Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas

Excursión filológica a Jerez

  • Hace un siglo, el ilustre Julio Cejador, uno de los más importantes filólogos de la lengua castellana de principios del siglo XX, estudió admirado los vocablos de la bodega y la tonelería

Y además, su estudio lo publicó aquí en Jerez, en las páginas del periódico 'El Guadalete', el 2 de febrero de 1911, llamando la atención de los académicos de la lengua, redactores del Diccionario oficial, sobre los vocablos de la vinatería jerezana y, en especial, del gremio de tonelería, de los que apenas eran tan solo dos o tres los que figuraban en el diccionario de la RAE.

Decía el ilustre filólogo que muchos señores académicos no se acordaban de Jerez, más que cuando saboreaban nuestro vino, en los banquetes a los que acudían en los madrileños restaurantes de Lhardy o La Mallorquina; añadiendo que Jerez era conocido "hasta de los limpiabotas de El Cairo y Budapest", ya que los carteles y anuncios de propaganda de sus vinos "han engrudado las esquinas de todo el globo terráqueo".

El profesor Julio Cejador que fue fraile jesuita antes que filólogo, vino expresamente a nuestra ciudad, según decía, "para enterarme de los vocablos tocantes a tonelería, vinos y bodegas, porque tenía para mi que en semejantes menesteres son maestros autorizados los jerezanos. Muy cerca de cien vocablos saqué de sus bodegas que no trae el Diccionario oficial de la Academia", sencillamente porque los señores académicos los desconocían. Vocablos que Cejador da a conocer, con ruegos de que sus amigos los académicos los incluyan en el mencionado Diccionario. Y a fe de que poco caso le harían éstos, cuando después de un siglo algunos no figuran todavía en tales libros, donde se contienen hasta palabras de moderno acuñamiento y uso.

La investigación filológica de Julio Cejador se centró más que nada en las bodegas del Marqués del Mérito y en la de Manuel Fernández. Y empieza diciendo que lábrense las 'botas', en el 'trabajadero', palabra estas que el Diccionario, en su décimo tercia edición no traía. Y ahora que iremos por la vigésimo tercera, aún hay algunas que no han sido todavía incluidas.

El filólogo gozaba diciendo que las botas no solo sirven para guardar el vino, sino también, y sobre todo, "para criarlos y hacerlo". Y a renglón seguido Cejador refiere cómo se construye una bota y los desconocidos vocablos que se usan en dicho oficio de tonelería jerezana, poniendo por delante que las botas se hacen con madera que suele venir de los Estados Unidos, porque las de aquí no dan tan buen resultado. "Desbastan el tronco - dice - para sacar de él una duela con 'cuchillo de descantonar'; porque 'descantonar' llaman al desbastarlo, quitándole los cantones y rebajándola, verbo que tampoco conoce la Academia", y explica que dicho cuchillo tiene una hoja cuadrangular grande y ancha, enmangada en ángulo recto en un fuerte mango.

El 'picadero' es el tronco alto hincado en tierra en el que se apoya la duela que se fabrica, la que hay que 'acorvarla'; lo cual se consigue por medio del fuego, puesta la duela en el 'batidero'; porque 'batir' es dar forma mediante el fuego a las duelas y a la vasija o bota. Vocablos estos que tampoco traía el Diccionario, ni el nombre del cepillo, llamado 'galga', con que cepillan y afinan las duelas, luego de sacadas todas juntas del 'batidero', donde tomaron forma y se acorvaron. Ráspanse enseguida con una cuchilla grande y combada, de dos mangos, que también usan los zurradores, y ellos, por lo menos en Zafra, donde la vi y los toneleros llaman 'raspa'.

En su estudio, dice Cejador que viene después el 'dar bajo' a las duelas, que es darle forma oval a los canteros, porque 'bajo' es la combadura o barriga de la bota. Dar 'bajo' a las duelas tiene su manera propia de nombrarse y es 'chivir'. Otras expresiones anotadas por el filólogo son 'cabeza de batir' que dice "es lo alto de la bota, mientras se bate o se le da forma a fuego, en el batidero", y 'cabeza de mole' lo bajo de la misma. Y añade que 'juego de mole' son aros recios que sirven para moldear las duelas por el fuego, y el moldear o molde o molla en latín tomaron este nombre. Para trabajar la bota hay que sujetarla - dice - de alguna manera y eso se hace con el 'bajote', que son dos troncos hincados en el suelo y que forman spa en lo alto.

Seguidamente, Julio Cejador nos dice que una vez labradas las duelas, para armar la vasija hay que tener hechos los fondos que, como es sabido, constan de varias tablas desiguales en tamaño y hechura, que tienen sus propios nombres, también desconocidos de la Academia: 'Mediano' se llama cada una de las tres tablas centrales; 'jarel' cada una de las dos inmediatas a los 'medianos' y a los 'chanteles', los cuales son las tablas más distantes del centro y en forma de media luna por la parte de fuera. Encajadas las duelas en el fondo, se 'encama' la bota. Y explica que los toneleros jerezanos llaman 'encamar' al meter los aros en la bota, lo cual se hace por medio del martillo y otra herramienta a la que se le llama el 'chazo' y que es una pieza gruesa de hierro, más adelgazada por uno de los lados menores, que se apoya en el aro metido y martillando en él, sobre el lado más grueso, hace que el aro baje y se meta y ajuste más a la bota. Como los aros son de hierro, al echarlos, menos los dos extremos que se ponen al fin de todo, dicen los toneleros 'herrar'. Y 'escapirotar' es otro 'lindo verbo' que significa poner bisel hacia dentro y alisar la 'tiesta' de la bota, que no es el canto de las tablas que sirven de fondo o tapa en los toneles, sino el canto saliente de los toneles. Esta 'tiesta' que baja la bota todo en torno sobre sus dos fondos, sabido es que está biselada hacia dentro, por donde mira a la tapa o fondo. Darle a la 'tiesta' esa biseladura y alisarla, es lo que llaman 'escapirotar', que es lo mismo que rebajar el 'capirote' de la bota.

También nos enteramos por este concienzudo estudio del gran filólogo aragonés que tampoco estaban, todavía, en el Diccionario de la RAE, palabras del gremio de tonelería como 'fletear' y 'arrañar' que significan lo mismo. Esto es, afinar con azuela lo 'escapirotado' en la bota. Y, finalmente, nos descubre que 'junto' se llama en Jerez la juntura de las duelas, y 'raspeta' la herramienta de cuchilla corva con dos mangos, como la raspa, que sirve para vaciar la duela por los extremos o 'juntos'.

Julio Cejador que se fue tan contento de Jerez por haber descubierto todos esos vocablos del argot de los toneleros jerezanos, nació en Zaragoza, en 1864 y murió en 1927. Fue catedrático de la Universidad de Madrid y conocía idiomas como el árabe, el copto, el sirio y demás lenguas semitas e indoeuropeas. Publicó varias obras de temas filológicos, entre ellas 'La lengua de Cervantes', en dos tomos, el 'Tesoro de la lengua castellana', en doce volúmenes, y la que fuera su obra maestra: 'Historia de la lengua y literatura castellanas', en catorce volúmenes. Se le considera uno de los creadores de los modernos estudios filológicos y uno de los fundadores de la famosa escuela filológica madrileña.

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