juana zarzuela. presidenta de aspanido y vicepresidenta de Down España

"Faltan muchos años para lograr la igualdad de pleno derecho"

  • Esta semana ha sido galardonada con el Premio Meridiana a la Igualdad que concede la Junta, un reconocimiento más a una trayectoria y una "vida llena"

Juana Zarzuela, durante la entrevista, en su domicilio.

Juana Zarzuela, durante la entrevista, en su domicilio. / vanesa lobo

Juana Zarzuela sigue siendo sin duda una mujer con carácter: maestra jubilada, madre de siete hijos, cinco nietos y una vida "llena de muchas cosas. Dicen que cuando la vida se te queda vacía de cosas hay que llenarla de más y yo creo que la he llenado demasiado". Ahora, más delicada de salud, ha ido delegando algunas responsabilidades como presidenta de Aspanido pero ella, que fue la promotora de la asociación hace 25 años, sigue ahí, al frente, eso sí "con un buen equipo detrás porque ha habido muchas madres que han tirado del carro".

-Rey Gaspar en 2005, Premio CERMI 2015 por su trayectoria asociativa y ahora recibe el Premio Meridiana a la Igualdad. ¿En qué momento de su vida llega este reconocimiento?

-Yo diría que casi al final de mi vida (ríe). Bueno es un premio a una trayectoria de trabajo pero no mía, de un montón de gente que tiramos de un carro que en aquel momento era difícil tirar. Ahora es más fácil aunque las cosas siguen estando mal. La mujer sigue discriminada y cuando es discapacitada, doblemente. Hasta que consigamos que la igualdad sea de pleno derecho nos faltan muchos años.

-Tras conocer la noticia del premio tuvo un recuerdo para las niñas y mujeres de las escuelas rurales. ¿Por qué esta alusión?

-Porque las escuelas rurales eran distintas. Salíamos de las escuelas anejas, donde hacíamos las prácticas los maestros, escuelas estructuradas y que eran el modelo a seguir y te metes en una escuela rural donde estaban 15 o 16 niños desde párvulos hasta el último curso y te das cuenta de que la realidad es distinta. Mi primer destino como maestra fue en una escuela rural. Había que enseñar a leer a uno, a otro ponerle un currículum distinto, allí se hicieron las primeras adaptaciones curriculares, porque teníamos que atender a todos de distinta forma. Niños y niñas. Y les decíamos a las madres de las niñas que tenían que tratarlas igual que a los niños, no tenían que quedarse en la casa cuidando a los hermanos pequeños. Te hablo de la década de los sesenta. Recuerdo que en aquella época se desbordó el Guadalete y quedamos los maestros rurales incomunicados porque no podíamos pasar para Jerez y con el párroco entonces de La Ina escribimos entre todos una nota en el periódico que decía: A tres kilómetros de Jerez, hambre, barro y agua. No nos metieron en la cárcel de milagro, menos mal que lo había firmado el párroco.

-Y ejerciendo de maestra, ¿hasta cuándo?

-Hasta que me jubilé. Preparé las oposiciones para profesor de EGB y después me hice parvulista y desde el 78 estuve de parvulista en el colegio de La Unión. Dejé de ejercer porque me rompí la tibia y el peroné y si tú eres parvulista no puedes estar sentada. Me jubilaron con antelación, pero sólo unos pocos años antes.

-En estos años habrá vivido en primera persona todo lo que ha supuesto la pérdida de autoridad del maestro.

-Perfectamente. Se ha perdido un referente de la persona que te aconseja, que sabe, se le ha intentando tratar como a un igual y una cosa es eso y otra no tener un referente en tu vida y los maestros lo éramos.

-¿Cómo comenzó su implicación en la lucha por la integración de los niños con síndrome de Down?

-Bueno, el colegio La Unión fue el primero receptivo a acoger a personas con síndrome de Down. Me parece que fue el primer colegio publico, que no era especial, con niños con síndrome de Down. Eso nos lo inculcó nuestra directora que en aquel momento era Isabel. Gracias a ella empezamos a tener niños con discapacidad dentro del colegio, sin estar todavía la ley. El colegio de La Unión fue un referente.

-Y luego usted tiene una niña con síndrome de Down.

-Sí y entonces fue cuando empieza una lucha para que todos estos niños estén en los colegios ordinarios, porque ya digo: había algunos, pero era como un favor, porque un maestro te lo quería coger. Entonces nos unimos y creamos la asociación Aspanido, y gracias a los inspectores de aquella época que creyeron en nuestra filosofía, se consiguió.

-Hubo años incluso en los que los niños con síndrome de Down no estaban escolarizados.

- Sí, sí los había. Primero se luchó en Jerez por la educación especial, se creó el colegio de La Merced y luego vino nuestra lucha por sacarlos de los colegios específicos y meterlos en los colegios ordinarios.

- Volviendo la vista atrás, ¿está satisfecha con lo conseguido?

- Hemos conseguido muchísimo, a veces se piensa que no lo suficiente, pero si miras atrás y ves cómo estábamos...Lo que pasa es que ahora estamos en una regresión, porque se le está vendiendo a los padres que los colegios especiales tienen mejores recursos, menos alumnos en el aula y que van a estar mejor atendidos, pero no es así, un niño aprende de otro niño.

- ¿No está de acuerdo entonces?

- No, pero no porque no esté de acuerdo con los colegios de educación especial, que tiene que haberlos porque hay patologías que deben ser atendidas ahí, pero los niños con síndrome de Down, por regla general, con quien tienen que estar es con sus compañeros, con la gente de su barrio, integrados en su clase. Ahora también los padres están más acomodados, porque se han encontrado muchas cosas hechas. Nosotros tuvimos que luchar por la integración, por una escuela integradora y participativa, por el trabajo, el ocio, el vivir independiente de estos chicos y hemos sido la cabeza de lanza y ahora son padres que la mayoría superan ya los 70 años.

- Y se plantea un problema que usted ha visto claramente: qué va a pasar con esos adultos con síndrome de Down y padres ya muy mayores.

- Claro, qué va a pasar cuando ya seamos dependientes todos. De ahí el proyecto Patio XXI, que yo creo que es muy bonito, muy integrador y a la vez antiguo, porque es un poco la filosofía del patio de vecinos. Nos llegan casos de personas mayores que nos dicen: si yo me voy a una residencia, ¿mi hijo va a ir a la misma que yo? Si él no está para una residencia.

- ¿Tiene queja de cómo le han tratado las Administraciones?

- Yo he tenido la suerte de que a nivel local todos los partidos políticos nos han apoyado. La verdad es que no he tenido problemas con las Administraciones, aunque unas han sido más receptivas y otras menos. Cuando cumplimos los 25 años yo dije que no éramos una asociación cómoda, pero que no éramos cómoda ni para los padres, ni para los hijos, que tienen que hacer esfuerzos y tampoco para la Administración porque le decimos lo que tienen que hacer. Nosotros damos servicios porque no tenemos más remedio, porque no los hay y somos reivindicativos de derechos, y en eso falta mucho.

- Hablaba también esta semana del empoderamiento de la mujer y lo que queda por conseguir.

- Tiene que haber alguna fórmula para que las mujeres puedan criar a sus hijos y puedan trabajar: horarios más flexibles, con trabajo desde casa y apoyos. La mujer tiene mucho que decir todavía en el mundo de la empresa y de la Administración. En política, hay partidos que vienen rompiendo, con muchas ínfulas, y no les veo esa paridad.

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