Jerez

Sospechosos habituales

  • Denuncias de la Fiscalía resucitan años de ficticia bonanza y de convulsión política · Durante una legislatura la ciudad se convirtió en un tablero de intereses y un pozo de deudas

Los magnates de Hollywood ofrecían un tope de un minuto a sus directores de producción para que les explicaran el proyecto de una película. Entra el director de producción. Un minuto. "Arderán las oficinas de una constructora en muy mala situación llamada Fivesur. Sólo unos días después se producirá una persecución en coche por la ciudad. Dentro van miembros de otra constructora que ha sido denunciada por Anticorrupción, que también ha denunciado a un ex alcalde..." Pasó el minuto. El magnate no tiene dudas: "Será un gran thriller". El problema es que el resto de la historia sólo da para una serie B. Si seguimos con el símil cinematográfico, podemos recordar a Raoul Walsh: "Para hacer una gran película hay que empezar por el incendio de un burdel y, a partir de ahí, in crescendo". En Jerez todas las historias empiezan por el incendio de un burdel, pero luego el guionista se bloquea. Primero quema el burdel y luego deriva a un vodevil sin sentido. Los espectadores empiezan a cansarse.

Cada cierto tiempo en Jerez hay un escándalo que luego se olvida. El último, las dos denuncias de Anticorrupción: una a Pedro Pacheco por colocar a dos miembros de su corte; otra a la desastrosa empresa Jerecom, que realizó cientos de obras para el Ayuntamiento sin concurso previo. Mientras tanto, la ciudad observa su particular bigbang de desempleo y quiebra económica. Todo nos remite a un periodo tirado a la basura, la legislatura 2003-2007, con dos alcaldesas, un vicealcalde y un salvaje pimpampúm político. Las denuncias de la Fiscalía, redactadas después de que Pilar Sánchez presentara una serie de documentos, resucitan ese tiempo. En el PSOE, que no sabían nada, se han llevado las manos a la cabeza. Un dirigente provincial comenta que "esto es destapar la caja de los truenos. Si de todo esto sale algo vamos a quedar como cómplices o como tontos, que no sé qué es peor. Pero si gobernábamos nosotros". En todos los, cuanto menos, extraños movimientos urbanísticos de los últimos cuatro años la firma final de Urbanismo no la tenía Pacheco, el sospechoso habitual, sino la popular García Pelayo y la actual alcaldesa. Que este dirigente socialista pida anonimato parece innecesario. El secretario provincial, González Cabaña, ha dicho, ante la misma alcaldesa, que "estas cosas se sabe cómo empiezan pero no cómo acaban". La gente de Pilar Sánchez no entiende nada: "Si se denuncia, porque se denuncia. Si no se denuncia, porque no..." A todo esto, el PP, callado.

Pedro Pacheco parece tranquilo. Desayuno con él y no nos han servido ni el café cuando suelta: "¿Tú has visto cómo están los impuestos en Jerez? ¿Tú sabes cómo me han crujido con el IBI?". Ha pasado su etapa de despresurización de 28 años en el poder. Al fin y al cabo, los impuestos desorbitados de Jerez tienen, en buena medida, su sello. Habla como ciudadano no político y me recuerda que "te dije en septiembre que llegábamos a los 25.000 parados. Ahora te digo que en junio llegamos a los 30.000 y aquí no se hace nada". Sobre lo suyo, poco. "Mira quién va a hablar de asesores..."

Pilar Sánchez no está mal servida de asesores (o lo que sean, el eufemismo es el mejor arma de la política), pese a que el verdadero círculo de influencia es pequeño. En su investidura en 2005 los que jaleaban en el exterior llevaban pegatinas en los que se leía "Dame un trabajo, Pilar". Ese 'qué hay de lo mío' en una ciudad asolada por el enchufismo en los años que siguieron a la debacle bodeguera ha valido para algunos, no para todos. Vestido con el hábito de legalidad, el corrillo de clientelismo ha funcionado. También funcionaba con Pacheco cuando había quien aparecía en las tablas salariales pero no en la oficina.

Un funcionario municipal me describe el ambiente. "Apenas hay nada que hacer. Será la crisis o lo que sea, pero los papeles apenas se mueven". Pilar Sánchez no acepta nada de esto. Para ella, en poco tiempo se verán los efectos del trabajo que se ha realizado en los últimos tiempos mientras cada mes sobreviene un dato peor al anterior de desempleo. Se tiene fe ciega en el dinero que llegará del Gobierno para pequeñas obras. Esta especie de nuevo PER, lo que a finales del XIX se llamaba Fondo de Calamidades, dinero de Madrid para obras locales en caso de hambrunas, va a servir ahora, según fuentes del sector, para detener en alguna medida la sangría de empleo, pero no se creará mucho. "Naturalmente, empleo sólido ninguno. La crisis es larga y esto es un parche. No es cirugía".

Que aparezca el 'caso Jerecom' es una buena metáfora. Llamamos Jerecom a un cúmulo de sociedades formadas en torno a una amplia familia que sale de una barriada rural, Las Pachecas. En poco tiempo hicieron dinero rápido con sus buenas relaciones con Urbanismo en los años en que estaba al frente José López, uno de los dos 'contratados' de Pacheco. Todo el mundo los describe igual. "Gente ostentosa, nuevos ricos". Mientras Jerez perdía cuatro años sin construir un desarrollo sólido que soportara vacas flacas, la sociedad actuaba también como una nueva rica. Afloraron sucursales bancarias en cada esquina. El director de una de ellas reconoce que "el endeudamiento particular ha sido bestial en poco tiempo". Aparentemente asistíamos a una época de esplendor. Nuevos bares, nuevas tiendas, mucho consumo, concesionarios de coches que incluso pensaron en centeralizarse en Jerez en una gran ciudad del motor... El resultado es que "si la morosidad en Andalucía crecerá un punto por encima de la media nacional, la previsión es que en Jerez crezca como mínimo medio punto por encima de la media andaluza".

Y todo ello, o parte de todo ello, se basaba en una ficción. Era el Plan General, cuya demora en su diseño llevó a una escasez de suelo, a que se disparara el precio de la vivienda. En todo ese tiempo aparecieron los hombres del maletín en las ventas de las zonas de crecimiento. Eran una especie de asustaviejas rurales mientras que los propietarios de esos terrenos, muchos de ellos con construcciones ilegales, ya se figuraban multimillonarios. La codicia atravesaba la médula de la ciudad desde los órganos vitales a los prescindibles. "Los actores se situaban en el escenario sin saber que la obra no se iba a representar", explica Joaquín del Valle, el concejal de Izquierda Unida que fue el único que en los plenos de esos cuatro años votó sistemáticamente no al proyecto de ciudad que, de un modo u otro, apoyaron el PP y el PSOE. Nada se ha hecho sin ellos.

Entre todos esos actores, el principal operador de la ciudad tenía nombres y apellidos. Fue José Luis López, apodado el Turronero, un empresario ubriqueño que simbolizaba la bonanza. Sus opciones de compra sobre los suelos que él sabía que serían urbanizables copaban millones de metros. Una vez más, dinero ficticio, proyección de dinero. López, que encarnaba la figura del conseguidor, un prototipo de las épocas de riqueza fácil, sufrió uno de esos incendios de burdeles del guionista de la película. Se le mezcló en la operación Karlos, que al tener de por medio a la mujer de Jesulín se convirtió en un gran circo, una 'malayita', utilizando el argot policial, de baja intensidad, pero de gran artificio. No fueron sólo opciones de compra, también se vendieron aprovechamientos. Nadie lo escondió. Pedro Pacheco afirmó en un pleno en 2004: "Claro que se están vendiendo los aprovechamientos". "¿Y dónde va el dinero?" "A pagar las nóminas". A pagar las nóminas de un ayuntamiento mastodóntico, con más de 3.000 trabajadores. Allí se pasa del ostracismo al estrellato, dependiendo de los aplausos al líder de turno. "Si eres dudoso, no eres nadie", dice un 'castigado'.

La sede de los grupos municipales está empapelada con pegatinas en las que se lee: "No hay dinero para el convenio, pero sí dos millones para los asesores de la alcaldesa". En el despacho de IU hay un gran plano del nuevo PGOU, "papel mojado", dice Del Valle. Planea 50.000 nuevas viviendas, mucha VPO. "Es inviable con la que cae". Incluso Pacheco dice que "ahora sería inviable hasta el que yo diseñé". En ese diseño muchos apostaron mucho dinero. El caso más sonado es Croft. La conversión de esta bodega en núcleo residencial fue posible gracias a un gran crédito de una caja gallega. El empresario, Ángel Monreal, que es de los que construye, no un especulador, tiene que seguir pagando ese crédito mientras todo avanza muy lentamente y las expectativas de ganancias con el ladrillo se desploman.

Para Del Valle no hay un único culpable de lo sucedido. No es sólo Pacheco. Demuestra, acta por acta de los plenos en los que acudían asuntos urbanísticos, cómo todo fue cosa de tres y llega al tema estrella, su preferido: Ikea. Ahí confirma su tesis: "No es un fallo aislado, es un fallo del sistema. Casi todo lo que sucede en Jerez ocurrre en todos los ayuntamientos. Todo el mundo necesita favores y lo que en la ley parece que dice blanco se puede transformar en negro". Ikea es la multinacional sueca que se rifaron El Puerto y Jerez. Ganó Jerez. Asuntos políticos, dicen. "El primer compromiso entre las partes lo suscriben cuatro consejeros de la Junta y la alcaldesa. Este elenco de autoridades promete la adjudicación de un suelo público, sin ningún tipo de procedimiento, publicidad y concurrencia pública. La fijación del precio se realiza sin informe técnico, por debajo de los precios de mercado, y además trasladando al Ayuntamiento las obligaciones urbanísticas". A cambio, empleo. Ikea todavía no ha empezado a levantar su tienda. Es uno de los proyectos que Pilar Sánchez espera que dé oxígeno a una economía jerezana en caída libre. Quizá sea tarde. Entretanto, es posible que los burdeles sigan ardiendo porque a estas alturas hemos descubierto que el guionista no tiene más recursos. Sólo tenemos un minuto de película.

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