Festival de Jerez

Paz interior, improvisación, futuro disco y...Tomasito

  • Juan Diego advierte de que su espectáculo “no va destinado a impresionar a nadie, sino a tocar la fibra del corazón”

Por regla general es difícil que el grueso de un espectáculo de Villamarta se conceda a un guitarrista, pero este año, el Festival decidió innovar una vez más y ofreció dicha enmienda a Juan Diego Mateos, un músico jerezano que poco a poco alcanza su madurez profesional. Para ello ha puesto en funcionamiento a un grupo de once artistas bajo su mando aunque eso sí, con la libertad absoluta de dar forma a sus composiciones.  

Quedan pocas horas para el gran día y los últimos flecos se revisan en la sala anexa al teatro. Son apenas cuarenta metros cuadrados, lo suficiente para finiquitar un montaje que nació, según comenta el propio guitarrista, “de un espectáculo que yo grabé en DVD para la marca de sonido americana Bose. Hemos tenido que retomarla y hacer algunos cambios pensando en el directo. Por ejemplo, en principio lo que grabamos duraba 55 minutos y ahora durará una hora y veinte minutos más o menos”.

 

Pese a no gustarle demasiado erigirse en protagonista absoluto, el jerezano impone su criterio en la mayoría de situaciones y arropado por Adela Campallo y Ángel Muñoz da forma a Inspiración, una creación “en el que todos los elementos que van a colaborar tienen su sitio para poder expresar libremente, cada uno dará lo que piensa. Aunque está atado a una dinámica preestudiada, cada artista tiene su libertad a la hora de expresarse a su manera, no hay tantas ataduras. A mí los montajes herméticos no me gustan, en éste hay más libertad para que cada uno se pueda expresar, ese será su principal argumento”, insiste Juan Diego.

Poco a poco el ensayo va tomando cuerpo. Las palmas del ‘Bo’ y de El Londro calientan el ambiente mientras Tomasito, invitado excepcional en esta ocasión, observa con detenimiento cada uno de los pasos que Adela y Ángel realizan. Lo fundamental en todo esto es que las coreografías “no molesten a la música, lo contrario sería destrozar la obra de arte que ha compuesto Juan Diego. Sólo he querido bailar a gusto, disfrutar el toque”, recalca el bailaor cordobés, al que se le nota especialmente motivado con el espectáculo. 

 

De la misma idea es la sevillana Adela Campallo, que advierte que este montaje “da para mucho”, principalmente “para disfrutar en los ensayos y, sobre todo, en el escenario. Para mí será el primer espectáculo que hago después de ser madre y la verdad es que tengo muchas ganas de bailar”. 

Todo está casi terminado. Sólo falta que el duende se apodere de Villamarta. Es más, Juan Diego, una vez concluida la última sesión, habla sobre la aportación de sus compañeros de viaje que “han captado muy bien lo que yo quería expresar con la música y han montado coreografías basadas en esa música. No lo hemos hecho como el clásico espectáculo de baile en el que el bailaor tiene una idea y tú te pones al servicio de esa idea. Aquí la idea ha sido mía, una expresión musical, un tema con su prólogo, desarrollo y moraleja final, y ellos se han integrado en la música para ayudarme a crear esa expresión”.

 

En definitiva, el tocaor  pretende que su creación sea “una mirada diferente, en la que no se busca el efecto aplauso, aunque no está exento, sino más una mirada desde el interior. Intento comunicarme con el corazón de cada uno que viene allí a escuchar, no voy a tocar para que las personas se impresionen, sino que intento tocar la fibra del corazón, porque todos tenemos una parte que es igual a todos. He descubierto esto en mí e intento que los demás lo descubran a través de mi música”.

 

Como cualquier artista que viene a Jerez, el guitarrista siente una especial responsabilidad que aumenta más si cabe por el hecho de ser de la tierra. “A mí me hace mucha ilusión venir a mi tierra y a Villamarta. Si todo eso lo transformas en responsabilidad pues sí, es posible que tenga más responsabilidad. Tocar en Villamarta presentando un espectáculo solo ante toda la crítica internacional del flamenco es una responsabilidad. Luego ya es como tú te la tomes, si te la echas como matiz negativo o como matiz positivo. Yo prefiero tomármelo en positivo, con ilusión y muchas ganas de que la gente escuche los nuevos temas que estoy haciendo”. 

 

A falta de pocas semanas de que su segundo trabajo discográfico (el primero Luminaria en 2003) vea la luz, Juan Diego reconoce que dentro de esa amalgama de temas aparecerán algunos, “al menos cinco”, que formarán parte de ese compacto. “En Luminaria intenté expresar el flamenco a mi manera y ahora Inspiración será lo mismo pero unos pasos más adelante. He intentado abrir mi cerebro y mi corazón armónicamente para sentirme libre, tener menos ataduras de conceptos y arquetipos flamencos y haciéndolo más universal”. 

 

“Entiendo que antes no sabía salir del círculo de la pureza y ahora puedo contar cosas diferentes, con tu propio idioma, el flamenco, pero de una manera en la que puede llegar a más gente. El flamenco sería un dialecto y lo he intentado hacer un idioma más internacional, no por vender sino por tener mayor capacidad de expresión y poder contárselo a diferentes culturas”, agrega convencido de ello.

 

En su próximo disco se dejará notar el momento de sosiego y paz espiritual por el que atraviesa el joven músico. Sin embargo, “también será un poco diferente porque va a haber unos cuantos temas de un compositor venezolano que se llama Antonio Soteldo ‘Musiquita’ con el cual hemos hecho un recorrido por temas basados en el auto conocimiento personal en lo que él me ha ayudado mucho. Es director de orquesta y con mucho conocimiento de composición, entonces me ha dado temas lineales, sin ningún matiz, sólo las armonías y las líneas de melodías, y yo he hecho el resto. Es como si me hubiera dado un traje y yo me lo pongo. Le he cogido el dobladillo, la solapa y yo lo paseo. Se han unido dos fuerzas diferentes, una que conoce los ritmos y las formas de expresión del flamenco y otra más musical”. 

 

Esta forma de pensar tiene su argumento. Y es que Juan Diego considera que la guitarra “está viviendo un momento de transición, de volver otra vez a tocar más sencillo. Poco a poco se irá buscando más el gusto y se irá dejando la técnica. La guitarra se llegó a poner en una situación en la que parecía un circo, la gente estaba más pendiente de dar dos piruetas y dos saltos mortales que otra cosa. Al principio sólo lo hacían dos pero con el paso del tiempo todo el mundo lo ha hecho y todo se ha vuelto muy común. El problema está en que a la hora de transmitir, que se transmite poco. Yo suelo decirle a los jóvenes: ‘Bueno, después de todas esas piruetas, toca algo que me llene’”. 

 

Las modas también afectan a la guitarra y “actualmente, apostilla Juan Diego, los chavales vienen pegando muy fuerte y llegan con una información que nosotros no teníamos. Hoy en día se tiene acceso a cualquier tipo de música a través de internet, todo lo contrario a nosotros que estábamos esperando a que saliera el disco de vinilo de Camarón e ir a comprarlo a Simago para ver lo que había hecho Paco (de Lucía). En Internet se puede escuchar desde los mejores guitarristas de jazz hasta los mejores músicos flamencos, eso te hace educarte musicalmente de otra manera, por eso es normal que los niños lleguen con 20 años y sepan más de armonía que nosotros”.

 

Como solista está sobradamente preparado, si bien no huye de sus inicios con la sonanta, entre otras cosas “porque el acompañamiento me sirve para comer.  Hoy en día sólo viven de ser solistas dos o tres, el resto tenemos que acompañar a bailar y a cantar. A mí por lo menos me encanta tocar con Remedios Amaya, eso me alimenta luego para componer mis temas y te da un bagaje que se nota”.

 

Como a todos, la crisis también le ataca “aunque no como a amigos míos que son albañiles”, explica.  “La crisis está para todo el mundo y lo primero que recortan en los presupuestos municipales son las fiestas. Pero bueno, yo desde los dieciséis, y tengo 39, he estado siempre en crisis, porque te llega una racha buena, haces una gira de mes y medio y llegas con pasta pero a lo mejor después estás dos meses sin tocar y te quedas tieso”.

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