Jerez

Sus Majestades juran repartir ilusión en Jerez

  • La coronación de los Reyes Magos se produce entre un centenar de nerviosos e ilusionados pequeños que llenan el Patio de Armas del recinto del Alcázar

 Melodías étnicas y un centenar de pequeños con mirada nerviosa en el Patio de Armas del Complejo Monumental del Alcázar hacían presagiar, a primera hora de la tarde de ayer, que Sus Majestades Melchor, Gaspar y Baltasar estaban a punto de hacer su primera aparición pública ante el ilusionado pueblo de Jerez. 

Andrés Cañadas, periodista y pasado pregonero de la Semana Santa, fue el encargado de oficiar la ceremonia de coronación. Sus palabras retumbaron en las paredes del monumento jerezano acompañando la solemne música que invitaba al deseo e inquietud. María del Mar Moreno, Fernando Carrasco y Mauricio González-Gordon, Sus Majestades del año pasado, tomaron asiento en el escenario preparado donde en breves momentos delegarían sus, todavía entonces, títulos reales.

 "Hoy llegan a Jerez, renovando una antigua tradición para repartir amor, ilusión y  alegría quienes llevaron hasta el Portal de Belén oro porque era rey, incienso porque era Dios y mirra porque era hombre", inició Cañadas la presentación, mientras los niños presentes miraban a uno y otro lado, esperando la inminente aparición de los protagonistas del día de ayer. Tras una breve historia de cómo la estrella de Oriente guió a los portadores de ofrendas hasta el Niño Jesús, se procedió a la esperada presentación de los Reyes Magos.

"Recibamos a Mel-Ur, Rey de la Luz, anciano y canoso de poblada barba que ofreció a Jesús el oro como símbolo de realeza universal. ¡Paso al Rey Melchor, del Reino de la Ilusión!". Fueron las palabras mágicas que abrieron por primera vez las puertas del Complejo Monumental. Una claramente emocionada Belén de Pelsmaeker salía acompañada de dos pajes que portaban la corona y el título mientras, a los pequeños presentes se les escapaban gritos de emoción o un "¡Hola Rey!".

La misma operación se procedió minutos más tarde para dar paso a Gaspar, "el Rey asiático Kansbar, llamado 'el administrador del tesoro'", al que le dio vida Sebastián Peña. El patio se volcó especialmente con "Belt-Sha-Ssar, 'al que Dios proteja su vida', negro barbado que llevó hasta el Portal en Belén su ofrenda de mirra, el bálsamo de los limpios de corazón". Un irreconocible Antonio Valderas se sentaba en el último de los tronos. También hubo un sitio especial para el emisario real de Sus Majestades, el Gran Visir, quien ha estado guardando el Alcázar a la espera de la llegada de la realeza de Oriente mientras recogía las cartas de todos los niños jerezanos que se han acercado a conocerlo.

Una vez completada toda la comitiva real, cada rey juró ante su pueblo "repartir alegría por igual entre todos los que hoy le ven como quien, según las Sagradas Escrituras, vino de Oriente para adorar al Niño Dios ". Entonces, todo el enclave jerezano rompió entre aplausos y Sus Majestades bajaron del escenario para encontrarse con la ciudad y recibir a los impacientes niños que les aguardaban.

La única nota amarga de la tarde se produjo a la salida del acto, donde las trabajadoras de Acasa protagonizaron una silenciosa manifestación. Sólo un pequeño incidente quebró la paz que pretendían mantener. La mayoría, madres que entre lágrimas manifestaban cómo sus hijos no tendrían regalos esa noche. Sus Majestades, conocedoras de la situación, dejaron anoche juguetes en las casas de algunas familias que sufren la situación de impago por parte de la concesionaria.

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