La Crítica · Sala Compañía

La sevillanía romántica de Luisa Palicio

  • La bailaora consiguió revelarse como una figura con futuro y perspectivas una óptica tradicional.

Dicen por ahí que en el flamenco está todo inventado. El que asegura tal axioma debe ser un romántico empedernido. Tal vez el que escribe. Pues quedamos maravillados con el trabajo de Luisa Palicio en la noche del sábado en Sala Compañía. Nos trajo un trozo de Sevilla con lo que consiguió revelarse como una figura con futuro y perspectivas una óptica tradicional.

Hizo honores al baile de la capital y a Manolo Caracol. También al aroma del Guadalquivir cuando por Triana pasa. Olimos a pescaíto en adobo de calle Sierpes y a incienso en Jueves Santo. Saboreamos la manzanilla de su feria y el arte de la Alameda. En definitiva, nos transportó a Sevilla.

Absorto quedamos desde principio a fin. Rompedora desde el principio, se atrevió a abrir por saetas. Antes, una voz en off nos daba la bienvenida recitando los poemas cantados de Lole y Manuel.

El comienzo nos introdujo en el penumbroso campo de la saeta por seguiriyas que, en la voz de Ana Gómez (extraordinaria y melódica durante toda la noche), resultó apasionante para los sentidos. La bailaora resolvió la papeleta deslizándose con soltura y delicadeza.

Tras ello llegaría el reconocimiento a Manolo Caracol, figura creadora de indiscutible valor para los cantes sevillanos. La música de piano de Alejandro Cruz Benavides impregnó de sabor los Tientos de la Rosa del insigne cantaor. Siguió sumando la bailaora con la zambra caracolera, éxito indudable en la interpretación sentimental.

Contó con Javier Barón, un maestro de los pies a la cabeza que juega con los tiempos como si de una fácil tarea se tratara. Oficio magistral en su interpretación de la zambra caracolera que se marcó junto a Luisa. Aquí también merece mención la labor de Sebastián Cruz con un cante muy sentido. Se mostró conciso el maestro en la ejecución consiguiendo no eclipsar a Palicio. Genial por alegrías y mucho compás. Tras ellos sonaron notas de Manuel Alejandro, comenzando por Jerez (con Cuna Cañí) para terminar en Sevilla con la creación del genial letrista dedicada a la ciudad de la Giralda.

La bailaora movió la bata de cola y el abanico por sevillanas con una belleza extraordinaria, sin perder ese sabor añejo y estereotipado del pasado. Los tangos trianeros estuvieron presentes y de qué manera. El vestuario, muy cuidado, fue cambiando en cada baile, desde la bata de cola a la bata flamenca, utilizando las castañuelas, el abanico y el mantón. Tampoco falló la iluminación.

Una noche en la que la audiencia despidió a Luisa con palmas, ovaciones y un bis en el saludo, porque la soleá del final nos dejó con ganas de más. Una artista revelación que nos enamoró con su romanticismo sevillano. Sin duda, una de las actuaciones más geniales que se recuerdan en ese espacio en los últimos años. No falló nada desde principio a fin.

Baile

Sevilla

Baile, coreografía: Luisa Palicio. Artista invitado (baile): Javier Barón. Cante: Sebastián Cruz y Ana Gómez. Guitarra: Miguel Pérez. Piano: Alejandro Cruz Benavides. Técnico de sonido: Fali Pipio. Técnico de iluminación: Luis Rodríguez. Contratación: Valquiria Producciones, S.L.U. Día: 21 de febrero de 2015. Lugar: Sala Compañía. Aforo: Lleno. 

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