la clemencia

Unción cofrade en San Benito

  • Tarde soleada, día de disfrutar de una cofradía que reeditó su nuevo esquema con dos pasos

Un penitente de la presidencia del misterio. Tras él, el paso del Señor de la Clemencia.

Un penitente de la presidencia del misterio. Tras él, el paso del Señor de la Clemencia. / vanesa lobo

T ARDE de sol y Clemencia por San Benito. Tarde agradable pero que ya apuntaba a refrescar por la fuerza del poniente al anochecer. El Martes Santo la fisonomía habitual de esa amplísima zona residencial de la ciudad cambia para dejar el protagonismo a una cofradía que desde allí empezó a caminar hacia el centro urbano.

Lejos queda ya aquella admiración hacia los cofrades de blanco por atreverse a un recorrido más largo. Hoy en día se ven superados por otras corporaciones para las que las distancias no son impedimento alguno. Pero fue la de La Clemencia la que despejó las dudas sobre si en Jerez se podía o no. Se podía y muy bien, porque no solo se trataba de ir y volver; se trataba de hacerlo más que bien, con un nutrido cortejo, con dos pasos fabulosos y con fuerza, mucha fuerza bajo las trabajaderas.

El paso de palio salió como el pasado año con algún detalle nuevo en el frontalUna vez más, la hermandad hizo gala de su rectitud y presencia en la calle

La hermandad del Polígono empezó a escribir su historia de forma humilde, casi en silencio pero sin renunciar a unas formas que se han consolidado y aceptado por sus hermanos. Lleva música, pero es de silencios, otro silencio blanco más bullicioso sin perder elegancia.

Es el carácter que precisaba para entroncarse en un barrio tan populoso como en el que viven. Esta Semana Santa es la del reestreno, la de la confirmación de la presencia de María Santísima de Salud y Esperanza, que no se quedaba dentro de la capilla por segundo Martes Santo; por el contrario amparaba a los cofrades en su caminar por Jerez. El pasado año estrenó el paso de palio, un reto magno porque además cada pieza del conjunto ha supuesto una importante inversión. Esta hermandad optó por retrasar ese estreno hasta no tener los elementos necesarios para hacerlo a lo grande en cuanto a las calidades de bordados y orfebrería. No quiso improvisar o que las prisas y ganas pudieran con el sentido común.

Este Martes Santo no presentó avances, hay que amortizar la primera y fuerte inversión. Sin embargo no se parará hasta completar el ambicioso proyecto de palio cuyo gran adelanto tenemos en el frontal y que tanta admiración causó en la calle. La música que llevó el Señor, tras renunciar a seguir haciéndolo con los Gitanos de Sevilla -a la que echamos mucho de menos-, es con dos bandas. La primera hasta la Catedral será la propia agrupación de la hermandad que debe seguir trabajando para alcanzar la calidad necesaria a la que nos ha acostumbrado la cofradía de San Benito. Desde la Catedral hasta la recogida, la responsabilidad, correctamente asumida sin más, fue para la banda del Despojado de Jaén. El paso de palio repite con la del Maestro Dueñas de El Puerto de Santa María, que es garantía de calidad.

A las cuatro de la tarde salía la cruz de guía precedida de un buen cortejo de hermanos -algo más de cien precediendo cada paso- que dio escolta al misterio, engalanado con flor roja. Siguieron nazarenos de la Virgen a la que vimos poco después asomar por el portalón marrón de la capilla de San Benito dejando, primero, que los brillos de la caída delantera fueran como un aviso de la belleza que encerraba bajo su palio verde esperanza. Entre tanto, el público, aun con la digestión en marcha, presenciaba con gusto la puesta en escena de esta hermandad, a la que fue acompañando un buen trecho por las calles del barrio en las que se sumerge la otra hermandad de blanco del día.

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