OBITUARIO

Natalia

De Natalia escribió su padre, el poeta Julián Pemartín: "El mirar de Natalia / de tan dulce es aroma. / Su sonrisa es paloma / que viene de Tesalia. / Do pisa su sandalia / brota un áureo tesoro. / Su voz conviene a un coro / de angélicos cantores…/ Disculpadme, señores / si, cual padre, la adoro".

La muerte de Natalia Pemartín y Díez - con una vida cumplida- aún llena de interés por su próximo y curiosidad por la belleza de la vida: sus libros, sus plantas, los suyos más jóvenes… hasta hace solo una semana a pesar de la enfermedad de los últimos años, que le obligaba a ser conducida por las aceras de la ciudad por su cuidadora Julia, para buscar a medio- día su misa para reconfortar su delicado espíritu, ha sido - como es siempre la pérdida de un ser querido- un duro golpe para su numerosa familia, Pemartín Díez, en Jerez y Caballero Noguera, en El Puerto, donde todos sabían que encontrarse con la hermana, con la tía o con la cuñada, con la amiga Natalia, era recibir el aroma a jerez amoroso de su mirada y la prudencia recatada de las palomas de Tesalia.

Si la voz es una muestra, que brota desde el espejo del alma, de la paz interior del espíritu, la de Natalia era de un tono y timbre delicioso, fruto del reflejo de la de su madre Nena Zurita. Y era capaz solo de amabilidades y bondades para quien le rodease. Por su marido - el primogénito de la Casa bodeguera portuense- amó la Viña - con mayúscula- y por su hijo José, al caballo jerez ano. Lejos ya de los días en que fue dama de la Fiesta de la Vendimia - y los poetas y flores naturales de los juegos florales cantaron sus virtudes en su libro de autógrafos - en los días en que montó, de amazona, en sus ferias. Tengo que acabar mi elogia, como el vate su progenitor: disculpadme, lectores/ si cual a mi prima, la alabo…

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