La crítica del Villamarta · 'De entre la luna y los hombres', La Moneta

Sábanas frías

  • La Moneta presenta su primera obra en solitario en el Teatro Villamarta

Me gusta cómo baila La Moneta. Sus cambios de ritmo, su astuta combinación de los clímax y anticlímax, de las subidas y las bajadas en la intensa montaña rusa que representa su volcánico baile. Valoro su capacidad dramática y, en especial, ese dominio total de su cuerpo: desde la cabeza a los hombros, desde su cintura hasta la punta de sus pies descalzos. Admiro ese temperamento larvado, esa fuerza expresiva cual olla a presión, a punto de eclosionar. Cómo emana fuego mientras sube su camisón mostrando fibra. Me gusta cómo se mueve Fuensanta. Delicada y sensual, reflexiva y silenciosa, racial y explosiva. Me gusta su baile. Y me apena que se vea tan encorsetado en una propuesta, en forma y fondo, tan sumamente pobre como es De entre la luna y los hombres, el primer planteamiento que le vemos en solitario en este Festival, salvando aquella incursión de hace unos años en el Teatro de Guadalcacín.

Un producto más que eficiente en lo técnico pero muy débil en lo imaginativo, en el apartado discursivo, que le hace volverse estomagante, plomizo por momentos. Perpetrado para consumir en el acto y olvidar. Olvidar, si no fuera porque ahí subida está la granadina. Anoche en Villamarta demostró por qué hoy por hoy es una de las novísimas que cuentan con el horizonte más despejado en ese mundo incierto que es el baile flamenco, la danza en toda su dimensión.

La Moneta tiene tan buenas maneras, tanto potencial, que debe escoger bien en el futuro para que su baile pasional, visceral aunque equilibrado, no se vea sujetado y perjudicado por factores externos. El juego de sábanas, por ejemplo -suponemos que una de las aportaciones escenográficas de Hansel Cereza, fundador de esa banda de demiurgos plagada de engendros visuales y alguna que otra gran aportación dramática que fue y es La Fura-, puede resultar llamativo en un primer momento. Puede ser interesante ese recurso que la sube a una imaginaria azotea donde suspira y desea entre algodones, donde baila la malagueña y el abandolao tan sabiamente ejecutados por Eva Durán, su única cantaora con permiso del intro que pone la voz de El Parrón.

Decimos, puede resultar interesante en ese compás inicial, pero ya cansa cuando vuelve de forma consecutiva en la guajira y cuando de nuevo se utiliza en las soleares. Piezas elípticas en las que La Moneta baila en vestido ligero totalmente supeditada, lo que hace que rebaje y enfríe su capacidad de transmisión, a no se sabe qué extraño argumento pretencioso e injustificado.

Igual de inexplicable que lo anterior fue esa pretendidamente vanguardista coreografía virtual donde la bailaora contempla, creemos, a sus 'otros yo', a la mujer que medita y siente en su quietud; a la mujer que escupe sus pulsiones mediante el movimiento y la expresión corporal. Realmente detesto las videoproyecciones. Me superan. Me parecen patadas a la imaginación; echar mano del recurso fácil y efectista que rompe la magia de la cuarta pared, como cuando uno ve una película tras haberse representado a sí mismo el libro en el cual se ha inspirado y se lleva un tremendo chasco.

Pero es que lo más grave es que La Moneta necesita de pocos accesorios superfluos para brillar, de ahí que no se entienda que quieran ahogarla entre tanta sábana cual anuncio de detergente blanco nuclear. Por sí sola se basta y se sobra para innovar desde lo clásico, aunar lo contemporáneo con las formas más añejas del Sacromonte: las de Manolete, Juan Andrés Maya y su maestra Mariquilla. Una concepción artística que también bebe de Carmen Amaya e igualmente se inspira en Eva Yerbabuena. Sabias elecciones para una carrera meteórica y prometedora.

Fuensanta en su laberinto, en pantalón y con su espalda semidesnuda fue todo un estímulo. Por farrucas la propuesta creció. Su baile tuvo al fin aire y pudo exponer el rosario de sugerentes formas que es esta coreografía reinventada: con esos giros que a veces se ralentizan, con esos zapateados que reverberan en el infinito. Después cerró por seguiriyas con bata de cola roja y volvió a removernos en la butaca, demostrando que la carga emocional, sensitiva y terrible de retorcerse ejecutando este baile arquetípico no tiene parangón con cualquier aditivo, sofisticación y falso pretexto que quiera figurar en el programa de mano. Me gusta La Moneta porque su baile es de verdad, por mucho celofán e historias que nos quieran vender.

Baile: Fuensanta La Moneta. Cante: Eva Durán. Guitarra: Miguel Iglesias, Paco Iglesias. Percusión: José Carrasco. Compás: El Eléctrico,Torombo. Cantaor en off: Jaime El Parrón. Actor en off: Ramón Aparicio. Textos: Ángeles Mora y Teresa Gómez. Adaptación textos: Eva Durán. Guión: Raúl Comba. Coreografía: Fuensanta La Moneta. Música: Miguel Iglesias. Escenografía: Zaris. Iluminación: Lluis Marti. Sonido: Pablo Aparicio. Audiovisuales: Hansel Cereza, Jordi Casinos. Imagen: Nono Icarus. Vestuario/sastería: Que te zurzan, María del Carmen Requena, Lely Ibáñez, Teresa Vilchez. Técnico auxiliar: Fidel Vélez. Técnico de iluminación: Joaquín Cutillas. Maquinaria: Luis Olaya, María José Puertas. Regiduría: Arantxa García. Dirección: Hansel Cereza. Producción ejecutiva: Raúl Comba. Producción: Teatro de La Zambra y Biena Málaga en Flamenco. Día: 5 de marzo. Lugar: Villamarta. Aforo: Lleno.

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