La crestería

Vocación rociera

Ya me lo dijo mi amigo Juan Romero. Y también mi hermano Marco Antonio Gómez. “Tú eres mariano, te gusta el campo y los animales y nunca le haces ascos a una copa y una buena tertulia. Tienes el perfil perfecto para tener esa vocación rociera”. Al Rocío me acerqué ayer por la mañana, con motivo del pregón de ‘Bola’, con los ojos de un niño. Pido perdón si mis párrafos pueden tener un cierto tono pueril. Pero algo han tenido que ver los versos de Alejandro Sánchez Gil y la sevillana que cantó José Mari para que esa vocación rociera retumbara en mis entrañas. Yyo sin saberlo.Gracias a la atención de una rociera que me sirvió como ‘lazarilla’ con el fin de ir desvelándome los secretos del camino y del pregón de ‘Bola’ –desde estas páginas le agradezco la atención a este humilde plumilla un tanto despistado-, mi primer contacto con esta romería que mueve a miles de corazones ha ido en la línea que ya marcaban Romero y Gómez, que se congratulan cuando ya me ven más cerca de las arenas del camino que de la ansiada combinación semanal para acertar la ‘primitiva’. Igual el premio me ha tocado al llamarme la Reina de Almonte a congregarme entre sus hijos cuando se acerque Pentecostés. No hay que forzar nada porque si la Virgen se empeña allí estaré este año. Pero de lo que sí que estoy convencido es de que se anida en mi interior una incipiente vocación rociera. Y perdonen los lectores si salen metáforas manidas en la mirada de un inocente juntador de letras o una imagen desenfocada. Si ha de ser, contaré mi recién nacida experiencia en esta romería tan importante a través de mis crónicas. Escritos que irán hilvanándose hasta encontrarme ante las plantas de la Blanca Paloma. Y ya no será una vocación, sino una realidad maravillosa. Ella sabrá. Sólo hay que dejarla actuar.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios