Festival de Jerez

Sueños mundanos de Patino

La guitarra de Javier Patino fue protagonista en la noche del pasado viernes de unos los recitales más íntimos del Festival. Era la puesta de largo del tocaor jerezano que aprovechó la ocasión para hacer un amplio recorrido por los temas que componen su primer disco, Media Vida, un disco sobrado de carisma y que deja patente el virtuosismo de este artista.

A la cita no faltaron ninguno de sus seres queridos, familiares y amigos (muchos de ellos artistas pues se pudieron ver a Alfredo Lagos, Tino Van der Sman, Balao, Javier Ibáñez, David Lagos, Javier Barón, Miguel Ortega y un largo etcétera) llenaron las sillas de la bodega para ver en directo al que sea posiblemente uno de los mejores guitarristas que ha dado esta tierra. Patino ha evolucionado a pasos agigantados y su manera de absorver tendencias le han convertido en un músico respetadísimo y alabado por todos.

Su disco es pues un fiel reflejo de lo que se ha convertido. Y es que aparte de dominar el mástil, el guitarrista es un aventajado en plasmar con sutileza las notas de musicales que pasan por su cabeza.

Durante una hora y cuarto, fue deshojando cada uno de los temas que componen su compacto y casi todos con dedicatoria especial, desde la rondeña 'A oscuras', que dedicó a su primo Carlos "que me estará escuchando donde quiera que esté", pasando por la granaína 'A mi Juana', con la que obsequió a su madre, hasta la rumba 'Tres rosas en mí', con la que quiso agradecer el apoyo de "mi mujer Pepa, mi niña Isabel y mi personita preferida, mi hijo Javier".

El directo de Javier Patino, que estuvo magistralmente escoltado por músicos de la calidad de Tino di Geraldo, Alexis Levèfre y Pablo Martín, fue 'in crescendo', llegando a alcanzar cotas de muchísima emoción en algunos temas, como en el zapateado 'Calle Barja', en el que el violín de Levèfre superó cotas extremas, o con la granaína citada con anterioridad, donde el jerezano atisbó un trémolo punzante y algún que otro goteo (traducido en escalas) de uno de sus maestros, José Luis Balao (al que dedicó el tema Marinero Eterno), cuyo sentido de la musicalidad es envidiable.

En líneas generales, Patino todo lo hizo bien y tanto a nivel técnico como sonoro rozó la perfección. Su inspiración se contagió a los músicos destacando algún que otro solo de Alexis Levèfre (vaya músico éste) sobre todo en la rondeña donde un soberbio pizzicato (pellizcar la cuerda con la yema de los dedos) acabó por levantar al público.

La noche culminó con esa sorpresa que el guitarrista había anunciado un día antes. Aparecieron entonces sobre el escenario Miguel Ortega, David Lagos, Carlos Grilo y Javier Barón, que regalaron a la sala cante y baile del bueno. Una soleá por bulería, perfectamente ejecutada por el bailaor alcalaíno, cerró una actuación que tuvo momentos para todo.

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