Emilio morenatti

“Quiero volver a correr por los escenarios donde he trabajado”

  • El fotógrafo jerezano que perdió un pie por una explosión en Afganistán dice que no se ha planteado en momento alguno dejar la actividad a la que se dedica

-¿Cómo se encuentra ahora física y anímicamente?

-Me encuentro en Washington, haciendo rehabilitación en Walter Reed, probablemente el mejor hospital del mundo en términos de protésicos. Aquí llegan habitualmente soldados americanos mutilados durante los combates que actualmente tienen lugar en Irak y Afganistán. Me es difícil describir como es mi estado físico ahora, teniendo en cuenta que mi cuerpo posee un solo apoyo en lugar de dos. Los médicos dicen que es una suerte el que haya estado haciendo deporte toda mi vida, eso me ha ayudado a progresar y a adaptarme rápidamente a las condiciones que requiere ser minusválido. Sigo trabajando duro para fortalecer la parte superior de mi pierna amputada y sobre todo las caderas, que serán las encargadas de tirar de la prótesis para cuando llegue el momento de aprender a correr de nuevo. Mi estado anímico creo que es bueno. Mi mujer Marta es quien se encarga de ponerme las pilas diariamente; tengo momentos buenos y momentos regulares, como todo el mundo. Lo peor creo que es cuando me levanto por la mañana  y me doy cuenta de que no puedo decidir con qué pie me voy a levantar ese día. Unos minutos más tarde de ser consciente de que no tengo pierna pongo el chip, cojo mis bastones y comienzo a dar marcha al proceso de mi rehabilitación.

-¿Cómo va su proceso de recuperación?

-Ahora que al fin conseguí ser admitido dentro del Walter Reed, el hospital militar que antes mencionaba y que está considerado como uno de los mejores de mundo, todo va estupendamente. Sigo el mismo programa que los soldado americanos que han sufrido amputaciones durante el combate. Los mejores especialistas unido al ultimo avance tecnológico en prótesis están a nuestra disposición. He visto soldados con dos piernas amputadas por encima de la rodilla que caminan al cabo de dos meses del accidente. Yo acabo de recibir ya mi propia pierna ortopédica con la que me entreno diariamente monitorizado en todo momento por mi fisioterapeuta.

-Me imagino que ya era consciente del peligro que corría. De hecho, comentó en una entrevista que correría la misma suerte que el convoy estadounidense en el que iba empotrado. Pero una vez que ha sucedido ¿cambia en algo su visión de las cosas y de la vida?

-Siempre he sido consciente de ese riesgo porque he tenido la oportunidad de fotografiar a víctimas que han caído muy cerca de donde yo estaba en ese momento. Ahora cambia que yo soy la víctima e inevitablemente me encuentro al otro lado de mi cámara. Pero una vez que me recupere dejaré de ser víctima  para intentar volver donde estaba antes y seguir haciendo lo que antes hacía: Contar historias y mostrar otras realidades a través de mis fotos.

- ¿Cómo afronta una persona activa como usted tener que estar de momento en una cama y cómo procura pasar el tiempo?

-Pues con muchísima paciencia y drogado por las medicinas para combatir el intenso dolor. Así lo he afrontado durante casi dos meses. La explosión de la bomba me hirió también en la cabeza y me produjo un hematoma en el cerebro que tardó varias semanas en desaparecer. Todo ha salido bien finalmente. El hematoma ha desaparecido según los scanners. El tiempo de cama que aguardé pacientemente dio un buen resultado.

- ¿Por qué la decisión de ir a Dubai y luego a Estados Unidos?

-La decisión de ir a Dubai fue considerada por mis jefes y por la aseguradora como un lugar intermedio entre Afganistán y los Estados Unidos. Mi estado no permitía un vuelo tan largo entre esos dos países, así que se eligió Dubai para chequear la amputación que se realizó en el hospital de campaña de Kandahar justo después de la explosión.

-¿Cuáles son sus planes a corto, medio y largo plazo? ¿Dispuesto a seguir haciendo lo que hace?

-En ningún momento he pensado en dejar a un lado la profesión. Tampoco se me ha pasado por la cabeza dejar de hacer lo que hacía hasta antes de la explosión. Primero tengo que recuperar mi total movilidad y llegar a correr como antes corría. Después de eso intentaré a volver a los escenarios donde antes hacía mi trabajo.

-Aunque no le gusta en absoluto, parece que en los últimos tiempos está condenado a seguir siendo no sólo el que hace y firma las fotos, sino también el protagonista de la noticia, tanto por cosas buenas como malas: Los premios, el secuestro, ahora esta desgraciada explosión...

-Tendría que contar acerca de los lugares de los que me escapé sin ni siquiera un rasguño, explosiones cercanas donde misteriosamente uno se salva o colegas que son secuestrados, asesinados o golpeados cerca de los lugares donde uno está trabajando diariamente. Yo considero que en esta profesión de fotoperiodista, donde tienes la obligación de que contar qué es lo que está pasando, no hay otra opción que meterse hasta el fondo y sufrir las consecuencias. Ya lo dijo Capa: Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no estás lo suficientemente cerca.

- Algunos le verán incluso como un héroe, aunque insista en que no es tal, pero también en estos casos creo que se tiende a idealizar a las personas, ¿preferiría que le vieran también con sus miedos y sus flaquezas?

-Entiendo se tienda a idealizar a ciertos personajes. En el caso del fotoperiodista de conflictos es cierto que tenemos una gran suerte por estar en lugares donde nadie más puede estar. Nuestra condición nos permite ver escenarios a los que la mayoría de las personas no pueden acceder. Ese privilegio deber ser usado exclusivamente para contar con honestidad eso que vemos y transmitirlo a través de nuestras fotografías a toda la sociedad. Más que héroes, yo diría que somos personas muy privilegiadas por poder hacer eso. Así es como yo me siento, alguien con mucha suerte. Por supuesto, cargado continuamente con miedos y flaquezas como cualquier otro.

- ¿Qué es ahora el miedo para usted? ¿Lo ha sentido en algún momento a lo largo de todos estos años y no sólo en esta explosión? ¿Ha tenido en algún momento mayor sensación de peligro de la que tuvo en este último convoy?

-Muchísimas veces tuve miedo. Obviamente, este último accidente ha sido el que más miedo me ha producido pero, en general, apenas acuso el miedo mientras realizo el trabajo en medio de una situación dramática o peligrosa sino después, cuando veo las fotografías que hice ya en la pantalla o una vez antes de dormir, pero no van más allá de eso. Al día siguiente no me queda apenas ningún trauma y es vuelta a empezar. Espero que después de este accidente ocurra lo mismo. Ya os contaré cuando vuelva al trabajo.

-Después de esto, ¿le ha pedido alguien que lo deje? ¿Lo haría?

-Nadie me pidió tal cosa. Sólo alguien podría hacerlo; esa persona es mi mujer pero sé que jamás lo haría. Ella es más valiente que yo y como fotoperiodista nos nutrimos mutuamente.

- ¿Qué quiere decirle a toda la gente que se interesa por usted sobre todo a sus paisanos de Jerez?

-Para eso sí que no tengo palabras. Lo único que se me ocurre es recuperarme bien para dedicarles a todos las historias y fotografías que consiga hacer cuando vuelva al trabajo. Por supuesto, el premio Ciudad de Jerez también ha sido para mí toda una sorpresa que me ha llenado de orgullo.

-¿Le veremos pronto por aquí?

-Eso espero. Echo de menos Jerez y espero que en pocos meses, cuando me den el alta del hospital, pueda disfrutar de una temporada con mi familia y amigos.

-¿Qué recuerda del momento de la explosión?

-De la explosión recuerdo sólo mucho dolor.

-¿Ha podido sacar algo bueno de todo esto?

-Aún es un poco pronto para sacar una conclusión de lo bueno de este percance, pero sí le diría que no he dejado de pensar en ningún momento en todas esas víctimas que durante tiempo fotografié en Afganistán. Todas esas personas muy pobres amputadas por minas recuperándose en hospitales sin recursos, sin nada con lo que aliviar el dolor ni prótesis para volver a caminar. A pesar de todo eso siempre me mostraron una sonrisa a la cámara.

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