Jerez

Balance de la Semana Santa de 2018

  • El estreno del tercer paso de la Tres Caídas y las restauraciones de los pasos del Santo Crucifijo y Descendimiento fueron las novedades más destacables de este año

Uno de los días previos a la Semana Santa saltaba la noticia casi de improvisto. La delegación diocesana daba luz verde para el paso, en 2019, de dos nuevas cofradías a la nómina de las que hacen estación de penitencia a la Catedral. Será el año de la zona sur de la ciudad con la Sed y la Salud de San Rafael conquistando definitivamente, si acaso durante unos minutos, el centro de la ciudad. Dos cofradías jóvenes con las que definitivamente se dinamita la jornada de vísperas que tanto había aportado a la ciudad. El prelado, José Mazuelos Pérez, no se opuso a conservar esta jornada. Pero las nuevas hermandades quieren y desean no ser teloneros y formar parte de la puesta en escena. Comenzar a generar ingresos para llegar a un reparto igualitario al resto en los palcos y sillas. Aunque en honor a la verdad hay de todo un poco. Un montante más cuantioso y también un anhelo por pasar por Cristina.

Todo esto dejó un rastro un tanto enrarecido. Como si los cofrades estuvieran ya esperando la tardía Semana Santa del próximo año en lugar de mirar a la fiesta de los Ramos estaba a la vuelta de la esquina. El asunto dejaba definitivamente despejada la duda de qué iba a ocurrir con la jornada de vísperas que de esta manera se veía abocada a la desaparición. Esperemos que en un futuro no la echemos de menos.

Llovía y llovía mientras que el calendario se acercaba inexorablemente a las grandes solemnidades. Las priostías seguían trabajando en el montaje de las cofradías sin mirar por las ventanas, aunque chapoteo de los charcos era incesante. Finalmente casi lo borda esta redacción cofrade en aquella nota en la que ya se adelantaba que sería una Semana Santa sin lluvias y con frío. No se hizo diana pero se estuvo muy cerca. Tampoco hace falta una bola de cristal, sólo saber acudir a las fuentes adecuadas.

La mañana del Domingo de Ramos se levantó para no ser menos con agua en las calles. Las previsiones no podían ser más desalentadoras para las juntas de gobierno. El desfibrilador que contratan las hermandades parecía que iba a tener trabajo. La tarde parecía venir despejada ¿La hora? Justo cuando las cofradías tenían que tomar decisiones. Finalmente movió ficha el consejo invitando a los hermanos mayores a retrasar todos una hora, hubo consenso y el Domingo de Ramos fue casi de Lunes Santo a tenor de las muchas recogidas tardías que hubo. Después hubo hermanos mayores que se retractaron y pidieron salir antes, pero ya era tarde para llegar temprano. Finalmente no llovió y todo salió según lo esperado. Un gran Domingo de Ramos metido en la madrugada del Lunes Santo, pero Domingo de Ramos al fin y al cabo.

El Lunes Santo fue el del paseo de esa joya de palio que lleva caídas de plata y una Virgen con mirada serena. Martín Gómez tomó la responsabilidad de ocupar el puesto de capataz general de la Sagrada Cena y el paso de palio se movió como nunca se había visto. Martín saca casi todos los días cofradías a las calles. Y siempre lo hace con solvencia. Con independencia de cómo use los mandos y de su estilo con más o menos arabescos, su seriedad está fuera de toda duda. Innovó en la costalería hace algunas décadas y su rastro ha dejado una marca importantísima en la Semana Santa de Jerez. Vinieron posteriormente muy buenos capataces que siguieron su estela, aunque cada uno con su concepto y su personalidad. Muchos de ellos iban con chupete y carrito cuando Martín ya mandaba el paso de la Cena. Por eso Martín marca una línea y crea un estilo. Así que la gran 'culpa' de que los pasos anden como nunca en Jerez se lo debemos a este cofrade jerezano que no deja impasible a nadie, lo cual, es buena señal puesto que de los tonos grises nunca se ha dicho nada importante. Con el palio de Paz y Concordia se vuelve a demostrar la valía de este hombre, de su equipo y de su gente.

Y ya dentro del asunto costalero, reseñar cuadrillas como las de Jaime Racero, Manuel Monje, Jesús Sánchez Lineros, Manuel Jaén Vargas, Miguel Ángel Jaén, Ezequiel Simancas, Juan Antonio García 'Gorrión', Manuel Serrano, Isaac Núñez, Ildefonso Oñate, Eduardo Biedma, todos ellos con más de una cofradía en sus manos junto con otros más que hicieron andar y muy bien a sus cuadrillas. Destacamos en los cambios al misterio del Transporte por su elegancia y su atinado estilo escapando de efectismos que están cerca del chirrío y, por otro lado, andando la cuadrilla de Oñate que hasta tuvo trabajo en Ceuta para sacar un crucificado el Viernes Santo. Andando largo y racheado, Simancas ofreció elegancia y buen son.

El Martes Santo pasó por el detalle de la hermandad de los Judíos en la basílica de la Merced con motivo de los ochocientos años de vida mercedaria en la Iglesia. Si la hermandad es toda una delicia en la calle, su vocación mercedaria y siempre atenta a nuestra Patrona la hacen más grande si cabe. Su patrimonio tanto humano como artístico está fuera de toda duda. Revivir la belleza del palio de Salud y Esperanza volvió a ser una delicia.

El Miércoles Santo vino el gran estreno de la Semana Santa de este año. Los cofrades de las Tres Caídas sacaban a su Cristo de la Salud en un paso que pocos días después de la recogida de la cofradía en 2017, adquirieron a la hermandad del Prendimiento de Sanlúcar. Magnífico estreno. La imagen nos ofreció una bellísima estampa con esa policromía macilenta ante la magnífica tarde del Miércoles Santo. Una delicia que aporta mucho a la Semana Santa de la ciudad y un trabajo bien hecho por parte de los hermanos de San Lucas. Enhorabuena.

Llega el frío intenso y la meteorología se hace protagonista. Fue en la jornada del día del Amor Fraterno. La jornada en líneas generales mejoró bastante con respecto a la del pasado año. La Lanzada pidió la venia en Santo Domingo para pasar en cuarto lugar. Y con ello, el Huerto tomaba el monumento de las cofradías para por San Juan de Dios llegar al Mamelón. Según el hermano mayor era "un mal menor". Con la nueva configuración de la enésima carrera oficial para 2019 se espera arreglar este problema definitivamente aunque este año se mejoró bastante.

El frío fue intenso y las previsiones marcaban una madrugada del Viernes Santo metida en problemas de lluvias para las cofradías. Santo Crucifijo sacaba su paso recién restaurado y decide no salir ante las previsiones de agua a primera hora de la mañana. Le siguen Yedra -que estrenaba la túnica del Señor- y Llagas que tampoco decide salir. Buenas decisiones si tenemos en cuenta que llovió tal y como estaba previsto. La Buena Muerte tampoco hizo su estación de penitencia y el Nazareno salió y en cuatro horas hizo su estación acudiendo hasta la Catedral. Todas acertaron. Afortunadamente una leve lluvia a la recogida de la cofradía de Cristina sin incidentes.

Un chubasco a las once de la noche que apenas duró tres minutos dio al traste a la jornada del Viernes Santo. Viñas y Piedad se quedaron en Santo Domingo y la Catedral respectivamente y las demás tuvieron que acortar sus regresos. Nadie se mojó. Y el Domingo de Resurrección hubo traslados a sus templos tras estrenar nueva era la hermandad del Resucitado que está ofreciendo cambios positivos como el cambio de horario.

En cuanto a exornos florales hay que destacarlos todos por estar muy bien puestos en cada misterio o palio. Sin embargo, se comienza a echar de menos el clásico clavel. Se ha convertido en una rareza ante tantos arreglos naturalistas en los que conocer las especies se hace necesario sacar el bachillerato de letras. La rosa roja se erigió este año en protagonista. Fantásticamente puesta en algunos pasos.

Los vestidores siguen estando a un nivel notabilísimo. José Carlos Gutiérrez y Fernando Barea son las dos puntas de lanza. Atrás gente con buen gusto y esmero que hacen que las imágenes luzcan con elegancia y belleza. En esta línea estamos en la cresta de la ola.

La cruz

Como en un balance medianamente serio no se debe emular al turiferario de turno que sólo ofrezca incienso a la labor ahora rememorada, también ha habido sus sombras. Las caras, que las hay y muy buenas, pero también la cruz. En el apartado en el que hay que mejorar -sobre todo si queremos hacer un referente internacional de nuestra Semana Mayor- está la seguridad de los pasos de peatones. La carrera oficial es larga y divide la ciudad en dos. Muchos cofrades quieren estar en ambos lados a determinadas horas. Para ello, se ha de facilitar pasos de peatones muchos más anchos de los que existen y más numerosos. Pasar el Domingo de Ramos por el azulejo del Rocío era poco menos que practicar un deporte de riesgo. No había ni orden ni concierto. Y una vez llegados al otro lado muchos se palpaban las solapas de las chaquetas para comprobar que se había obrado el milagro de algo que debería de ser mucho más sencillo.

Por otro lado, los carritos. Delante de las cruces de guía. Un asunto muy delicado porque jugamos con el trabajo lícito de muchas personas. Pero no estaría de más un reglamento a cumplir y un orden más estricto.

Muchos nazarenos en las terrazas tomando refrescos con los antifaces quitados. Una imagen que era impensable en otras décadas en las que el decoro se cuidaba mucho más. Nadie debe ir al templo con el capirote sobre el hombro. Es un asunto que hay que erradicar. La laxitud en la penitencia convierte el asunto en una falta de seriedad que no debería de ser tolerada.

Finalmente hacer un llamamiento a que los cofrades asistan a las vigilias de la Pascua de Resurrección. El fondo hay que cuidarlo y dejar a Cristo en la preciosa urna de Juan Laureano de Pina no es lo apropiado. La noche de todas las noches fue el Sábado Santo cuando cayó la noche y la Iglesia entona el pregón pascual tras el lucernario. Si los cofrades siguen apostando por quedarse en la muerte es que no hemos entendido el verdadero mensaje. Así que habrá que proseguir para avanzar en las formas sin perder el norte y, lo que más importante, el fondo de la cuestión para que todo tenga verdadero sentido.

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