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Jerez

Calentamiento mental (segunda parte)

LA pasada primavera el tiempo estuvo revuelto, lució el sol y la temperatura fue agradable; en otoño llovió y el tiempo fue desapacible; el invierno es frío, con lluvias y nieve y, seguramente, el próximo verano hará bastante calor y no tendremos lluvias. Es decir: cuatro estaciones meteorológicas con sus características propias, como siempre ha sido lo que podríamos calificar de "normal". Se acabó la sequía, vuelven las lluvias en su tiempo, el calor en su momento y el frío cuando corresponde, la capa de hielo del norte de Canadá se hace cada vez más gruesa y avanza sobre la bahía de Hudson… ¿porqué no nos cuentan todas estas cosas esos fantoches coñazos, sumos sacerdotes de un cambio climático "fabricado", exagerado y manipulado por y para su propio interés?, pues sencillamente, porque no les interesa.

Piensen que la influencia que estas absurdas y torticeras teorías están teniendo en la sociedad contemporánea es tan importante y determinante que comienza a resultar un asunto mucho más que preocupante. El objetivo es claro, alarmante y ambicioso, aunque tampoco se trata de nada nuevo porque desde que el hombre es hombre, sectas, religiones y falsarios diversos, han tratado, y lo siguen haciendo hoy, de colocarse por encima de los poderes públicos establecidos. Ayuntamientos, autonomías, estados, gobiernos, naciones, organizaciones internacionales o supranacionales; todo les queda pequeño e inaccesible por los medios habituales, razón por la que recurren a "métodos" distintos, aunque no por ello menos eficaces.

Hemos de darnos cuenta que el mundo lo mueve la política -a parte del dinero y el sexo, por supuesto, pero ahora no viene a cuento hablar de ello-; la política, en la mayoría de los países, depende de los votos; los votos dependen, salvo auténticas, escasas y firmes convicciones ideológicas, de lo manipulados que puedan llegar a estar los ciudadanos y esta manipulación siempre está sujeta a la capacidad de "manejo" que tengan los medios de comunicación; en nuestros días, los auténticos e incontestables cimientos del poder, de cualquier tipo de poder.

Pues bien, estos falsos y fanáticos ecologistas predicadores de la "catástrofe climática"; estos agoreros abrazafarolas, remedo de infaustos profetas que auguran el fin de los tiempos sumergidos en un diluvio de CO2; estos integristas climáticos de pacotilla que nos sitúan al borde de un abismo radiactivo o nos apremian para que huyamos prestos a las altas cimas, para protegernos del inminente derretimiento de los hielos polares; están logrando su meta.

Las masas, ignorantes, carentes de iniciativa propia, desheredadas del sentido común, abandonadas por las necesidad de tener que procurarse la elemental subsistencia; se echan en brazos del primer viajero que las seduzca con sagaces argumentos, dejándose arrastrar por estos lúcidos y avispados ventajistas.

Así las cosas, sería conveniente aclarar que la génesis del planeta Tierra y su posterior desarrollo a lo largo de cuatro mil quinientos millones de años, más o menos, nos muestran con inequívoca precisión, que los cambios climáticos han existido desde el principio del tiempo. Sabemos, por evidencias geológicas, que son necesarios miles de años -muchos- para que un cambio climático se establezca y consolide como tal.

Por ejemplo, en el Paleolítico (período que abarca desde hace 2,5 millones de años hasta 12.000 años antes de nuestros días) Europa estaba totalmente cubierta por los hielos y el desierto del Sahara, como otros muchos desiertos, era un vergel cubierto por ríos, vegetación y fauna, hasta que, de modo gradual fue cambiando hasta lo que es ahora; entonces o había fábricas, ni coches, ni centrales térmicas.

La cuestión es que estos lunáticos saben muy bien que sus manipuladas teorías van calando en la frívola conciencia colectiva y saben, también, que esto les hace poderosos, porque ningún partido político que aspire al poder puede pensar en enfrentarse a los postulados de los que se han apropiado y que, torticera y hábilmente, han sabido "colar" como "intocables" para todo aquel que quiera defender el futuro de nuestro planeta, futuro que todos deseamos, obviamente, preservar y cuidar; y lo podemos hacer sin tener, necesariamente, que asumir sin rechistar el calentamiento mental al que nos están sometiendo estos enfebrecidos paranoicos y sus sicarios.

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