bailarines preparan sus números coreográficos. De hecho, en el arranque del montaje, tras la densa neblina de la batalla que simboliza el principio del fin de la dominación francesa (que dejó toda una sana contaminación de movimientos, pasos y mudanzas), el elenco se sitúa de espaldas al público para saludar a otro patio de butacas imaginario que acaba de asistir a la representación.

A partir de ahí, el trabajo funciona más como suite generosa con un ramillete de algunas de las danzas más reconocidas del género (cachucha, ole de la curra, jaleos, fandangos...) que como obra que cabalga entre la danza-teatro. El número de El vito, con ese Velasco que desdobla su personalidad entre el actor que hace de beodo y el bailarín que borda sus pasos etéreo y sobrado en su ejecución, funciona esmerado y con gracia, mientras que otro de los números teatrales más logrados es en el que Velasco prepara y da cuerda a sus bailarines transformados en muñecos. Una escena que necesariamente nos retrotrae a Muñecas, una de las obras maestras de Dospormedio, la talentosa compañía de Rafa Estévez y Nani Paños. Dos creadores muy preocupados, por cierto, por refrescar la danza española más tradicional desde un concepto innovador y con un discurso teatral al que muy pocos por ahora son capaces de llegar. Veremos qué depara el futuro: siempre hay alas y halos.

Baile

muDanzas boleras 1812-2012           

El romancero: Francisco Velasco (artista invitado). Maestra de baile ‘La campanera’: Penélope Sánchez (artista invitada). La maja: Elena Miño. El Torero: Daniel Morillo. La Francesa: Myrian Manso. El Majo: Sergio Bernal. Músicos en grabación sonora. Piano: Héctor Pérez. Violoncelo: José Carlos Roca. Arreglos de cuerda y guitarra flamenca: Paco Cruzado. Flauta travesera: Manuel Mogeda. Bandoneón: Luis Caruana. Marimba: Juan Antonio Delgado. Percusión: Agustín Diassera. Orquestación: Héctor Pérez. Idea original y dirección artística: Sharon Sapienza. Guión: Juan Vergillos, Sylvie Nys. Coreografía: Francisco Velasco. Composición musical: Agustín Diassera, Paco Cruzado. Asesora de dirección artística, musical y coreográfica: Rocío Coral. Dirección teatral: Sylvie Nys. Investigación y documentación: Juan Vergillos. Diseño de iluminación: Olga García (AAI). Diseño de vestuario: Carmen de Giles. Diseño de sonido: Rafael Sánchez. Regiduría: Agnethe Tellefsen. Lugar: Teatro Villamarta. Día: 5 de marzo. Aforo: Lleno.

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