Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas

El aguinaldo y las pascuas

  • Diversos privilegios reales, desde Alfonso el Sabio a don Juan II, confirman a Jerez como "ciudad frontera"Tarjeta navideña de los antiguos basureros, utilizada para pedir el aguinaldo.

PAEl otro día, mientras me cortaban el cabello, comentaba yo con mi barbero - ahora se dice peluquero - que, en mis años mozos, en los grandes espejos de las barberías - ahora se dice peluquería - era costumbre que los maestros barberos pintaran con tiza y grandes letras, un letrero que cada año se repetía, con adornos de campanitas y grecas, más o menos vistosas, por medio del cual deseaban a la clientela "Felices Pascuas"; con lo que indirectamente se les estaba pidiendo el consabido aguinaldo, ya que, además, bajo tales espejos, en la repisa de las brochas de afeitar, maquinillas, tijeras y demás utensilios, cuando no en mesitas adjuntas, se solía instalar una batea - ahora se dice bandeja - donde los parroquianos solían dejar algunas monedas. ¡Eran "Las Pascuas"! Algo ya desaparecido, como también desaparecieron las propinas que se daban a los camareros, a los taxistas, y en muchos establecimientos; pero que, en los años cuarenta, cincuenta y sesenta, todavía tenía una gran importancia, para nuestros antepasados.

¿Quién no recuerda a los basureros, a los barrenderos, a los serenos, y hasta al chiquillo que repartía los "mandaos" del puesto de la esquina, llamando a su puerta, para pedirle las pascuas, a cambio de unas tarjetitas, donde ponía, más o menos, "El barrendero de su barrio le desea unas felices pascuas"? Y como el barrendero, los demásý

Una imagen entrañable, repetida todos los años, era las de los guardias de tráfico - antes de que pasaran a llamarse policías municipales y antes de que se instalaran los semáforos -, que regulaban la circulación, en sitios tan estratégicos como la alameda de Cristina, el cruce de El Colmado y en la plaza del Arenal; hasta donde los bodegueros y los más destacados industriales, comerciantes y algún que otro particular, iban a depositar, junto a los pequeños podios desde donde dirigían el tráfico, sus ostentosos regalos, consistentes mayormente en cajas de vino, pavos y pollos vivos; y hasta algún que otro jamón y caja de polvorones.

Y no crean que no eran sustanciosas aquellas pascuas, que ignoro cómo conseguían repartirse luego, en el viejo cuartelillo del Lepe, entre tantos compañeros; incluidos los que no tenían nada que ver con el tráfico. Y al evocar estas fechas, cercanas a la Navidad, no sé por qué, siempre me acuerdo de dos guardia muy populares, magníficos y ejemplares agentes, a los que yo conocí y traté bastante; uno de ellos llamado Juan Camas Real, y el otro Fernando Cala - que, además, tocaba el bombo en la Banda Municipal de Música - que eran los guardias de punto, que generalmente, a base de pito y manos, como únicas herramientas de trabajo, conducían mejor que nadie el paso de coches y peatones por la plaza del Arenal, en su confluencia de Larga con Corredera y Consistorio; y los que más regalos lograban reunir alrededor de sus pies.

Eran tiempos en los que nadie se avergonzaba por pedir "las pascuas"; porque era algo muy tradicional, en toda España. Una costumbre que venía de muchos siglos atrás; dicen que hasta del tiempo de los romanos; y que lo mismo se conservaba en Madrid, que en Galicia, Cataluña o Andalucía. El aguinaldo, que era como por ahí se le llamaba, y que hasta andaba en villancicos. Ya saben lo que decía la antiquísima letrilla que aún se canta: "Ya viene la vieja / con el aguinaldo; / le parece mucho, / le viene quitandoý"

Viejos tiempos, costumbres de antaño, que ya desaparecieron. O ¿tal vez no? Porque hasta el pasado año había algún despistado que seguía repartiendo tarjetones, de puerta en puerta, pidiendo el aguinaldo y deseando "felices pascuas", en nombre de no sé qué institución al servicio del ciudadano. Y por otro lado, esta costumbre ha llegado hasta nosotros en forma de paga de Navidad y en los regalos que algunas empresas todavía siguen entregando, estos días, a sus empleados y trabajadores. Este año, los primeros en felicitar las pascuas han sido los del Ayuntamiento; me refiero a los políticos, que me han mandado un tarjetón muy bonito con una fotografía panorámica del edificio del Consistorio y la estrella de oriente sobrevolando el mismo. Pero los políticos municipales de ahora no piden nada; si acaso el voto, cuando llegue el momento de renovarse, o de desaparecer para siempre.

Y, por otro lado, ya que andamos de recuerdos navideños, de pascuas y de aguinaldos, también estaban los profesionales que nunca lo pedían, pero siempre recibían regalos de las mejores bodegas, muy especialmente. Y yo recuerdo a más de uno que había año que, por estas fiestas, llegaba a reunir en su casa, hasta cerca de cuarenta cajas de vino de las mejores marcas. Yo, este año, he empezado bien, porque un viejo amigo me ha traído una botella de chinchón del que más me gusta, para acompañar los pestiños caseros de toda la vida.

Por algo se empieza, digo yoý ¡Ah! Y, antes que se me olvide: ¡Felices pascuas a todos mis lectores! A ver si cae algo...!

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