Crítica 'Nuestros amantes'

'Zaragoza, nit d'estiu'

Nuestros amantes. Sección Oficial. España, 2016. Dirección y guión: Miguel Ángel Lamata. Intérpretes: Eduardo Noriega, Michelle Jenner, Amaia Salamanca, Fele Martínez, Gabino Diego.

No termina de incorporar la industria cinematográfica patria un realizador que domine el género de la comedia romántica al estilo clásico. Puntualmente han aparecido buenos intentos, como Mía Sarah (2006), de Gustavo Ron; o el díptico Barcelona nit d'estiu (2013) y Nit d'hivern (2015) de Dani de la Orden pero, excluyendo la intermitente filmografía de Martínez Lázaro, sin terminar aparentemente de cuajar entre el público.

Comparte Nuestros amantes con las películas de De la Orden la presencia de la ciudad como un personaje más y es que, en la industria postcrisis, las propuestas semiteatrales como estas han servido de salvoconducto para contar pequeñas historias casi tanto como los patrocinios de las concejalías de Turismo, que facilitan las condiciones de rodaje a cambio de trufar las producciones con panorámicas de la ciudad de turno.

Así, no faltan planos de postal en la nueva película de Miguel Ángel Lamata, cinta bienintencionada pero que no termina de enganchar con el nivel de comedia romántica al estilo americano o francés. Porque pese a un buen inicio, con el paso de los minutos la historia queda lastrada por la literalidad de los diálogos y la unicidad de la propuesta narrativa: todo sucede contado entre dos, ora en plano-contraplano; ora en cámara circular. Y estas limitaciones juegan en perjuicio del ritmo, volviéndola tediosa de a ratos, rescatada sólo por las puntuales apariciones de Fele Martínez, particularmente inspirado al sacar adelante el menos corriente de los personajes.

Además, la pareja protagonista, encarnada por Michelle Jenner y Eduardo Noriega, funciona sólo puntualmente; más cuando se naturalizan que cuando han de agregar a la trama irrelevantes ínfulas poéticas, literarias (Bukowski y Capote, nada menos) o de cine dentro del cine. Ahí la empatía flojea, y la propuesta deviene excesivamente empalagosa y acartonada, con secuencias casi de lectura dramatizada trufadas de running gags y cabezas calientes al más puro estilo televisivo.

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