Jerez

Veteranos del panal

  • Son unos privilegiados: Conocieron el antes, el después y el hoy de Garvey, la 'perla' de Nueva Rumasa · "Ruiz-Mateos nos ha salvado la vida en dos ocasiones"

Cuando todo parecía perdido y olvidado, la vieja abeja seguía operando en silencio diez años después de la expropiación de Rumasa como si fuera una hormiga: Reconstruyeron el antiguo panal sin provocar a la competencia y tuvieron la suerte y atino de no invertir en la construcción ni en la banca, la que llevó a la perdición a la primitiva Rumasa. Nació entonces la ‘Nueva Rumasa’, que en Jerez ha conseguido recuperar las sociedades de Valdivia, antigua Villa del Duque, y Garvey, la ‘perla’ del nuevo holding. José Jorge del Real, JoséMontaño Rodríguez y Juan Ramírez Monge han entregado su vida a la bodega y al vino. Hoy día, gracias a los planes de ‘rejuvenecimiento’ de empleo en Garvey, los tres se encuentran jubilados. Sus hijos disfrutan ahora de un empleo estable en la bodega.

En Jerez, quien más quien menos, tenemos alguna relación con el vino. Cuando José Jorge del Real entró con 14 años de la mano de su madre Mariluz en Garvey, ya trabajaba ésta en embotellado. Y su hermano Antonio trabajaba de botones. Pepe se fascinó con la tonelería y ahí se mantuvo durante 47 años, toda una vida. Lo de Juan Ramírez, ahora con 58 años, es parecido. Treinta y siete años de administrativo en Garvey. Ahora invierte sus horas libres como entrenador en el mundo de la pelota, donde se le conoce por Juanillete. Su padre Juan estuvo trabajando en la planta de embotellado, pero sacó provecho de sus ratos libres para convertirse en ATS. Juan Ramírez Cordero fue el practicante (como se decía entonces) de la bodega durante muchos años. Y, por fin, el padre de José Montaño (63), Francisco de nombre, fue un afamado arrumbador en muchas bodegas. El oficio lo heredó su hijo Pepe. Pepe entró en 1962 en las bodegas José de Soto, pero cuando Nueva Rumasa absorbió la firma del ponche en 1998, la vida de Pepe se unió a la de Juan y José, tres sindicalistas y verdaderos amigos que ahora han dejado la lucha a un lado.

El origen de Garvey es de lo más caprichoso. Su fundador fue el aristócrata irlandés William Garvey, que vino hasta aquí en barco a comprar ovejas merinas a finales del siglo XVIII pero que un naufragio y una mujer -Sebastiana Gómez Jiménez- le cambiaron sus intenciones. William quedó encantado con Jerez y las posibilidades del mercado de sus vinos. En 1780 fundó su propia compañía. La familia se mantuvo en el negocio hasta 1978, año en que Rumasa adquirió la firma. “Éramos casi una familia. Esa convivencia, de familia, fue la que nos imprimió don JoséMaría. Garvey pasó entonces por su época dorada. Estamos tremendamente orgullosos de haber trabajado en Garvey, desde el principio. Nuestras condiciones laborales y sociales eran mayores en Garvey y resto de las bodegas de Rumasa que en ninguna otra bodega del Marco. Bueno, es que ser de Garvey tenía algo especial... Cuando Rumasa compró la sociedad a los Garvey, fue la primera vez que don José María nos salvó la vida. Y todo cambió”.

Luego llegó la expropiación y, con ella, la peor etapa de las bodegas del ‘SanPatricio’, nombre que debe al santo patrón de Irlanda. “Lo que más lamentamos en ese momento es que el pueblo de Jerez no se sintiera identificado con nuestro problema. La gente no fue solidaria en su totalidad con don José María. Y nos criticaban. Y había quien decía que qué suerte, que íbamos a comer a partir de entonces de la olla gorda, del Estado... ¿Suerte?, ¿qué suerte? Lo pasamos fatal. Cuando se expropió Rumasa, hubo un antes y un después en Jerez. No hay más que verlo ahora, en una ciudad que debe su reputación al desempleo”. Por decisión del Consejo de Ministros, Garvey pasó a manos de la cooperativa alemana de sindicatos Coop-Ag y, más tarde, a la United Duth España, una sociedad que por entonces se había hecho con Bobadilla a precio de saldo y que controlaba el ex administrador del Estado y funcionario del INI Amable Álvarez Guerrero, el ‘míster Propper del Marco’ como le llamaron por su habilidad en la reducción de plantillas laborales. “Si usted supiera qué de penalidades atravesamos entonces... Cobrábamos con retraso, mientras los ejecutivos cobraban puntualmente sus nóminas millonarias. Destrozaron la bodega, sus botas... Puede que algunos de esos ejecutivos pisen ahora en sus casas el suelo hecho de la madera de botas de roble de la bodega. Si los administradores que mandó el Estado en 1983 llegaron a Jerez socialistas y se fueron capitalistas, porque sólo administraron su bolsillo, esos ejecutivos acabaron con todo el patrimonio de la bodega. Fíjese, de vender un millón de botellas de ‘Espléndido’ a la ruina...”.

Hasta que volvió a aparecer don José María. El 2 de octubre de 1996, Nueva Rumasa recupera Garvey. “Entonces respiramos tranquilos. Ruiz-Mateos nos había salvado la vida por segunda vez y Garvey sobrevive gracias a él. Garvey era y sigue siendo el ojito derecho de don José María. Y, para él, el mayor patrimonio de la empresa, como siempre ha dicho, es el trabajador. Porque sabía que, si se le consideraba, producía más y mejor”.

Cuando José Jorge, Juan Ramírez y José Montaño tuvieron que ir al domicilio de Somosaguas para entrevistarse con la famiia Ruiz-Mateos para abordar el expediente de empleo en la compañía, José María les comentó: “Mi casa la tenéis abierta las veinticuatro horas del día para lo que queráis”. Estas palabras les llenó de satisfacción. “Se trata de un hombre de una humanidad enorme y como empresario y persona, alguien irrepetible. Es de admirar su peculiar forma de dar solución a los problemas de los trabajadores. Don José María salvó otra vez Garvey y ahí está. Que dure todo esto mucho”.

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