La crítica

El inagotable caudal jerezano

  • Su rostro y su manera de canalizar la presión le permitieron sacar nota en su regreso al Festival de Jerez

Pocas veces se ve a un artista disfrutar encima de un escenario como ayer lo hizo Miguel Lavi. Su rostro, de absoluta complicidad con sus músicos, y su manera de canalizar la presión le permitieron sacar nota en su regreso al Palacio de Villavicencio.

Si a alguien le quedaba alguna duda de las condiciones cantaoras de este joven jerezano las despejó ayer pues se marcó un recital de una hora en el que fue siempre por delante. Por momentos pareció que sin llegar a utilizar todo su potencial dominó los tiempos del mismo con una superioridad abrumadora.

Lavi lo expuso todo desde el primer momento, no quiso dejarse nada en el tintero para su uso posterior. Por tonás, con las que abrió su recital, arriesgó, advirtiendo de lo que puede llegar a hacer. Quizás, no le benefició el compás que desde una mesa de madera instalada para la ocasión en el escenario le hicieron Carlos Grilo y Miguel Puyol, no por nada, sino porque le privaron de cierta libertad a la hora de ejecutar el cante.

Igual de directo fue al meterse por tientos-tangos. Con soltura y manejando el cante con autoridad, el jerezano encontró en la guitarra de Manuel Parrilla el complemento perfecto para acaramelar las estrofas y rematar con hechuras por tangos, donde entrelazó letras de Jerez con aires de Triana .

Más trabajadas fueron las malagueñas. Cantaor y guitarrista solos frente a frente pelearon de la mejor manera para llevarse el cante a su terreno. No fue fácil porque Miguel escogió la malagueña del Mellizo, un estilo que de por sí requiere una mayor dificultad. Hizo dos letras y en ambas supo adormecer cada verso hasta finalizar con poderío, un detalle que el público agradeció con aplausos.

Fue el paso previo al punto álgido de la noche, posiblemente donde más a gusto se le vio, cantando por bulería por soleá. La guitarra de Manuel Parrilla, tan vanguardista y tan clásica a la vez, contribuyó a sacar lo mejor de sí al cantaor. Miguel Lavi es un artista visceral, profundo en cada quejío y que ha heredado el legado de su tierra en muchos aspectos. A ello hay que unir su rico repertorio, como demostró a lo largo de la tarde noche, un detalle cuanto menos reseñable, pues los cantaores de Jerez no suelen ser demasiado propensos a variar las letras mal que pasen años y años.

El extraordinario cierre de El Sordo La Luz vino a corroborar todo esto. La ovación fue general y se prolongó durante varios minutos.

Entonado y crecido, Lavi eligió seguiriyas para ir rematando la faena. Sin ningún reparo, el jerezano expuso todo lo que pudo y más, para culminar su actuación con el cierre de Juan Junquera, también de gran dificultad, pero que supo realizar con destreza y seguridad levantando los olés entre los asistentes.

El camino estaba hecho. En medio de una sala entregada, tocaba hacer aires de la tierra. Por bulerías mostró nuevamente su enjundia evidenciando su saber estar encima del escenario y dando rienda suelta a diferentes estilos desde la bulería corta de Jerez hasta los aires plazueleros. Lavi concluyó su exitoso recital regalando un par de fandangos naturales en los que se acordó de El Gloria y Manuel Torre para culminar una noche especial y que le sitúa en primera línea de salida.

Cante

Miguel Lavi

Cante: Miguel Lavi. Guitarra: Manuel Parrilla. Palmas: Carlos Grilo y Manuel Puyol. Ciclo: Los Conciertos de Palacio. Día: 28 de febrero. Lugar: Palacio de Villavicencio. Aforo: Tres cuartos de entrada.

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