CUANDO las administraciones tienen las arcas vacías de dinero y repletas de telarañas suelen dedicarse a sacar dinero de dónde sea. Y lo peor, como sea. Ninguna de ellas, ni la nacional, ni la autonómica, ni la local, es capaz de reconocer que incrementan la presión sobre el ciudadano por tal motivo ya que tienen la obligación de ser previsores y no quedarse a cero. A las cosas, es sana costumbre, hay que llamarlas por su nombre. Llamar ‘prevencar’ a  un patrulla que es capaz de generar 20.000 euros en multas en un solo día es un eufemismo de dudoso gusto. Insultar la inteligencia del ciudadano suele, además, pagarse caro. El ‘ponemultas’, como se le conoce con acierto por muchas capitales españolas, es una máquina de hacer dinero que fotografía, registra y penaliza a los conductores. Como si de un macabro ‘Gran hermano’ orwelliano se tratase, la máquina nos meterá en vereda pero vaciándonos antes los bolsillos con su ojo avizor.