Jerez

Fauna cadavérica

Puigdemont saluda a Artur Mas en la manifestación de ayer en Barcelona.

Puigdemont saluda a Artur Mas en la manifestación de ayer en Barcelona. / Quique García / Efe

En la iglesia de la Santa Caridad de Sevilla, antes templo de oración abierto a todos, y hoy museo donde pagamos para entrar, se encuentra un cuadro terrible de Valdés Leal: el cadáver medio podrido de un obispo, el ataúd reventado e insectos que pululan sobre el cuerpo. Según los especialistas, el pintor ha reproducido fielmente la fauna cadavérica. ¿Se conocen los nombres de estos especímenes que se alimentan de la podredumbre? Se conocen.

Primero están los gusanos que inician la descomposición de la carne; los autores directos del golpe de Estado separatista que en cualquier país del occidente desarrollado ya estarían en la cárcel. Luego, insectos que acuden desde lejos al olor de los cuerpos descompuestos. Así, la Unión Europea cargada de complejos, buenismo y corrección política. Con sus críticas a la respuesta policial ("desproporcionada", dicen) de un Gobierno legítimo, olvida que en democracia el Estado tiene el monopolio de la violencia para la defensa de la seguridad y la paz. Si el Estado renuncia, la violencia la ejercerán los más fuertes, ya sean las mafias, ya sean los manifestantes, ya sea un grupo familiar golpista. Hipócrita UE que no quiere recordar los bombardeos de sus socios sobre Belgrado hasta desmantelar Yugoslavia en cien estados de Pitiminí, ni hablar de sus ocultos manejos con Erdogan, y que ha convertido el concepto de "proporcionado" en sinónimo de cobardía y rendición.

Cabe exigir a Rajoy no ceder ni un punto más, como se ha hecho en los últimos años

Después, acude el dialogante Sánchez dispuesto a no interrumpir el festín y a comprenderlo todo o, en su defecto, aplicar un aguado 155 que nada cambie. Se equivocan los tertulianos que ven el PSOE de hoy como el partido patriota y responsable que fue ayer. Sólo si los barones, empezando por Susana Díaz, son capaces de encapsular a Sánchez como se encapsula un tumor, los socialistas podrán recuperar la seriedad perdida.

Mas tampoco queda libre de responsabilidad Mariano Rajoy. Un grave fallo de liderazgo al no haberse atrevido, cuando era tiempo oportuno, a tomar las medidas contundentes necesarias para atajar la deslealtad; porque el golpe no ha sido el día 10 -ese día fue el de su fracaso-, sino mucho antes, con la culminación en el 1 de octubre. ¿Por qué no actuó Rajoy? Sin duda porque sabía que no contaba entonces con el apoyo de Sánchez; pero lo que distingue al líder del gobernante mediocre es correr riesgos: si pierde se va a su casa; aunque si gana lo gana todo.

Por fortuna, la actividad necrófila no ha conseguido aún descomponer la piel del toro; pero estamos en fechas decisivas: los días de la respuesta, "proporcionada" (¡faltaría más!), que siguen a un golpe de Estado que fracasó, si bien continúa latente y puede, caso de no tomarse las acciones adecuadas y sin complejos buenistas, haber ganado a medio plazo.

Contagiado yo mismo por el buenismo, no me atreveré a pedir que metan en la cárcel a Puigdemont; pero sí cabe exigir a Mariano Rajoy no ceder ni un punto más, como se viene cediendo desde hace treinta años, ante las reclamaciones insaciables del nacionalismo; no sentarse en una mesa junto a quienes han alardeado de su "deslealtad" (Monarca dixit) y, sobre todo, recuperar para el Estado competencias incisivas en Educación. Ha sido el control absoluto de la política educativa y cultural en el País Vasco y Cataluña lo que ha permitido que dos generaciones de jóvenes hayan sido educadas en el odio a España. Es un escándalo que mientras en esas autonomías pueden abrirse escuelas y universidades privadas, el Gobierno central no pueda tener allí ni institutos ni centros universitarios dependientes directos del ministerio. Mientras más se tarde en tomar medidas reales, en lugar de palabras, más difícil será tomarlas en el futuro, y el golpe quedará impune.

En el invierno de 1923, el Ayuntamiento de Gerona, de mayoría nacionalista, se propuso talar entero un hermoso bosque a las afueras de la ciudad. Algunos poetas y escritores protestaron, pero la tala siguió adelante. Hasta que los ministros de Gobernación y Fomento pararon el salvajismo. Con tal motivo, Eugenio d'Ors publicó una de sus Glosas: "En España, después de todo, lo menos malo es el Estado. Por 1898 se exaltaba lo biológico sobre lo lógico, y fue moda creer que las naciones eran el futuro mientras el Estado andaba decadente. En los veinticinco años transcurridos hemos visto, como hoy en el caso de Gerona, que la barbarie venía de lo nacionalista, mientras el Estado salvaba la situación convirtiéndose en amparo de la cultura".

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