Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Tierradenadie

Ser o no ser…

¿es esa la cuestión? Creo que sí. Porque… si no ¿para qué estamos? ¿Estamos para contar, sólo, lo que de algún modo nos conviene?, ¿estamos para 'traducir', en términos más ambiguos, aquello que otros quieren decir y no lo hacen?, ¿estamos para trasladar lo que a otros conforma…?

Somos contadores de noticias, narradores de hechos, transcriptores de ideas o pensamientos, de opiniones o doctrinas, ajenas o propias; eso somos. Sin embargo, no es esto, ni por asomo, lo que veo. Veo disposición tendenciosa, preferencia y sumisión; veo propensión, partidismo y subordinación; veo subjetivismo alevoso y, en fin, veo humillación propia. Esto, por encima de lo que debiera ver, es lo que veo.

Opinar es una cosa, muy diferente a tergiversar. Considerar, discutir, enjuiciar incluso, es lo propio; deformar o viciar, moldear o adulterar, o falsear, sólo es propio de advenedizos, oportunistas o indecentes… de impropios.

No puede ser como está siendo, al menos, no debería. Es cierto que "todo es según el color del cristal con que se mira" -como escribió Campoamor-, pero, lo que 'el cristal' puede afectar es sólo al color, nunca a la esencia, afectada ésta, prostituida, en este caso, la noticia.

Pasa de ser curioso a indignante, de llamativo a insoportable, de sugerente a bochornoso. Tertulias y conferencias, informativos y debates, se llenan de pretendidos expertos, ¿expertos…? las más de las veces, que no todas, versados en… poco, diestros en lo exiguo, expertos… ¡en nada! La profesión es algo más de lo que muchos están haciendo de ella, para ellos, y con ella. Estamos, por activa o pasiva, colocando el rasero por bajo de la miseria misma, y es una triste pena.

Parece que seguimos sumergidos en tiempo de burbujas. Camino de abandonar de una maldita vez, con una recua de demasiados cadáveres en su haber, la que nos sumió en el desastre financiero que casi todos hemos sufrido, me encuentro con otra incontrolada pompa jabonosa -léase, burbuja- de excesos: la, llamémosle así, informativa.

El desbordamiento es general -en casi todo- y generalizado en -casi todos-; la ausencia de rigor, de escándalo; la instrumentalización, pasmosa; la permisividad, el consentimiento… una vergüenza. Salvo en las siempre bien recibidas excepciones, el grado de prepotente autosuficiencia y engreída actitud con el que se desenvuelven muchos, muchos, de mis colegas dejó de ser sorprendente para convertirse en insoportable. Y lo terrible de haber querido olvidar hasta la última pizca de ética, indispensable para que lo que se pretende hacer sea lo que se debe, son las consecuencias: condicionantes, demoledoras y, en muchos aspectos, irreparables, a las que, la ausencia de la obligada decencia, terminan por someter a todos.

"Ser, o no ser, esa es la cuestión / Es más noble para el alma soportar las pedradas y flechas de la atroz fortuna / O armarse contra un mar de adversidades y oponerte para acabar con ellas…", se preguntaba Hamlet. No así en el caso que nos ocupa: casi nadie se pregunta nada porque casi todos han decidido. Y han decidido 'no ser', dejar las pedradas para otras frentes, las flechas para otros pechos… ¿Pelear?, ¿contra quién?-responden- ¿contra quien tolera y acepta la mediocridad que me habita, contra quien me adula y agasaja, contra quien me mantiene y enriquece?.

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