Psicologia

Educación física y deporte

El impresionante vídeo de Gabriela Andersen, publicado por Psicología Diez recientemente en las redes sociales, es una de las mejores muestras de la importancia de la educación física en el desarrollo de los menores. Las imágenes de las olimpiadas del año 1984 celebradas en Los Ángeles, muestran a la atleta suiza, terminando la primera maratón femenina de la historia, completamente fatigada y exhausta cuando llegaba a la meta, tambaleándose, con los brazos colgando y con serias dificultades para mantener el equilibrio mientras rechazaba cualquier tipo de ayuda médica. A pesar de que llegaba en la posición número 37 de 40 participantes, Gabriela no estaba dispuesta a abandonar, principalmente, porque había sido un largo camino el recorrido hasta que el comité olímpico internacional decidió que también existiera la disciplina de Maratón para las mujeres, que hasta entonces sólo había existido para los hombres.

Y es que, al igual que en el deporte, la vida exige frecuentemente, al más pintado, actitudes como el esfuerzo, la perseverancia y la motivación como principios para satisfacer sus propias necesidades.

La Psicología del deporte trata de estudiar todos esos principios y actitudes que ayudan a deportistas, a preparadores físicos y a entrenadores, a optimizar el rendimiento y la satisfacción con la actividad deportiva. Entre otros aspectos, la educación física permite trabajar, de forma transversal con el alumno, la capacidad de mantener la concentración en los objetivos y no abandonar ante las dificultades, la forma de responder tanto al éxito como al fracaso, los estilos atribucionales necesarios para establecer un nivel de responsabilidad adecuado para alcanzar las metas, la determinación de objetivos en función de las posibilidades de cada persona para promover la motivación en lugar del desaliento y, además, permite estimular las relaciones interpersonales y el sentimiento de confianza entre los miembros de un mismo equipo, sea cual sea el deporte que se practique. Se trata de objetivos que, habitualmente, quedan fuera de otro tipo de asignaturas en las que las tareas y el aprendizaje suelen ser mayoritariamente individuales.

Nos hemos preguntado en muchas ocasiones qué deporte es el más adecuado para el desarrollo de estos principios. Sin embargo, la respuesta, como no puede ser de otra forma, estará en función de distintas variables. Sobre todo, de las necesidades que presenta el menor, mientras que algunos alumnos necesitan deportes que estimulen la agilidad en las respuestas o la impulsividad, otros alumnos requieren de deportes que estimulen el autocontrol y un mayor nivel de reflexión. Y, por supuesto, por encima del tipo de deporte, una de las variables que más puede incidir en los menores, es un monitor o entrenador que posea la formación adecuada para mejorar la autoestima y las habilidades de los deportistas, a través del entrenamiento y el establecimiento de metas adecuadas.

Ahora, que se encuentra próximo el final del curso académico, es un buen momento para decidir qué actividad deportiva puede ser la que más contribuya a la maduración de los menores y de cuál de ellas pueden aprender las normas necesarias para conseguir no sólo éxitos deportivos, sino también personales, familiares y académicos.

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