Los vecinos del bloque que fue desalojado el pasado 12 de noviembre en San Telmo por riesgo de derrumbe se percataron la noche del miércoles de que la patrulla de la Policía Local que custodiaba el edificio ya no se encontraba allí. El Ayuntamiento lo reconocería horas más tarde, en la mañana de ayer. "Se ha decidido que los agentes realicen su servicio de vigilancia en toda la barriada con especial atención al bloque, pero no se va a mantener la vigilancia de 24 horas en la puerta del edificio".

Por turnos, un coche patrulla llevaba más de dos semanas velando por la seguridad de las pertenencias de las familias desalojadas. Existía el temor de que los cacos aprovechasen la 'oportunidad' de desvalijar un bloque completo cuyos residentes habían dejado todo atrás. No en vano, desde que se produjo el precinto, tan sólo han podido ir recogiendo algunas de sus pertenencias. Los más 'atrevidos' habían sacado algunos objetos de valor, como los televisores. Pero las viviendas permanecen por dentro prácticamente intactas desde aquella mañana en la que los bomberos inspeccionaron el edificio y decretaron la desocupación preventiva.

"No vamos a dejar que nos roben o se metan 'okupas', esta misma noche o mañana volveremos aquí a dormir", explicaban los vecinos, que daban muestras inequívocas ayer de su indignación y desesperación. "Tengo dos hipotecas por esta casa y de un día para otro me dicen que se puede caer, me va a dar una cosa mala, así no puedo estar", se escuchó frente al portal del bloque. "Por la mañana ha pasado dos veces solamente por delante del portal el coche de la Policía Local, que no digan que están más pendientes de esto, mañana mismo duermo aquí", denunciaba David Jiménez, otro de los afectados.

Al menos tres familias aseguraron que entrarían, que no tenía miedo, que además no había nada que señalara en los alrededores del bloque el riesgo de derrumbe. "Si esto se fuera a caer de un día para otro, habrían acordonado la plaza, ¿no?". Incluso, una vecina abrió las puertas de su vivienda en la quinta planta a Diario de Jerez. "Ni una grieta por dentro, mira", decía.

La alcaldesa, Mamen Sánchez, se encontraba en la zambomba de un colegio de la barriada mientras esto ocurría. Alertada por la situación, levantó el teléfono y llamó al jefe de la Policía Local, Manuel Cabrales, al que pidió que volviera a destinar una patrulla hasta que los vecinos vuelvan a sus casas. Al salir del evento, se dirigió a las puertas del edificio, donde se encontró con los afectados. "Si no puede ser las 24 horas, la patrulla va a estar al menos por la noche, hasta las 8 de la mañana, cuando ya hay un kiosko abierto y los vecinos pueden estar más pendientes de que no entre nadie", dijo.

Su intervención a última hora rectificaba así la decisión del Ayuntamiento, que incluso había explicado el porqué por la maána. Con la aparición de la regidora, acompañada por la delegada de Acción Social, Carmen Collado, los vecinos pudieron preguntarle por el siguiente paso, el apuntalamiento del edificio, que permitirá la vuelta a sus hogares. "Es una cuestión de permisos, tienen que firmar los vecinos para que entren los técnicos y operarios y que Urbanismo dé la licencia de obra", explicó Sánchez. Tras una jornada de tensiones, los vecinos pudieron volver a respirar tranquilos llegada la noche. La falta de seguridad quedó en un susto.