Psicologia

Herramientas para la salud

La efectividad de las intervenciones psicológicas ha sido ampliamente contrastada en una gran diversidad de problemas de salud, tanto de la salud física como de la salud mental. Por ejemplo, se han realizado numerosos estudios que demostraron que la intervención psicológica reducía la posibilidad de sufrir infartos o ictus en personas que ya habían sufrido alguno previamente. Los tratamientos psicológicos también tienen importantes beneficios sobre el sistema digestivo, el sistema hormonal o el sistema inmunológico, con todas las implicaciones que se pueden derivar de ello. Por otro lado, en relación a la salud mental, cada vez hay más evidencia sobre cómo las intervenciones psicológicas pueden producir cambios en la actividad e, incluso, en las estructuras cerebrales, provocando importantes mejorías en el funcionamiento psíquico de quien las recibe.

De hecho, cada vez más, se demanda el inicio de tratamientos psicológicos en la población general. Así, en la actualidad, coexisten distintas modalidades de tratamientos psicológicos que pueden utilizarse en función del objetivo que se desea alcanzar. Por ello, la investigación científica en Psicología continúa, hoy por hoy, buscando evidencias sobre las intervenciones que garanticen un mayor nivel de efectividad en una alteración determinada (Labrador, Fernández y Ballesteros, 2011).

En este sentido, algunos de los tratamientos psicológicos disponibles para algunas alteraciones de la salud, incluyen como parte fundamental del tratamiento el aprendizaje de estrategias que permitan regular las emociones de forma adecuada. Los resultados obtenidos en este tipo de tratamiento parecen mejorar considerablemente los obtenidos por tratamientos que no incluían este tipo de variables, ya que muchas de las alteraciones psicológicas como los trastornos depresivos y los trastornos de ansiedad están muy relacionados con el mal uso de las distintas estrategias de regulación emocional. Además, es importante considerar los datos de algunas investigadoras del Departamento de Psicología de la Universidad de Yale, en Estados Unidos (Aldao, Nolen-Hoeksema y Scheweizer, 2010), que han demostrado que no se trata sólo del tipo de estrategia de regulación emocional utilizada, sino de la flexibilidad para usar una u otra estrategia en función de cómo sea la situación a afrontar.

Además de en nuestra salud, las habilidades para regular las emociones de forma adecuada, han demostrado ser de utilidad en ámbitos tan distintos como el rendimiento en el trabajo, el rendimiento en la competición deportiva o el rendimiento en el colegio y en las relaciones con los demás. Es fácil recordar, los casos de deportistas que sobrepasados por una derrota tremenda han pensado seriamente en dejar la práctica deportiva o, también, los casos de numerosos estudiantes que ante algún fracaso académico que han considerado excesivamente importante han desarrollado la firme convicción de que no sirven para estudiar y deciden no esforzarse más en ello. También, en el ámbito de las relaciones con los demás, es claramente decisivo saber regular la timidez o el miedo al rechazo para tomar la iniciativa de conocer a nuevas personas o a nuevos compañeros. Por ello, muchos centros educativos desde hace unos años, a través de iniciativas privadas, están implementando este tipo de aprendizaje, que estamos seguros que en un futuro serán implementados en la mayoría de centros académicos.

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