La segunda generación del botellón, los niños de los 90, fueron amamantados con el "a mediodía, alegría" de Leticia Sabater. Vistas las costumbres noctámbulas de aquellos cachorros, el mediodía se ha quedado para la alegría de la almohada, al menos para los fines de semana. El mensaje de la primera Leti que conocimos (después vendría la princesa) no caló entre el personal.

Un buen día, mientras barruntaba el nuevo siglo, alguien de TVE creyó conveniente relevar a la oxigenada rubia de Leganés, que había comenzado como chica Hermida y cuyas arrugas no coordinaban con su vigorizante actitud de niñera catódica. 

Los niños se quedaron huérfanos de la lamiosa actriz y 'la' Sabater deambuló por los platós buscando una nueva oportunidad. Terminó recalando en las televisiones locales y participando en programas de escandaleras. Hace dos veranos intentó enervar a la audiencia revolcándose en plena playa con su noviete y haciendo algún favor explícito que provocó más arcadas que excitaciones entre la concurrencia televisiva. 

Aquellos desnudos y aquellas guarreridas parecían un camino de no retorno. Pero Leti, obstinada, quiere volver a las andadas infantiles. Es su penúltima oportunidad. Acaba de anunciar que está terminando una novela para niños, a lo Harry Potter, que pormete ser un éxito de ventas. Rowling tiembla en su castillo inglés.