centro histórico

Malviviendo en el barrio de San Miguel

  • Los vecinos de la calle San Antón ruegan al Ayuntamiento que se haga cargo de cerrar un solar

  • Una treintena de gatos, basura y suciedad rodean las aceras

Basura de todo tipo, restos orgánicos, plástico y vidrio, ropa usada, ratas, gatos y pulgas. Así llevan viviendo más de 13 años los vecinos de la calle San Antón, que compone los alrededores de uno de los barrios más conocidos de la ciudad, el barrio San Miguel.

El pasado año 2005, uno de los edificios que componen la esquina de la calle fue derribado con la finalidad de construir un nuevo bloque de viviendas. Al comienzo de la crisis, la obra se paralizó hasta quedarse absolutamente abandonada como se encuentra actualmente. Hoy día, es un solar vallado -aunque en ocasiones se encuentre sin vallar convirtiéndose en un peligro para los peatones- lleno de basura y ropa usada que tira la gente que pasa por allí, escombros, ramas caídas y plantas. Además, hoy es la vivienda de una treintena de gatos callejeros que deambulan por la ciudad en busca de algún alma caritativa que les ofrezca un poco de comida. Los vecinos de la calle San Antón señalan que algunos de estos animales se encuentran enfermos porque "las heces tienen sangre y gusanos", convirtiéndose la esquina de la vía en un foco de infección. "Esto es insoportable. Ya no hay ni la mitad de los gatos que había antes porque se los han ido llevando poco a poco. Ahora es invierno, pero cuando llega el verano esto se llena todo de pulgas. El olor que hay en toda la calle es asqueroso", comenta Pepi Medina, afectada de la calle San Antón.

Los vecinos de la calle San Antón llevan más de 13 años luchando para cerrar el solar

La calle San Antón es una de las calles peatonales que concentran el peso del turismo del barrio San Miguel, en la que pueden encontrarse más de dos viviendas en alquiler turístico. "Los turistas vienen y ven esto como una asquerosidad. Andan y van esquivando las heces de los gatos y es una vergüenza que en pleno centro de Jerez esté esto así desde hace tantos años", explica Carmen Carrasco, una de las vecinas afectadas. Los residentes ruegan a las administraciones municipales, tras 13 años de luchas, que se hagan cargo de los arreglos necesarios para terminar con el problema que acarrean desde el año 2005. "Se han puesto denuncias en el Ayuntamiento, hemos recogido firmas, hemos adornado los balcones con pancartas. Para nada porque no recibimos respuestas. El banco dice que es del Ayuntamiento y el Ayuntamiento que es del banco. Aquí se pasan unos a otros la bola y no solucionan nada. Lo único que pedimos es que tapien esto de la forma más sencilla, no queremos más. A mi hijo no lo dejo andar solo por aquí por miedo a que se caiga por el boquete o que pille cualquier enfermedad", explica Susana Pérez, una de las vecinas que viven frente al solar.

Dora Nieto y Joaquín Atienza son el matrimonio colindante al solar que, tras el derribo, han sufrido las consecuencias directas. "El agua se está estancando porque no tiene salida y se está comiendo los cimientos de mi casa. Las raíces de los árboles me están entrando por la pared y la fachada cada vez está mas vencida. La esquina de mi casa está sufriendo todos los desperfectos y cualquier día la que se cae a pedazos es la mía", comenta Dora. Los vecinos explican que las señales de tráfico indican claramente la prohibición para estacionar pero que "el trozo del solar permite que hasta tres y cuatro coches aparquen impidiendo la circulación de los residentes". "En Semana Santa es horroroso y cómo la grúa no cabe, no puede llevarse los coches. Muchas veces no podemos ni entrar a dejar las compras porque no cabemos. Si a mí como propietaria me obligan a tener mis cosas en condiciones, que el Ayuntamiento haga algo también por cuidar las zonas de Jerez y mejorar el bienestar de sus ciudadanos. Hasta que no ocurra una desgracia no van a hacer nada por arreglarlo", comenta una de las vecinas afectadas por el solar. Una vez más, los residentes del barrio de San Miguel luchan por recuperar su calidad de vida y la esencia de una de las calles más transitadas del centro histórico de Jerez.

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