Pasarela

El menú de las visitas ilustres de la cita olímpica barcelonesa

  • El cocinero chileno formaba parte de la plantilla que atendió a los jefes de Estado que hace 25 años respaldaron los Juegos Olímpicos de Barcelona

El chileno Claudio Aguirre, chef de los restaurantes y terrazas del Fairmont de Barcelona.

El chileno Claudio Aguirre, chef de los restaurantes y terrazas del Fairmont de Barcelona. / fotos: e-s-

Es chileno, de Viña del Mar, y la vocación culinaria le viene de padre, un marino mercante que le traía productos exóticos y desconocidos y le relataba sus aventuras mientras husmeaba entre las cacerolas de casa. Tras forjarse en una escuela de cocina en Santiago estuvo varios años en un hotel en el apartado rincón de Ralún, al sur de Chile, casi en el fin del mundo. En aquel resort de diez habitaciones contaba con piscifactoría y vaquería, de donde tomaban toda la materia prima que necesitaba para atender a huéspedes y compañeros de trabajo. Llegó a España en 1986 y se formó en la escuela Hofmann de Barcelona. El 26 de junio de 1992 formaba parte del recién inaugurado Hotel Juan Carlos I, un emblema de los Juegos Olímpicos que arrancarían con toda pompa un mes después. Un cuarto de siglo más tarde Claudio Aguirre es el chef de los restaurantes del recinto y sigue formando parte de uno de los referentes de la hostelería barcelonesa, hoy como Hotel Fairmont Juan Carlos I. "Hace 25 años la alta cocina española atendía más a las salsas, a la elaboración francesa. Hoy nos decantamos más por el producto", explica Aguirre, quien también resalta que desde la cita olímpica se ha simplificado la vajilla y todo lo relacionado con la mesa. Todo más informal sin renunciar a la calidad.

La plantilla del hotel se sumó en el verano del 92 a un coche en marcha. A los pocos días llegaban jefes de Estado de todo el mundo para alojarse en el primer gran cinco estrellas de Barcelona, epicentro regio del 92. "Los días de los Juegos fueron incesantes. Los Reyes, Helmut Kohl, Medem, Fidel Castro… y todos con sus miembros de seguridad. Entonces en este país no estábamos tan acostumbrados a esos controles", rememora el chef que atendió a tan heterogéneos comensales.

Claudio Aguirre. Hotel Fairmont Juan Carlos I

Para los ilustres visitantes después de jornadas de trabajo y ceremonias no había nada mejor que servirles un refrigerio celebrado: jamón ibérico, pan con tomate (pa amb tomàquet) y queso manchego. Para don Juan Carlos, en el hotel al que daba nombre, era su opción favorita para retomar fuerzas. Eran menús ligeros para unos visitantes con una apretada agenda olímpica. Con los años todo se rebajó de mantequilla y densidades. "En este caso el rey de la cocina es la buena materia prima", resume.

Al cabo de tantos años de experiencia el equipo de Claudio Aguirre se surte de una huerta propia en la localidad de Gavá, para un chef devoto de la carne ibérica de Extremadura, del pulpo gallego, del atún gaditano y el salmorejo con tomate raf. Para los equipos de Champions que suelen recalar en el Fairmont, muy cerca del Nou Camp, mucha pasta y carne, con unos menús que el chef conoce de una temporada a otra. "Nos llaman los médicos de los clubes en cuanto saben el resultado del sorteo, nos conocemos de temporadas anteriores", revela. Hace 25 años muchos temían que España no iba a estar a la altura del reto olímpico en cuanto atención a los miles de visitantes. Barcelona 92 fue un gran triunfo colectivo, un éxito deportivo, político y social. Desde el Juan Carlos I se proyectó el turismo que ha dado alas a la ciudad olímpica y a la excelencia de una oferta gastronómica que ha evolucionado rápido y bien.

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