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EDUCACIÓN

Leer para corregir

Dentro de los objetivos de lectura, el "para qué leer", nos encontramos un importante propósito que tiene sus propias habilidades: leer para corregir un escrito. Esta es una actividad que se debe dar en el plano académico continuamente: copiar un ejercicio y leerlo para ver si está bien escrito; contestar el ejercicio y leerlo para eliminar los fallos que se colaron; hacer un examen y volver al principio para no perder puntos por errores tontos;… Pero también en la vida cotidiana es una actividad que debemos tener presente: escribir una carta y darle un repaso para no meter la pata; otra miradita al impreso cumplimentado no vaya a ser que nos lo echen para atrás; la lista de la compra que le damos a alguien para que la traiga, y que sea lo que queremos y cuanto queremos;…

Sin duda, es una tarea muy especial cuando el trabajo que se realiza es de escritor, de periodista, de docente que corrige los trabajos de su alumnado, de editor o corrector de textos de una editorial. Y, por supuesto, para el estudiante, que ha de mejorar continuamente su expresión escrita.

Pero si antes, cuando toda la escritura era manuscrita o mecanografiada, los errores a corregir generaban tachones o notas (a veces con otro color para resaltarlo más) y quedaban tan claros que cuando se reescribían desaparecían, ahora se complica la cosa.

Con los procesadores de texto, los errores son otros y se complica la corrección. Ya si la falta es de ortografía se nos subraya la palabra en cuestión y en el momento se corrige. Pero si son de composición, si al releer encontramos que deberíamos cambiar algunas palabras por otras, entonces marcamos lo que vamos a quitar y escribimos lo nuevo. ¿Lo habremos hecho bien?

Basta con leer el artículo que ocupaba este lugar la semana pasada, para encontrar "restos" de una mala corrección (y desde aquí pido disculpas por ello) como alguna palabra que se suponía borrada y estaba ahí, o un cambio de lo que habría sido "de la" y pasó a ser "de el" sin contraer en "del".

Es importante trabajar con nuestro alumnado este objetivo de lectura que nos debe pedir en un momento fijarnos en el contenido pero, posteriormente, hacer una relectura fijándonos en la forma.

Algo así como "releer para corregir". Prometo aplicarme el cuento.

José García Oliva. Especialista en literatura infantil y juvenil.

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