LA PÁGINA DEL JEREZ

Jerez y salud

  • Estudios científicos recientes se unen a la tradición popular que atribuye a la ingesta moderada del jerez propiedades curativas

'Somos lo que comemos'. Aún entendiendo esta antigua expresión en un sentido amplio, y aceptando por tanto que nuestro espíritu también necesita alimentarse a base de la lectura, de las artes y del entretenimiento, a nadie se le escapa que cada vez hay una mayor preocupación sobre los productos que ingerimos -ya sean comidas o bebidas- y de sus efectos a largo plazo sobre nuestro organismo y nuestro bienestar. Existe una creciente concienciación de que nuestra dieta debe regirse por unos criterios de equilibrio, combinando los placeres gastronómicos con las necesidades fisiológicas de nuestro organismo.

En este contexto, la dieta mediterránea supone uno de los mayores redescubrimientos de la cultura occidental. El consumo de productos como el aceite de oliva, la pasta y el arroz, las verduras, las legumbres y la fruta; de poca carne y mucho pescado; el uso de técnicas culinarias en las que predomina el uso del ajo y de especias como el orégano... y por supuesto el uso moderado del vino. Una dieta en la que las bondades nutricionales de los alimentos se combinan con toda una filosofía del arte de vivir.

El vino, como parte integral de este tipo de dieta, no es ajeno a este fenómeno de preocupación y valorización de "lo saludable". Durante los últimos años, hemos asistido a la verificación científica de lo que ya era de general conocimiento en los países y regiones productoras: que el vino, ese producto tan antiguo como nuestra civilización y tan rico en tipos y matices como nuestra propia cultura, nos sienta bien. Y no solamente desde el -importantísimo- punto de vista psicosomático; sino que además, consumido con moderación, aporta también beneficios concretos y medibles sobre aspectos específicos de nuestra salud.

"Si la penicilina cura a los enfermos, el Jerez resucita a los muertos", dejó escrito el mítico Premio Nobel Alexander Fleming, inventor de la penicilina, en una bota de una bodega jerezana. Igualmente, el refranero español está repleto de frases que aluden a los constatados efectos saludables del consumo de los vinos de Jerez, algo firmemente anclado en la sabiduría popular. No en vano el Sherry era ya valorado en la Europa de la Edad Moderna por sus propiedades terapéuticas y antisépticas, llegando a ser utilizado incluso en la lucha contra la devastadora peste.

Ha sido también durante muchos años un remedio casero contra diversos males. Ahí está el 'candié', españolización un tanto andaluza del término británico 'candy egg': una copa de Jerez dulce con una yema de huevo, tratamiento casero pero efectivo contra la gripe y el resfriado. O la utilización de medio vaso de vino de Jerez y dos huevos como tratamiento contra la anemia. Junto a estas aplicaciones curativas, la tradición popular, especialmente en la zona de origen, ha identificado siempre el consumo de Jerez con una vida prolongada y saludable.

Recientemente, esta sabiduría popular se ha visto plenamente confirmada por la Ciencia. Un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla, publicado en la prestigiosa revista 'Journal of the Science of Food and Agriculture', ha demostrado que la ingesta moderada de Vinos de Jerez reduce de forma muy significativa los niveles de colesterol total en la sangre. En concreto, se han observado disminuciones del colesterol total de entre un 24 y un 30%. Este descenso se debe fundamentalmente al descenso del conocido como colesterol malo o de baja densidad (LDL), al tiempo que se observa un aumento proporcional en el nivel de colesterol bueno o de alta densidad (HDL).

El estudio, coordinado por los doctores Félix López Elorza y Juan Miguel Guerrero Montávez, concluye que, dado que todos los tipos de Vinos utilizados en el experimento proceden de la misma uva, la denominada Palomino, "es probable que ciertos componentes presentes en esta uva sean los responsables de los cambios en los niveles de colesterol". En este sentido, Félix Elorza considera que "el hecho de que vinos aparentemente tan diferentes tengan los mismos efectos biológicos" hace pensar que estas propiedades "son responsabilidad del conjunto de nutrientes de la tierra y la variedad de uva Palomino, que es la más generalizada en el Marco". La investigación concluye señalando que los Vinos de Jerez y la Manzanilla "deben incluirse en la lista de vinos con efectos fisiológicos saludables, siguiendo un consumo moderado".

Por consumo moderado de Vinos de Jerez puede entenderse una proporción aproximada de 1 mililitro por kilogramo de peso del consumidor: por ejemplo, una persona de 80 kilogramos podría consumir diariamente 80 mililitros, el equivalente de unas dos copas. Los coordinadores del estudio hacen hincapié en ese concepto de "consumo inteligente", ya que un consumo abusivo puede tener efectos contraproducentes en la salud, al igual que sucede con otro tipo de bebidas alcohólicas.

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