Jerez

El IVA funerario sube el coste de un entierro en más de 200 euros

  • Ahora que morir se grava con un impuesto de lujo, las funerarias de la provincia buscan nuevos productos para enjugar la reducción del presupuesto de los familiares en esquelas, coronas o mármol

Morir sale caro, muy caro. De hecho, morir es un acontecimiento que se ha convertido en un artículo de lujo. El IVA funerario cotiza al 21%, con un incremento de trece puntos. Y es un pago seguro. La provincia aporta, en una estadística macabra, en torno a 9.000 clientes al año al nuevo tipo impositivo y esto supone, según las funerarias consultadas, una media de 240 euros más al año que recibe el Estado por cada uno de los paisanos que ya no están, por los paisanos que desaparecen. Es decir, dos millones más de euros al año. Salvador Moreno, gerente del Tanatorio de Jerez, destaca que ese incremento lo está asumiendo la propia empresa ya que los precios básicamente se han mantenido. Por su parte, Fernando Pouso, delegado de Andalucía de Mémora, que gestiona uno de los tanatorios de Cádiz, el de San Fernando y el de El Puerto, apunta que "estamos en contra de este aumento del impuesto porque las funerarias realizamos un servicio que se hace solo una vez y, naturalmente, lo entendemos como de primera necesidad", indica. Mémora, al igual que otras funerarias que operan en la provincia, están acolchando desde el pasado mes de septiembre la "brutal" subida del IVA con acuerdos con las aseguradoras y los proveedores, lo que no ha impedido el incremento del coste de los servicios, lo que se suma al impacto de una crisis que se nota "en que las familias tienen menos disponibilidad de dinero, lo que supone una reducción en gastos de los productos tradicionales que acompañan al sepelio, desde esquelas a coronas.

Aún así, el ya conocido como IVA funerario no se aplica a la totalidad del servicio, sino que se fragmenta. El servicio de taxi, por ejemplo, se extrae del total para aplicársele el tipo del 10% que se mantiene para los transportes. Igual sucede con algunos de los aspectos de la preparación del cadáver, considerado dentro del apartado de servicio sanitario, que no tributa.

El precio de un entierro es muy variable, dependiendo de los servicios accesorios que se soliciten. Lo que llamaríamos un servicio funerario estándar, que incluye tanatorio, ataúd o urna para las cenizas, esquela, traslado al cementerio y corona de flores, sale en torno a los 3.000 euros, que es sobre la cifra que se aplica ese incremento medio para el bolsillo de los familiares. En Jerez, el precio del servicio se cifra entre 2.900 y 3.200 euros.

Ante la reducción de presupuesto en el ornamento funerario, las compañías se las ingenian para lanzar productos alternativos que puedan tener una utilidad directa para los familiares. El de Jerez, por ejemplo, es el único tanatorio donde se realizan reconstrucciones faciales a víctimas de accidentes de tráfico, asegura Salvador Moreno, quien añade que este servicio cuesta 200 euros. También se ofrece un servicio de pésames por e-mail, que se entregan a los deudos. Mémora, por su parte, es pionera, por ejemplo, en asistencia psicológica a los familiares. Por algo más de 200 euros, los familiares directos pueden recibir asistencia profesional en el duelo durante el velatorio y los días posteriores a través de un teléfono que opera las 24 horas del día 365 días al año sin límite de llamadas.

Otros servicios que se están ofreciendo desde las funerarias consisten en hacer desaparecer junto al difunto todas las burocracias que arrastramos en vida, desde suscripciones hasta recibos y domiciliaciones, por no hablar de lo que se ha dado en llamar nuestra memoria digital. Por cien euros más, en el caso de Mémora al menos, la funeraria se encarga de sumergirse en el universo de la red para eliminar perfiles de redes sociales o apariciones del finado en buscadores. Posteriormente, esa memoria digital se hace materia y se entrega a los familiares en un pen drive.

Pouso destaca el éxito de estos productos alternativos, en funcionamiento de manera muy reciente, por formar parte de un nuevo concepto de enfrentarse a la desaparición de un ser querido ofreciendo servicios útiles y tangibles en las primeras horas de shock tras la pérdida y que es difícil sobrellevar.

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