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Jerez

Pasto del despiste

  • El campo al día

Hay que ver la facilidad que tienen algunos para olvidar sus orígenes y no se dan cuenta de que el pasado, por suerte o por desgracia, conforma indiscutiblemente la personalidad de todos los individuos. Como el caracol lleva su concha a cuestas, los hombres llevan su bagaje. Esto que es un legado bueno para muchos, para otros es una herencia de la que escabullirse y si no que se lo digan a esos que se van a Madrid y a las dos semanas hablan de los del sur con acento fino, como si los de aquí fueran menos.

Algo parecido a este comportamiento de olvido momentáneo le debe estar pasando a Juan Carlos Camas, a la sazón director gerente de la Agencia Andaluza del Agua, porque si mal no recuerdan muchos agricultores y ganaderos -a lo mejor se confunden- Camas pertenecía a una unión agraria. El caso es que si se confirmara el rumor de que ciertamente trabajaba para un sindicato del campo, tiene que haber sufrido una pérdida transitoria de memoria a la hora de imponer la subida en el precio del aprovechamiento de los pastos. Eso será, seguro, tiene lapso de memoria.

Si no, ¿en qué cabeza cabe que haga pagar a los ganaderos un ochenta por ciento más por alimentar a las reses en tierras públicas? Debe ser eso, un olvido porque en pleno uso de sus facultades amistosas antes de apoyar la medida habría consultado con sus antiguos compañeros sobre las consecuencias que una acción así trae a las castigadas rentas de los ganaderos en crisis. Una pérdida transitoria del raciocinio, eso deber ser, porque si no se habría lanzado al teléfono para llamar a los agricultores y ganaderos a los que atendía para saber si están de acuerdo o no con la subida. Un descuido, eso, ha sido un descuido porque si no se habría ido a la oficina en la que tan esmeradamente tratan a los agricultores para consultar si la gente a la que representan están conformes con la subida en el precio del aprovechamiento de los pastos.

Tal vez la distancia haya cortado ese cordón umbilical que lo unía a sus orígenes sindicalistas. Tal vez su mente le haya jugado una mala pasada y le haya hecho borrar el pasado.

A lo mejor todo el asunto viene de una mala interpretación y Juan Carlos no sintió el arraigo hacia esa escuela o no creó unos lazos firmes con los ganaderos y los agricultores a los que representaba. Qué mala lengua, cuánto cavila la gente diciendo que son políticos y no defensores del campo. Un despiste lo tiene cualquiera, ¿verdad?

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