La huelga general en Jerez

Cerrado por reforma

  • Los sindicatos hablan de éxito rotundo en una jornada sin incidentes · Congregan en la manifestación a varios miles de personas y la falta de clientes se nota en el pequeño comercio y grandes superficies

Éxito o fracaso? Es difícil de precisar. En la habitual guerra de cifras que arroja toda huelga general que se precie, los sindicatos estiman un seguimiento en Jerez del 85%, que la patronal reduce, en este caso en el ámbito provincial, al 20%. Lo que para los primeros, los representantes de los trabajadores, es un triunfo rotundo, para los empresarios es una estrepitosa derrota. En cualquier caso, la convocatoria lanzada por las centrales sindicales contra la reforma laboral sacó a la calle desde primeras horas de la madrugada en forma de piquetes a cientos de delegados sindicales y congregó a varios miles de personas en la manifestación que recorrió las calles del centro, y a cuyo término, los responsables locales de CCOO y UGT aseguraron que no se rendirán hasta reconquistar los derechos suprimidos por la reforma.

Pero al margen de las cifras, en las que jamás se pondrán de acuerdo, el dato más relevante de la jornada de ayer fue la normalidad, salvo en casos muy puntuales, con la que se desarrolló la huelga, aspecto este que destacaron tanto los sindicatos y los empresarios como las fuerzas de seguridad, que tuvieron que intervenir en contadas ocasiones, como la identificación del secretario comarcal de la CGT, José García, denunciado por una pintada minutos antes de la medianoche del miércoles. El fuerte despliegue policial garantizó la seguridad pese a la censura aplicada por la Subdelegación del Gobierno a la hora de facilitar dato alguno de participación o de incidencias.

Los sindicatos, por su parte, denunciaron que un miembro de un piquete resultó herido leve al verse atrapado por la cancela en el cierre apresurado de la tienda de ropa de una cadena de hipermercados, mientras la patronal condenó los problemas registrados en la apertura de un concesionario de coches y el uso indiscriminado de silicona en las cerraduras de muchas empresas y comercios. 

 Por lo demás, unos y otros se reprocharon mutuamente las coacciones de los piquetes informativos y empresariales, la de los primeros por forzar el cierre de muchos establecimientos e impedir el ejercicio del derecho al trabajo; la de los segundos por no respetar el derecho a la huelga bajo amenazas de despidos y represalias.

Hay otros factores más objetivos que permiten medir la incidencia de la huelga, como el tráfico y la afluencia de clientes, bastante escasos ayer tanto en el centro como en las grandes superficies comerciales. En el caso del pequeño comercio, el que no cerró por voluntad propia o por miedo, lo hizo por falta de clientela en una suerte de huelga de consumidores, entre los que, además del miedo, también hace mella la crisis.

 A diferencia de anteriores convocatorias, en particular de la descafeinada huelga general de septiembre de 2010, la sensación ayer era de pánico general. Hay miedo a la reforma y los recortes que están por llegar; hay miedo a las represalias de las empresas; hay miedo a la acción de los piquetes; hay miedo a consumir.

Pero la huelga va por barrios y por sectores, ya que tanto la acción de los piquetes como los cierres se concentra en el casco histórico, polígonos industriales y actividades estratégicas como el transporte de pasajeros y mercancías, limpieza pública, comercio...

Poco antes del inicio de la huelga, fijado para las 0 horas del jueves, los piquetes informativos se concentraron en el edificio sindical para repartirse el trabajo, que durante la madrugada se centró en la paralización de la actividad en el mercado mayorista de Mercajerez y en el transporte de mercancías.

A primeras horas de la mañana entraron en acción los piquetes encargados de controlar el cumplimiento de los servicios mínimos en el aeropuerto, las estaciones de autobuses y trenes, el transporte público, el sector industrial, básicamente bodegas, azucarera y fábrica de arroz, así como el mercado de abastos, donde según los secretarios comarcales de CCOO, José Manuel Trillo, y UGT, Pedro Alemán, se registró un fuerte seguimiento.

El comercio del centro fue el siguiente destino. Aunque los sindicatos habían advertido que, al contrario de la anterior huelga general, los pequeños y medianos establecimientos del centro no iban a ser esta vez su objetivo, un piquete sindical formado por más de 60 personas, seguido en todo momento por una dotación de la Policía Nacional, recorrió desde primeras horas de la mañana las principales arterias del centro instando al cierre de los pocos establecimientos que llegaron a abrir las puertas, en algunos casos con persianas a media altura, preparados para bajarlas, según se fuesen desarrollando los acontecimientos al paso del piquete, dentro del típico juego del gato y el ratón en el que se acaba convirtiendo la escenificación de la huelga en el sector comercio.  En la plaza de abastos apenas dos carnicerías estaban abiertas y eran contados los pequeños negocios que sin disimulos mostraban sus puertas abiertas de par en par.  Los incidentes fueron mucho menores que en la huelga de septiembre de 2010, pero también los hubo. En un comercio de la calle Évora que se negó a cerrar las puertas, el piquete mantuvo un rifi-rafe con su propietario, que defendía su derecho a abrir, pero tras la discusión los sindicalistas optaron por no insistir y seguir con el recorrido. Ya en la calle Larga, uno de los bares amaneció con la cerradura obstruida, por lo que se tuvo que recurrir a un cerrajero para poder abrir. Otro de los incidentes se produjo en Sfera, donde el piquete se paró e intentó entrar para forzar el cierre. En ese momento se empezó a bajar la persiana y golpeó a uno de los sindicalistas, a lo que se unió un intercambio de insultos entre una mujer que se encontraba en la tienda y los miembros del piquete. Los ánimos empezaron a caldearse hasta el punto de que los agentes de la Policía tuvieron que intervenir y posicionarse junto a la puerta del establecimiento para evitar un altercado más grave. El secretario local de CCOO, José Manuel Trillo, señalaba que “no nos gustan este tipo de incidentes con los comercios pequeños, porque no nos hacen excesivo daño y queremos dedicarnos a los grandes”.

Sobre las once de la mañana el piquete se dirigió a los sindicatos para encaminarse después a la manifestación y aunque el centro no recuperó ya la normalidad y la escasa presencia de público era evidente, algunas franquicias acabaron abriendo sus puertas, al igual que ocurrió por la tarde. El presidente de Acoje, Fernando García, destacó que ya se prevía “una mañana dura”, con los antecedentes de los conflictos que diariamente está viviendo la ciudad, pero admitió que la actuación de los sindicatos no fue tan contundente como en otras ocasiones. Muchos negocios dieron el día por perdido y no hicieron ni siquiera intención de abrir, en otros se trabajó con las puertas cerradas y también hubo quien abrió pero sin que apenas entrasen clientes.

Distinta fue la situación en las barriadas, donde la repercusión de la huelga fue casi nula. Bares y comercios abrieron con normalidad, incluso en la zona de Madre de Dios, de donde partió la manifestación. De hecho, algunos de los participantes en la misma entraron a tomar algo en los bares de esta zona antes de iniciar la marcha. La asociación de empresarios y comerciantes de la Zona Sur ‘Adecosur’ destacó la ausencia de incidentes graves y cifró en un 18% el porcentaje de asociados que secundó la huelga. “La mayoría ha trabajado a puerta cerrada haciendo labores de limpieza e inventario. El restante 82% trabajó con normalidad como un día cualquiera”. Según avanzó la tarde, muchos de los comercios que habían cerrado por la mañana en esta zona, abrieron por la tarde.

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